Hoy Cannes venía marcado por un nombre, el del danés Nicolas Winding Refn. Hace dos año impresionó y entusiasmó a todos con la celebrada Drive y había ganas de ver su nuevo trabajo, pero la decepción ha sido enorme. Se ha llevado el mayor abucheo hasta la fecha y la prensa especializada la ha defenestrado, más benévolos han sido los blogs de cine, en los que algunos además han salido entusiasmado.
La otra película del día, ha sido mucho menos glamurosa, la chadiana Grigris, dirigida por Mahamat-Saleh Haroun el director de Un hombre que grita, que aunque no ha defraudado, tampoco parece haber entusiasmado. Como siempre os dejamos con el resumen del día.
ONLY GOD FORGIVES (Nicolas Winding Refn)
Un ejercicio de estilo absolutamente vacio, sospecho que en Drive este hombre tenía un guión y una historia que contar, pero que a él no se le ocurre nada. Entonces la única preocupación es que la cámara haga planos muy lentos, meter música dodecafónica y una violencia salvaje en planos en los que a un tío le sacan un ojo, le meten una aguja por la oreja. Pero todo está al servicio de la nada. Y Ryan Gosling, poniendo cara de Ryan Gosling, ya me empiezo a mosquear con este tío, no sé si es muy enigmático o es que en realidad siempre tiene el mismo gesto porque no le ocurre nada.
Se trata de algo así como multiplicar por 10 'El silencio de un hombre', de Melville, pero sin, ni de lejos, su convicción. Ni mucho menos su intensidad. (...) El más autoindulgente homenaje a sí mismo que se podría hacer Winding Refn después de 'Drive'. De otro modo, a fuerza de pretender intensidad, se aleja bastante de la intensidad.
Lo de Nicolas Winding Refn es basurilla, una vuelta a ciegas sobre lo que él cree que es el “estiloRefn” pero que en el fondo no es más que una pedantización de una historia requetevista de sangruza, hay momentos incluso que se da un aire al peor Lynch, al que saca el enano de paseo por el plano… Ryan Gosling hace de primo corto del de Drive y…, va…, paso.
Para nada es una Drive en Bangkok. Es mucho más bizarra, violenta y autoral. Una joya visual. ¿Los personajes? Acordes a la fábula, no hace falta más. Kristin Scott-Thomas está pletoríca. Ryan Gosling vuelve a ser más de "meter mano en caliente" que de hablar, no le va eso.
Emilio Doménech (The Cinefagos)
Poesía del cuerpo humano dedicada a lo animal; a la violencia humana. Los versos son los nudillos en tensión de Ryan Gosling, las estrofas son sus puños, a punto de lanzar un ataque mortífero. Las heridas sangrantes, los moratones y los huesos quebrados, junto a las luces de neón y led, ponen la rima. No es que no haya contenido; es que éste hay que encontrarlo en el país de, entre muchos otros, Apichatpong Weerasethakul. Nada viene masticado; todo está por descubrir.
Victor Esquírol (Naiz)
Hay una especie de mímesis camaleónica en Winding Refn (descodificando en imágenes la esencia de sus locaciones cinéfilas) que forja así su libro de estilo, despojando su película de cualquier artificio argumental, profundizando en su estudio continuado del lado brutal de la naturaleza humana. (...) Un Ryan Gosling más hiératico que nunca, en el que apenas se manifiesta un gesto diferente a lo largo del metraje, sometido física y moralmente a una fastuosa Kristin Scott-Thomas, mezcla genética perfecta de Lady Macbeth y Yocasta, motor trágico de esta heredera directa de Sófocles y Shakespeare que es Only God Forgives, de esta pieza donde la imagen se independiza de su entorno y cobra relevancia por ella misma, aunque sea por este único motivo debería ser vista con el respeto del cinéfago sediento de sensaciones.
Martín Cuesta (Cinemaadhoc)
Una excesiva violencia y de una sucesión de imágenes surrealistas, abstractas y psicotrópicas, que si bien ofrecen un gran magnetismo visual, provocan que el director haya descuidado el guión y el desarrollo de la historia. La violencia bizarra de Tarantino y el onirismo estético de Malick se dan cita en una película que sufre las altas expectativas que se tenía depositada en ella y que parece no haber sabido combinar estilo y trama de la manera hábil que sí que consiguió su predecesora. Una cinta más cercana a “Bronson” o “Valhalla rising” que a “Drive”.
Nacho Gonzalo (Lo Que Yo Te Diga)
Un tedioso ir y venir de Gosling por Bangkok. Su rostro impávido y silencioso pretende mostrar su torturado interior, pero no consigue más que exasperar al espectador con una carnicería cool. Sin duda, el mayor acierto es el personaje de Scott Thomas, una Lady Macbeth vulgar que pone los pelos de punto solo con su presencia, y que debería haber sido el centro de la historia.
María Guerra (La Script)
GRIGRIS (Mahamat-Saleh Haroun)
Apañadita. Ingenua. Se puede ver. (...) Cine rudimentario, muy africano, pero tampoco excesivamente molesto. Una película que se puede ver sin más.
También paso de “Grigris”, la habitual peli del “off, off” que producen los franceses y que la exponen aquí para que parezca que peinan el cine africano.
Solvente relato sobre las segundas oportunidades en las zonas rurales del Chad.
Emilio Doménech (The Cinefagos)
El director de la memorable ‘Un hombre que grita’ vuelve a hacer lo que mejor sabe: encontrar el factor humano para dejar por el camino, como quien no quiere la cosa, apuntes del estado actual de una realidad tristemente olvidada. Así, mientras el joven Grigris va enamorándose, tiene que ir alimentando sus sueños con suciedad.
Victor Esquírol (Naiz)
El predecible tono naif de GriGris no hace más que funcionar como un tolerable barniz de verismo, lo que en otra película resultaría molesto aquí parece adecuado y es que estamos convencidos que las necesidades en esta sociedad son tan primarias como podría esperarse: comida, un techo, amor. Sacudidos por esta corriente que nos pone en contacto con la realidad, olvidamos los defectos (que existen) de GriGris y le otorgamos un notable en el cual no interviene la condescendencia occidental, o eso nos parece.
Martín Cuesta (Cinemaadhoc)