1989. La Disney, tras lustros malviviendo de unos últimos éxitos que se remontan a principios de los 70, acepta el reto de John Musker y Ron Clements de sacar adelante una historia basada, de nuevo, en un cuento de hadas. Tomaron La Sirenita, de Hans Christian Andersen, y, con la inestimable ayuda del compositor Alan Menken y del letrista Howard Ashman, la convirtieron en un fastuoso musical que, además de ser la última cinta de animación de la compañía dibujada completamente a mano, inició una nueva edad de oro para la major.
Esta fórmula infalible que une una historia interesante, con base literaria preferiblemente, y una buena partitura salpicada por pegadizas canciones hacía unos años que no daba los frutos deseados. La irrupción de Frozen devolvió a los estudios el glamour perdido con la llegada del siglo XXI. La clave, la elección de músicos de probada versatilidad y fiabilidad sobre las tablas de Broadway. Robert López y Kristen Anderson-López en el caso de la adaptación de La reina de las nieves. Lin-Manuel Miranda, creador de Hamilton (último Pulitzer dramático), junto al samoano Opetala Foa´i, artífices de los temas que narran la odisea de la nueva heroína.
En la antigua Polinesia, cuando la maldición generada por Maui alcanza a la isla donde habita Vaiana, la impetuosa hija del jefe, ésta decide responder la llamada del océano para salir en busca del semidiós y obligarle a arreglar las cosas.
La protagonista, siguiendo los pasos de la Mérida de Brave, se convierte en la segunda princesa Disney a la que no se le conocen intereses románticos, continuando la línea pionera de la factoría en lo que se refiere a la relevancia y al dibujo de sus papeles femeninos, adecuando el cine de animación actual a la realidad social. Su contraparte, Maui, una semidivinidad pícara, juguetona y un tanto desganada, deviene en una versión canalla del Hércules dirigido (también) por Musker y Clements.
Los realizadores se valen de técnicas utilizadas en aquel largometraje a modo de homenaje autoreferencial, que no quedan ahí sino que, con mucha retranca, repasan una nómina cinéfila que se mueve desde el rostro imperturbable de Greta Garbo al final de La reina Cristina de Suecia hasta el aspecto madmaxiano de unos peculiares piratas. La palma se la lleva la obra cumbre del péplum de aventuras a la europea, la mítica (y mitológica) Jason y los argonautas.
La espectacularidad de un trepidante tramo final no consigue arreglar la gran merma de este trabajo, una presentación y un desarrollo indebidamente alargados que lastran la cinta irremediablemente. De haber respetado los noventa minutos marca de la casa nos encontraríamos hablando de algo completamente distinto. Tanto la riqueza musical de Vaiana, con tonadas como How far I´ll go o You´re welcome (su particular Under the sea), como el carisma de los dos protagonistas merecían un esfuerzo de concisión narrativa. No obstante, a pesar de sus taras, se antoja un filme tan recomendable como lleno de guiños; el último, tras los créditos, dirigido precisamente a La Sirenita.
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Copyright imágenes © Walt Disney Animation Studios, Walt Disney Pictures. Cortesía de The Walt Disney Company Spain. Reservados todos los derechos.
Vaiana
Dirección: Ron Musker y John Clements
Guión: Jared Bush, basada en una historia de Ron Musker y John Clements
Intérpretes (voces en la versión original): Auli´i Carvalho, Dwayne Johnson, Temuera Robinson
Canciones: Lin-Manuel Miranda y Opetala Foa´i
Música: Mark Mancina
Duración: 113 min.
Estados Unidos, 2016