Hace 30 años asesinaron a Monseñor Romero, un defensor de los derechos humanos en Salvador, como cura denunció en sus homilías dominicales numerosas violaciones de los derechos humanos y manifestó públicamente su solidaridad hacia las víctimas de la violencia política de su país Su asesinato provocó la protesta internacional en demanda del respeto a los derechos humanos en El Salvador.
La Teología de la Liberación fué su caballo de batalla, en su última homilía decía a los militares: " ...Queremos que el gobierno tome en serio que de nada sirven las reformas si van teñidas con tanta sangre. En nombre de Dios, pues, y en nombre de este sufrido pueblo cuyos lamentos suben hasta el cielo cada día más tumultuosos, les suplico, les ruego, les ordeno en nombre de Dios; Cese la represión”
Algunos consideran que esa fue la excusa perfecta para la derecha y el alto mando del ejército para acabar con su vida. Porque lo que temían estos entecos burgueses era la influencia profética de monseñor; si Monseñor Romero hacía un llamado al ejército, a los soldados para que no cumplieran la orden de matar a los campesinos, los gringos, la burguesía y los mandos militares, creían, que los soldados, se sublevarían, y, no iban a permitir que eso sucediera. Porque el ejército y sus aparatos represores eran todo con lo que contaban los obtusos del poder para reprimir al pueblo.
Poco antes de su muerte dijo que si lo mataban resucitaría en el pueblo salvadoreño, hoy, tres décadas después, su imagen se encuentra en todas partes y su recuerdo en el corazón de muchos salvadoreños.