Desde finales de la IIª Guerra Mundial, EEUU y sus aliados mantuvieron el centro de sus intereses nacionales principalmente a través de la creación y mantenimiento de un orden internacional liberal. Hoy, esta orden está siendo amenazada a través de distintos métodos y esas amenazas van a definir el contexto del siglo XXI. El principal reto en política exterior que tenemos los liberales progresistas es combatir una orden global emergente ANTIliberal. Estados autoritarios y neofascistas están intentando establecer esferas de influencia mediante la violación de normas territoriales, socavando la orden liberal a través de métodos económicos coactivos y debilitando estados democráticos mediante una guerra política no convencional. Algunos lo llaman populismo y en parte tienen razón, pero más que populismo, podríamos decir que responde a una creciente separación entre “desheredados” y ganadores. La orden liberal actual está MUY POCO PREPARADA para enfrentarse a estos retos debido a dos tendencias globales: estamos perdiendo legitimidad y el equilibrio de poder está cambiando a nivel global. En un ambiente tan convulso como este, cuando los fines de la estrategia liberal siguen siendo claros mientras que sus medios relativos se ven amenazados, EEUU debe revisar su comportamiento para ver cómo puede realizar sus objetivos estratégicos. Los liberales tenemos que revitalizar nuestros actos a nivel global y establecer una nueva orden mundial de seguridad — me viene a la menta un “concierto” de democracias, para mantener los intereses occidentales, reestablecer la legitimidad del orden liberal, y asegurar que la nueva orden internacional emergente nos conduzca hacia un futuro equilibrado.
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El ordenamiento internacional liberal no es una estructura monolítica. El liberalismo internacional es más bien una colección de muchas “sub” órdenes dependiendo del tipo de interacción que estemos tratando. La internacional liberal incluye tres esferas importantes: seguridad, orden económico y orden político. Estas tres ramas han definido la naturaleza de las relaciones internacionales en los últimos 40 años. Sin embargo, hoy, cada rama está bajo amenaza por poderes que desprecian el liberalismo. Son nuestros enemigos.
La orden de seguridad liberal implica que el sistema internacional esté basado en normas y no solo en relaciones de poder. Al contrario, las normas internacionales dictan los límites de cada estado y limitan su capacidad para poner fin al desorden global. Muchas veces, se les llama “bloques rivales” o “esferas exclusivas” regionales. También es cierto que el orden económico actual difícilmente se distingue de la “globalización” y se entiende principalmente como el derrumbe de toda fronteras a favor del flujo de capital, servicios, conocimientos y personas entre fronteras.
Por último, el orden político es en realidad un tipo de fusión entre dos proyectos distintos que construyen cierto orden. El primero es ya famoso históricamente y es el principio de la creación de los estados naciones modernos. Lo vemos encapsulado en los tratados conocidos como la Paz de Westfalia. De ahí surge el concepto de la soberanía nacional, la inviolabilidad de las fronteras nacionales y la “no interferencia” en los asuntos internos de otro estado. El segundo elemento se construye sobre el ascenso de valores liberales, como por ejemplo que los derechos políticos, civiles y universales son colectivos para todos los seres humanos y que da lugar al surgimiento de las democracias en todo el planeta (una lucha que continúa). Así, el orden liberal que hoy concebimos fue definido en Westfalia y desde ahí, el mundo ha ido girando hacia más liberalismo en lo social y lo económico a lo largo de los siglos. Sí, señores, el progreso ha sido casi una constante en casi todos los ámbito de la vida.
AMENAZAS CONTRA EL LIBERALISMO GLOBAL
Cuando se derrumbó la URSS, cuando cayó el Muro de Berlin, yo estaba sentado en el salón de mi casa y era un niño. Pero, tengo muy buena memoria de ese día y todo lo que pasó. A partir de ese momento, había euforia y durante muchos años, el mundo occidental pensó que todo el planeta iba a ser capitalista y democrático como somos nosotros. 1989 fue un año de estallidos democráticos en casi todo el planeta. Los liberales como Thatcher dijeron “OS LO DIJE, PRINGAOS”, “¡todos quieren ser capitalistas!” Sin embargo, en la última década, estamos viendo que no hay tantos motivos para la euforia. Hoy vemos países que insultan abiertamente el orden liberal, y una creciente tendencia de la ciudadanía a pensar que sería mejor la “estabilidad” en vez de la liberalización política o económica. Como dijo Will Marshall, presidente de Progressive Policy Institute, la amenaza principal contra las sociedades liberales venía de las ideologías fascistas y comunistas o el socialismo revolucionario en gran parte del siglo XX. Sin embargo, el contexto actual es diferente. Hoy, la amenaza la tenemos en casa y fuera de casa. Por ejemplo, en el caso de EEUU, por primera vez en su historia, hay un porcentaje nada despreciable de jóvenes menores de 30 años que creen que el orden liberal está desfasado y que hay que cambiarlo. No, no estamos hablando solamente de perdedores drogatas en el ala de Ocasio Cortez, Partido Demócrata. Estamos viendo esta tendencia en la derecha también: los jóvenes de MAGA, de Trump. Ya dije hace varios días en este blog que no hay tanta diferencia entre los Bernie bros y los jóvenes de “Make America Great Again”. Los dos responden a tendencias populistas radicales. Aquí podéis leer un buen artículo sobre los parecidos entre los dos grupos de jóvenes. En general, suelen ser varones de raza blanca, rural casi siempre, y son los que han perdido o los que se perciben como los perdedores de la globalización. He tenido la mala experiencia de tratar con los dos grupos y para nada son especímenes ejemplares para una democracia.
Sé muy bien que el fascismo y el comunismo no son cosas nuevas. Sin embargo, hoy tenemos que responder a nuevos retos estratégicos que plantea el siglo XXI y otra realidad. Es imprescindible identificar en qué cosas específicas está siendo amenazado el orden liberal para poder diseñar una contraestategia sólida.
I. LA SEGURIDAD
El orden liberal se enfrenta a numerosos retos contra su seguridad que están surgiendo en estados revanchistas. El más notorio, en el contexto actual, son los comportamientos de estados como RUSIA. Rusia ha violado la soberanía de Georgia, en el 2014 vimos la anexión de Crimea, todo mientras violan los tratados internacionales en cuestiones de control de armas como les da la gana y siguen modernizando su arsenal nuclear. Putin se mete en todos los conflictos de Próximo Oriente y Sudamérica para dar su apoyo a nuestros enemigos y con la intención de recuperar el poder ruso a nivel internacional.
Mientras, China continúa en su militarización del mar de la China Meridional. China y Rusia buscan consolidar territorio mediante el uso de la fuerza y en violación de las leyes internacionales. Irán y Arabia Saudita continúan financiando guerras en Próximo Oriente mientras que ahora Corea del Norte tiene capacidad nuclear con capacidad para amenazar dos de los más poderosos aliados de EEUU en Asia. Todos estos estados bandidos buscan alterar el orden de seguridad occidental para tener un mundo más compatible con sus intereses económicos, diplomáticos y con capacidad de vetar las decisiones de Europa y EEUU.
II. RETOS ECONÓMICOS
Hoy, países como China han tenido éxito debido a su gran tamaño y la importancia del mercado chino. Muchos estados están empleando medidas económicas mixtas que incluyen préstamos o tratos de negocios políticamente dependientes y limitaciones a las inversiones para acabar con los enemigos políticos. La nueva ruta de la seda china es otro ejemplo que está afectando a la propia Europa. China también hace trampa en el orden de comercio internacional con su “boicot” popular, sus restricciones contra las importaciones y exportaciones, así como otras medidas como las famosas “tariffs” (también empleadas por Trump).
III. RETOS POLÍTICOS
El orden liberal se ve amenazado por retos políticos que emplean guerra política no convencional con el fin de debilitarnos mediante el uso de un “choque” de modelos sociales entre estados liberales y no liberales. Esto lo vemos con grupos que utilizan las redes sociales como arma política, propaganda sutil y la llamada “desinformación” masiva o “fake news” con el fin de cambiar la opinión pública, desacreditar a los políticos “de la élite liberal” y sembrar la desconfianza hacia las instituciones democráticas. Rusia, por ejemplo, apoya todo movimiento populista de forma descarada,. China se infiltra en las empresas de EEUU, el gobierno y sus aliados con su “ciberespionaje”, el robo de secretos comerciales, propiedad intelectual y tecnología. Es más, China y Rusia al menos son honestos en esa cuestión: ellos dicen que el sistema democrático occidental es despreciable.
LEGITIMIDAD Y PODER
Pero, los estados enemigos no son los únicos responsables por la situación en la que nos encontramos. El orden liberal actual está siendo amenazada por una falta de cohesión debido a una mezcla de dos tendencias globales: la desaparición de su legitimidad y un cambio en el equilibrio de poderes. Lo primero es consecuencia de un cambio de valores. Cuando los valores que sostienen los acuerdos internacionales no son sostenibles o se alteran fundamentalmente, son abandonados por aquellos que deben mantenerlo. EEUU es el líder incuestionable del orden internacional liberal y hoy está sufriendo una crisis de legitimidad. Solo hay que ver el desprecio abierto y hostil con el que Trump trata el orden internacional liberal y por eso fue que salió de no pocos acuerdos internacionales.
Sin embargo, este sentimiento, aupado por un desprecio popular contra “el capital” o “la élite” (nunca la definen bien) no es algo que nació de la noche a la mañana. Es un fenómeno que lleva gestándose décadas. Trump NO es una aberración americana. Trump es más bien un fenómeno que ha nacido después de 30 años en los que EEUU, el pueblo americano más bien, no ha querido jugar un papel muy activo en el mundo. Esto empezó a gestarse en la derecha ya hace mucho tiempo con el nacimiento de los “paleocons” y en la izquierda populista que gritaba, ya desde Irak en el 2003, “NO MORE WARS, NO MORE WARS”. En España también lo hemos visto: “NO A LA GUERRA, NO A LA GUERRA”.
Claro, nadie va a negar que las inversiones liberales de capital americano en Europa tras la IIª Guerra Mundial eran por su propia seguridad para contener a la URSS. Ningún poder digno de tal nombre hace algo contrario a sus intereses. ¡Ni que EEUU fuera España! Pero, una vez que terminó la Guerra Fría, los compromisos de seguridad mantenidos por el dinero americano ya no parecían indispensables. Sin la amenaza existencial “soviética” en el mundo, el orden liberal empezaba a perder autoridad. Era ya más difícil sostener argumentos a favor del entramado que los liberales construimos en la posguerra. 30 años después de la caída de la URSS, el orden liberal está siendo agresivamente cuestionado por una población americana que piensa que estos compromisos cuestan mucho dinero y que no reciben ningún beneficio tangible a cambio. Eso sí, las otras ramas de las que hablé anteriormente no se están derrumbando a la misma velocidad. Mientras que el orden económico y político todavía mantienen incentivos para integrarse más aún, el orden de seguridad global se está despedazando en parte debido a la falta de interés americano. Un nuevo orden global está naciendo en el que USA todavía tiene alcance global duradero, pero sufre una pérdida de intereses globales. Esta lenta retirada de su papel en el mundo como policía para la seguridad global contribuye a sembrar dudas sobre si EEUU es un aliado viable. Ante este vacío de poder, no es extraño que no pocos criminales internacionales estén chuleando abiertamente con impunidad. ¡Ya ni siquiera se habla del Consejo de Seguridad de la ONU! En otros tiempos, tiempos sin duda mejores que los actuales, Rusia habría sufrido un fuerte castigo por invadir unilateralmente a Ucrania.
Además, tenemos otro problema: en los años 90 y hasta bien entrada la primera década del siglo XXI, el poder económico y militar era exclusivo para EEUU. Ahora, aunque EEUU siga siendo uno de los países más poderosos del mundo, se debe tomar en cuenta un mundo con más actores poderosos — China e India, Rusia; una Unión Europea potente en lo económico (aunque sea un chiste en lo militar…ni siquiera me puedo imaginar un ejército de europeos hoy en día), un Próximo Oriente inestable y violento así como la proliferación de no pocos estados fallidos. Hay estados como Rusia que están utilizando sus capacidades militares para amenazar a sus vecinos mientras que China, debido a sus éxitos económicos, no tiene reparos ya a la hora de cuestionar el orden liberal.
¿Qué hacemos?
Nos guste o no, el orden global está cambiando. Como somos liberales, hemos de ser pragmáticos. Debemos tener una gran estrategia que utilice todos los instrumentos de poder nacional para proteger al ESTADO. Sí, EL ESTADO. SÍ, EL ESTADO. Una estrategia efectiva debe descansar sobre principios lógicos ideológicos que nos permitirá trazar un camino general por el mundo. Los fines son los mismos — la protección de nosotros los occidentales, nuestro estílo de vida, mantener una economía dinámica y fomentar un clima internacional de seguridad. Los “medios” también incluyen todas las manifestaciones del poder de la sociedad, incluida la MILITAR, la POLÍTICA, la ECONÓMICA y la influencia cultural.
¿Ejemplos? Depende. En el caso de EEUU, existe, por suerte, el efecto disuasorio nuclear, un ejército militar que puede proyectar poder global y unos servicios de inteligencia bastante buenos. Al mismo tiempo, se necesita una poderosa economía y base industrial, las últimas tecnologías, una población educada y un sistema político LIBERAL CLÁSICO DEMOCRÁTICO hamiltoniano.
SEGURIDAD
El principal objetivo de la gran estrategia debe ser la seguridad nacional y su defensa. Tenemos no pocos ejemplos de sectores vulnerables cada vez más amenazados. Una estrategia efectiva debe, obviamente, seguir protegiendo las fronteras contra ataques extranjeros, y proteger la infraestructura (sí sí, no solo la industrial…también la virtual) así como los contantes asaltos contra nuestras instituciones democráticas. Por cierto, las amenazas asociadas con el TERRORISMO INTERNACIONAL no han acabado solo porque algunos no vean conveniente tratar el tema como tampoco ha desaparecido la amenaza nuclear de estados bandidos.
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