Recuerdo que poco sabía de Origen cuando fui a verla. DiCaprio y Gordon-Levitt eran

Encontrar una manera fácil de explicar el mundo de los sueños no es solo complejo, sino que requiere una mente siempre dispuesta a ir más allá. Y esta mente (mentes) son los hermanos Nolan. Entendieron el mundo de los sueños como otra dimensión espacial, ¿y si los sueños fuesen tridimensionales? Y así fue como los concibieron, como una auténtica obra de ingeniería, colocando (como hace la propia Ariadne) un espejo ante otro espejo, multiplicando las dimensiones hasta el infinito. Además, todo ello está hilado perfectamente y conectado, los tiempos (que pasan más lento a mayor lejanía) y cada capa del sueño con sus personajes y su función. La primera capa es de Dom (DiCaprio) y Saito (Watanabe), ya que Yusuf es un mero conductor. La segunda capa es de Arthur (Gordon-Levitt) y Ariadne (Ellen Page), dejando la tercera para Eames (Tom Hardy) y Robert Fischer (Cillian Murphy). Pero todas ellas están enlazadas por la mente de Dom con sus proyecciones y recuerdos sobre su mujer Mal (Marion Cotillard).


En otra dimensión o no, los sueños son un reflejo de nosotros mismos. Recuerdos, pulsiones y sobre cargas de información activan esta realidad "paralela" y distorsionada en nuestro cerebro. Nolan deja que te introduzcas en los sueños de todos ellos, exponiendo, sin duda (como buenos cinéfilos, siempre dejamos algo de nosotros mismos en el visionado de las películas: la compañía, frases que se adaptan a nosotros, personajes con los que empatizamos) y nos fundimos con la butaca, penetrando capas a través de la sedación que Zimmer nos proporciona, pero el sueño se desmorona y poco a poco, despertamos. Pero, ¿cómo saber si aún seguimos soñando? Nolan no saca de dudas con una "patada" personificada en una peonza...
"Estás esperando un tren..."