Revista Salud y Bienestar

Una historia de la diabetes

Por Jas
Una historia de la diabetes

Debemos a Ebers, médico alemán, el descubrimiento del documento que lleva su nombre. Entre sus 30 metros de jeroglíficos, escritos mil quinientos años antes de Cristo, podemos ver una de las primeras descripciones de la diabetes: según lo anotado los pacientes sufrían de una sed insaciable llegando a beber y orinar muchísimo. Los sacerdotes les recomendaban honrar a los dioses con sacrificios y oración, y comer grasa de ternera mezclada con sangre de hipopótamos…

En una era posterior, en Grecia, el médico Areteo describiría los mismos síntomas, aunque a los griegos debemos dos novedades:
1/Areteo nombró la dolencia con la palabra "Diabetes" que en griego quiere decir "cañería de desagüe".
2/ Pero lo más importante, los griegos también nos dejaron un método de observación y anotación, sin el cual la Ciencia y todos los avances que nombramos a continuación,  simplemente no existirían. 

Por otro lado, antes que nosotros, en las culturas orientales ya se habían ocupado del tema. Ahora sabemos que el dato más antiguo que se tiene sobre la diabetes se lo debemos a Susruta, médico hindú quien, allá por el siglo V a.C., observó una enfermedad que consideró "de ricos". A estos pacientes les aconsejaba una vida ascética, dedicada a la oración, y una dieta más bien carencial…

Por aquel entonces, algunos médicos chinos se dieron cuenta de que la orina de los diabéticos, por ser dulce, atraía a moscas y hormigas… En la Edad Media, los sabios europeos describieron el mal con la expresión greco latina "diabetes mellitus" o "diabetes dulce como la miel". Iban por buen camino en su diagnóstico, aunque no con sus pacientes, que seguían muriendo jóvenes, sin un tratamiento para aliviarles. 

En el siglo XVI Paracelso, profesor de la Universidad de Basilea (Suiza), creó la "medicina de los específicos", en oposición a la "panacea universal", defendiendo su convicción de que cada enfermedad debe ser tratada con su conveniente tratamiento, y que no había un único remedio que sirviera para todo… Paracelso puso a hervir la orina de un diabético. Esta fue tomando consistencia de jarabe, dejando un polvo blanco en el recipiente. Sin probar este polvo y desconociendo su sabor, Paracelso creyó que era sal, justificando así la sed y abundante orina del enfermo… Con este error, el de confundir el azúcar con la sal, la ciencia quedó atascada unos siglos más...

En tiempos más modernos, será el doctor Thomas Willis, quién tendrá la ocurrencia de humedecer uno de sus dedos con la orina de un diabético para probar su sabor. Con este poco higiénico método llega a establecer dos tipos de diabetes: una, cuya orina es dulce y a la que cuadra muy bien el apellido "mellitus", y otra sin azúcar, o “insípida”. Ambas son afecciones totalmente distintas.

Llegamos al siglo XIX sin hallar un remedio. Pero ahora, la medicina se va orientando hacia la experimentación. Con este método, el doctor Claude Bernard descubre que las féculas y azúcares que tomamos con nuestro alimento diario, se transforman en glucosa (azúcar), pasando al hígado donde se convierten en glucógeno, el cual puede volver a cambiarse en glucosa. Este proceso es el que mantiene la concentración constante de azúcar en la sangre.

Paralelamente, al patólogo y analista alemán Paul Langerhans (1847- 1888), le debemos el descubrimiento de los islotes, bautizados con su nombre, responsables de la fabricación de la así llamada "insulina".

En 1889, dos fisiólogos de la Universidad de Estrasburgo, dieron a conocer su gran descubrimiento. Habían conseguido extirpar el páncreas a un perro logrando que sobreviviera a la operación. Observaron que el animal tenía mucha sed, orinaba mucho y su orina atraía a gran cantidad de moscas. Analizada la orina hallaron ¡azúcar!. Hecha la misma operación, con distinto animales, los resultados eran los mismos. Este descubrimiento -en el páncreas está la clave de la enfermedad- es fruto de la serendipia y será confirmado en no pocos estudios en el mundo. Según esto, sólo había que administrar extracto de páncreas y el enfermo sanaría… Así produjeron increíbles preparados con páncreas de diversos animales, que suministraban al enfermo, tanto en inyección como por vía oral. Los resultados fueron desastrosos. No era el páncreas la solución: había que sintetizar la hormona que éste producía.

Por fin en 1922, Frederick Banting y Charles Best lograron filtrar la hormona -una insulina turbia, pero insulina al fin y al cabo- que sirvió para aliviar a un doctor diabético que se había ofrecido de conejillo de indias. En 1923 estos científicos recibieron el Premio Nobel de Medicina. 

La investigación no terminó con la fabricación de insulina, al contrario, comenzó a acelerarse. Se siguió -y se sigue- trabajando para mejorar el tratamiento. Vendrían años frenéticos. La insulina pura, de aspecto cristalino se logró en 1926. Una década después, un grupo de científicos obtiene mediante experimentos una insulina de absorción lenta (retardada básica) que facilitará la regulación de la glucosa durante las 24 horas del día.

Hace apenas 75 años, que la insulina era un líquido lleno de impurezas. Se la inyectaba con imperfectas jeringas de vidrio, en dosis estimativas. Las agujas eran enormes. Había que hervir todo antes de cada uso. Era un lío pensar en salir con semejante laboratorio a cuestas…Y tampoco la esperanza de vida era para tirar cohetes. Hasta hace relativamente poco el pronóstico para estos enfermos era lapidario: probablemente no pasarían de los treinta años de vida. Hasta entonces, la diabetes era una terrible y mortal enfermedad. ¡Y ojo! Que todavía puede serlo, si el paciente no se controla.

Hoy si nos cuidamos, vivimos tanto o más que cualquier otra persona, y con calidad... Pasamos de las jeringas de vidrio a las de plástico desechable. Avanzamos de la inexacta medición de glucosa en la orina con cintas de papel, a modernas máquinas para medir la glicemia con exactitud. El también fantástico lápiz o "pen" para administrar fácilmente insulina apareció en el mercado en 1989. En poco más de una década, nos volvimos independientes, y hoy vamos a donde queramos con un verdadero laboratorio, en miniatura, en el bolsillo.

NOTA: 14/Noviembre
Día Mundial de la DiabetesAniversario de Frederick Banting


Volver a la Portada de Logo Paperblog