Revista Cultura y Ocio

Una identidad que insiste en ser feliz: reencuentros

Por Agora
Una identidad que insiste en ser feliz: reencuentrosJosé Luis MoranteReencuentrosLf Ediciones, 2007. Hay periodos vitales tan espesos que no dejan filtrar la luz del sol.” Existen maneras de abordar la literatura injustamente en desuso. Por esa razón, algo me ha impulsado a reivindicar Reencuentrosy colocarlo en la lista de reseñas antes incluso que otros escritos más famosos. Se trata de un diario (de carácter literario), y esa cualidad lo hace, al contrario de lo que podría pensarse, de lectura adecuada tanto para el lector dedicado, como para ese otro esporádico que poco tiempo tiene entre esperas de transporte público y deberes familiares. El volumen cubre las anotaciones personales —realizadas entre julio del 2002 y diciembre de 2006— de José Luis Morante. Calidad y fama preceden al autor: poeta galardonado, ensayista y crítico literario para diferentes publicaciones de prestigio, e impulsor y coordinador de revistas como Luna Llena y Prima Littera. El libro combina todas estas facetas en una misma forma de entender tanto vida como literatura. A lo largo de sus páginas, descubriremos las apreciaciones y reacciones de un hombre respecto de su entorno. Experimentaremos cómo se enfrenta a los sinsabores y mezquindades de lo cotidiano en búsqueda de una felicidad apegada, sin duda, al ejercicio de la integridad y la modestia. Así, “aprovisiona elogios pero no descuida comprobar la fecha de caducidad para formarse una ajustada imagen de sí mismo”.La realidad se presenta como “un espejismo”, un entorno kafkiano. Golpea al escritor en forma de oleaje, desencadena cierta melancolía y, a veces, una profunda impotencia. Esa sensación de torpeza para sobrellevar las dificultades —“Soy el que yerra”.— le conduce incluso a desear ser “otro” en la más pura tradición de Borges. Nos acostumbramos con simpatía y rapidez a esa mirada filosófica, emotiva, y deseosa de compaginar (a veces con gran sacrificio) sus pasiones personales, esas cosas que otorgan felicidad: el amor a la familia, a la literatura y al trabajo bien hecho. Utiliza como referente la vara de la autocrítica; por eso la referencia al espejo es una de las constantes del recorrido. El reflejo devuelve una persona dual, humana y auténtica. Si bien, a diferencia de muchos, no muestra miedo a admitirlo, a dejar constancia escrita de ello. Y nunca cesa en su empeño de buscar la realización. El aforismo sustituye a la medicina de urgencia cuando el libre albedrío se indispone”.El estilo es depurado, directo y lírico; ninguna palabra sobra. No obstante, resulta de lectura amable y muy entretenida. Se percibe la tendencia del autor al aforismo y la sentencia, muy presentes en su obra poética. Para él, la realidad es mucho más que la apariencia; se encuentra íntimamente relacionada con la literatura y las inquietudes. De esta manera, las obras de ciertos escritores son una terapia, un alivio, un ancla de identidad: “Hay libros que me dicen quien soy”. Elementos de crítica social y literaria se van alternando con apreciaciones intimistas respecto al cambio de las cosas (la imposición del e-mail frente a la carta) y la evolución como persona: “La edad sosiega”. Físicamente, se trata de un tomo poco corriente, muy trabajado, de estupenda calidad. Recio y no muy grande. Sus páginas gruesas y satinadas resultan de lectura agradable y buen contraste. Se acompaña de una chaqueta (forro) con solapas que protegen las cubiertas. Contiene pequeños detalles que lo distinguen, como ilustraciones a imitación de sombras chinescas, que representan los perfiles de caminantes en la esquina superior izquierda de cada página impar: al pasarlas rápidamente, semejan estar en movimiento. En resumen, una joya digna de leer, un diario de poesías en prosa, que nos acompaña en el camino igual que un amigo fiable. Un ejemplar extraño en estos tiempos. Fernando López Guisado

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