Revista Cultura y Ocio

Una interpretación completamente equivocada de ruby sparks (jonathan dayton & valerie faris, 2012)

Publicado el 26 marzo 2015 por Jorge Bertran Garcia @JorgeABertran
UNA INTERPRETACIÓN COMPLETAMENTE EQUIVOCADA DE RUBY SPARKS (JONATHAN DAYTON & VALERIE FARIS, 2012)

Ruby Sparks, una chica perfecta que cobra vida tras salir de la mente de un escritor, es una metáfora -muy bonita- de la imposibilidad de encontrar a la pareja ideal. 


UNA INTERPRETACIÓN COMPLETAMENTE EQUIVOCADA DE RUBY SPARKS (JONATHAN DAYTON & VALERIE FARIS, 2012)
El protagonista, Calvin (Paul Dano), -que comparte nombre con ese niño que cree que su tigre de peluche es su mejor amigo- es un joven con tanta imaginación que, con una vieja máquina de escribir, consigue crear y cambiar a su antojo a su novia (Zoe Kazan) utilizando la prosa. Ese superpoder puede parecer la solución perfecta a los problemas de pareja. Pero lo que se pregunta la autora de esta historia -la propia Zoe Kazan- es si es posible amar a una marioneta de nuestros deseos ¿dónde queda entonces la sorpresa? ¿y la admiración por una persona que tiene ideas diferentes a las nuestras? El propio Calvin parece darse cuenta de esto porque al principio guarda su novela -la de Ruby Sparks- en un cajón, en una metáfora de la creación artística: el escritor supera su bloqueo cuando se enamora de Ruby, deja de escribir cuando es feliz con ella, y no retoma su novela hasta que no aparecen los problemas sentimentales y la pierde. El arte nace de la angustia. 
UNA INTERPRETACIÓN COMPLETAMENTE EQUIVOCADA DE RUBY SPARKS (JONATHAN DAYTON & VALERIE FARIS, 2012)

El proceso en el que Calvin cambia a Ruby una y otra vez es -de nuevo- una metáfora sobre las sucesivas relaciones con diferentes personas en las que inevitablemente fracasamos para poder encontrar, por fin, a la que creemos definitiva. Hasta que los defectos se acumulen de nuevo.


UNA INTERPRETACIÓN COMPLETAMENTE EQUIVOCADA DE RUBY SPARKS (JONATHAN DAYTON & VALERIE FARIS, 2012)

Ruby Sparks nos dice que no puede existir la pareja perfecta porque esa perfección es también un defecto. Pero me atrevo a decir que vale la pena buscar -y equivocarse, equivocarse mucho y muy mal- porque esa persona ideal sí que existe. La clave está en enamorarse de los defectos del otro. Esos que -sin amor- pueden parecer irritantes: la manía de cantar canciones cursis todo el rato; que cada mañana se pase una eternidad en el baño haciendo rugir a un secador de pelo; o lo peor, que siempre encuentre algo bueno que decir de absolutamente todo el mundo. Incluso de mí.
UNA INTERPRETACIÓN COMPLETAMENTE EQUIVOCADA DE RUBY SPARKS (JONATHAN DAYTON & VALERIE FARIS, 2012)

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