Juegos de familia. Iain Banks.
Si estás acostumbrado a leer a Banks mientras te lleva navegando por el espacio, en esas monstruosas macronaves de la Cultura que son como mundos, podrías sentirte rarito con este melodrama costumbrista. En el mismo, la navegación es interpersonal más que física, por entre los meandros de una familia de plutócratas, intentando averiguar un oscuro secreto de nacimiento que te concierne a tí.
Y te va a concernir siempre que te identifiques automáticamente con el protagonista, cosa bastante fácil porque es de los que se crecen socialmente aunque no lo deseen. En este sentido, el autor te lo pone en bandeja.
Pero seguro que echarás a faltar el pulso épico y la adrenalina de esos space operas tan resultones que escribe, quizá los mejores que pueden leerse. Y encontrarás que la comparación con La fábrica de avispas resulta agraviante para el volumen que tienes entre manos.
Algo debes encontrar, pués, para llevarte a la boca, ya que de seguro apreciamos al autor por haberlo leído en Ciencia Ficción, por habernos librado de esa planitud casi obligatoria de los personajes de epopeyas galácticas, siempre atropelladas y alambicadas. Porque sabemos que cuando aparece algún nombre en sus historias, el mismo se acaba desplegando progresívamente como si fuera un cometa, arrastrando una enorme cola autobiográfica y vital. Nuestro Banks, alabado sea, es quien lleva a las estrellas biografías enteritas y es de los que mejor lo hacen, al punto que eclipsan la acción y los escenarios. Por todo ello, dadas le sean las gracias y los besos correspondientes.
También lleva sutilezas, ironías elegantes en las conversaciones, emociones que te agradan por el toque delicado con que se muestran…
Y llegado este punto es cuando, a pesar de que todo ello está presente aquí, hay que decir que la novela te sabe a poco. No creo que sea cierto que leamos a los personajes estén donde estén por ellos mismos. Si los seguimos con agrado es porque están donde están y les pasan cosas. Porque el escenario importa, porque la ambición narrativa es obligada (para ser algo más que un pasapáginas corriente, claro).
Y la ambición no se demuestra yéndote al espacio necesariamente, demonios, no se trata de eso. Pero sí que debería hacerse por escribir algo más que un relato costumbrista, con ese toque tan amable y partidista hacia sus paisanos británicos. Es dificil encontrar uno solo que llegue a caerte mal. El autor se ha empeñado en contarte una historia aparentemente oscura, pero todo se queda en una patochada rural, contada con la benevolencia que tendrías hacía un familiar insufrible pero que no deja de ser algo tuyo.
Miremos sino, el contraste decepcionante que presentan los personajes de origen estadounidense, planos como una calcomanía y convertidos en blancos perfectos para un antinorteamericanismo de sala de billar, así como una ideología difusa e insípida. Que ya se sabe que las viejas Escocia e Inglaterra no pueden pecar hagan lo que hagan y sus habitantes están bendecidos por la misma geografía que pisan.
A comprarse y leerse, por tanto, la serie de la Cultura y con este…pues eso, está bien escrito (traducciones aparte) y los romances son amables.
Un saludo empachado de Highlands.