Museo del Prado
Fotografía: Osvaldo Gago - Fuente
El derecho a la huelga se constituye como uno de los derechos fundamentales en cualquier Estado democrático y moderno que se precie. En nuestra Constituciónvigente, la aprobada en el año 1978, este derecho viene recogido en su artículo 28, en su punto 2, que afirma: “Se reconoce el derecho a la huelga de los trabajadores para la defensa de sus intereses. La Ley que regule el ejercicio de este derecho establecerá las garantías precisas para asegurar el mantenimiento de los servicios esenciales de la comunidad”. En algunos sectores laborales, un determinado colectivo puede ejercer su derecho a la huelga con una mayor efectividad que otros. Este es el caso de los vigilantes contratados para realizar sus tareas en las salas de los museos. Evidentemente, sin ellos, es imposible proceder a la apertura pública de cualquier museo. En el mes de octubre del año 1987, hace veinticinco años, el Museo del Prado vivió una de sus primeras huelgas laborales.
Interior del Museo del Prado
Fotografía: MamboZ - Fuente
Octubre y noviembre fueron los meses más calientes en el conflicto laboral que vivió el Prado. Durante estos meses el Museo permaneció cerrado al público varios días. Los paros fueron intermitentes durante el mes de octubre (los días 13, 20, 21, 27, 28 y 29) con el objetivo de exigir mejoras laborales. Finalmente, ante la falta de un acuerdo negociado el personal laboral convocó una huelga indefinida que dio comienzo el día 3 de noviembre y se prolongó hasta el 13 del mismo mes, cuando la Delegación del Gobierno de Madrid decidió el establecimiento de unos servicios mínimos que permitiesen que, al menos, se mantuviese abierta y visitable la sala principal del Museo. Ante la imposición, los trabajadores decidieron desconvocar la huelga aunque aseguraron que mantendrían sus reivindicaciones (ABC, 13 de noviembre de 1987).
Concierto rústico, 1638, Adriaen van Ostade
Museo Nacional del Prado - Fuente
Dada la situación laboral del Museo, todas las sospechas recayeron sobre el colectivo de los vigilantes que habrían hecho desaparecer el cuadro para hacer un llamamiento sobre su situación salarial y la responsabilidad de sus cometidos. Después del hallazgo del óleo, la dirección del Museo y representantes del comité de trabajadores decidieron realizar un comunicado conjunto en el que expresaban su “rechazo e indignación absoluta ante los hechos”. Nunca se conoció al responsable de este hecho extraño y sorprendente que sucedió en el principal museo español en esos días de noviembre de 1987.
Luis Pérez Armiño