La isla Hans es una pequeña roca deshabitada, y estéril en el Ártico sin reservas conocidas de petróleo o gas natural. Sin embargo, aún así, hay una disputa territorial entre Dinamarca y Canadá sobre quién posee esta pequeña roca, y una muy rara por cierto.
A diferencia de muchos otros conflictos territoriales, éste se libra de una manera marcadamente pacífica. Las posibles graves consecuencias diplomáticas a un lado, los canadienses y daneses se turnan para colocar sus banderas en la isla, una curiosa práctica que ha estado sucediendo desde los años 1980.
Pero se pone aún más extraño. La isla fue disputada por primera vez en 1933, pero en gran medida olvidada durante la Segunda Guerra Mundial. La disputa inusual volvió a empezar en serio en 1984 cuando, durante una visita a la isla, el ministro danés de Groenlandia plantó la bandera nacional y dejó un mensaje que dice "Bienvenido a la isla danesa" ( "Velkommen til den danske O" en danés) junto con (se dice) una botella de brandy.
Desde entonces, cuando la bandera de la isla se cambia periódicamente entre la danés y la bandera canadiense, la botella es también sustituida en cada visita. Los canadienses dejan una botella de Canadian Club y los daneses una botella de aguardiente.
El conflicto a día de hoy sigue sin resolverse, pero hay sugerencias sobre cómo avanzar. Expertos del Ártico de Canadá y Dinamarca proponen hacer de Hans un condominio, una solución que ha demostrado resolver otros conflictos en el pasado. Pero en una región de creciente importancia a medida que los recursos naturales se están volviendo disponibles y nuevas rutas de navegación se están abriendo, no está claro si los dos países pueden conformarse con una solución de este tipo.
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