Revista Libros

Una lanza por la política insípida

Publicado el 09 septiembre 2010 por Jesuszamorabonilla
UNA LANZA POR LA POLÍTICA INSÍPIDA
Acabo de leer el libro de Rüdiger Safranski ¿Cuánta verdad necesita el hombre? (el título es una frase de Nietzsche). No es tan "profundo" como cabría esperar de un alemán discípulo de Adorno, pero da unas interesantes notas impresionísticas sobre las andanzas del "anhelo de verdad", de Sócrates a Hitler..Me quedo con unos pocos párrafos del final, que parecen anunciar otro libro más interesante, y que suscribo al cien por cien:.La historia nos enseña lo peligroso que puede llegar a ser hacer política con las verdades de los filósofos y los poetas; verdades como las del platonismo, las de la metafísica, las del romanticismo, las de Hegel, Nietzsche o Spengler, trasladadas a la política han ocasionado estragos. Son necesarias en política, por el contrario, las ideas que se ciñan a lo trascendental para la convivencia, es decir, que se refieran exclusivamente a las condiciones de posibilidad de una convivencia libre y pacífica (...).Lo que necesitamos es una política de verdades insípidas; una política que no ambicione dar sentido a la existencia; una política sin alma; necesitamos una política que permita al individuo buscar su verdad, sin el pathos de una filosofía de la historia ni el trémolo de una visión del mundo. Una política que en virtud de esa parquedad tan útil para la vida pueda llegar a resultar aburrida, insignificante incluso; tan insignificante y corriente como nuestros intereses cotidianos, cicateros y egoístas, que la política ha de esmerarse en integrar en un equilibrio razonable tanto entre ellos como con los principios básicos de la vida (...).La política es la negociación del restablecimiento de la paz en el campo de batalla de las verdades, restablecimiento que no puede ser guiado por ninguna verdad trascendente salvo por aquella que garantice unas condiciones de vida dignas para el hombre. Su contribución capital ha de ser la vigilancia del respeto a las reglas del juego que permiten a cada uno descubrir o incluso inventar su verdad vital. La verdad elemental de la política debería consistir precisamente en esas reglas (...).El ámbito de la verdad cultural puede llegar a ser trascendente, el político está obligado a ser sólo trascendental. La cultura puede lanzarse en busca de lo trágico, del sufrimiento más intenso; la política debe, por contra, partir del principio de elilminación o atenuación del dolor (...) La cultura anhela amor y salvación, la política se preocupa, en cambio, por la justicia y el bienestar. Necesitamos las verdades intrépidas de la cultura a la par que las frías y útiles verdades de la política (...) Ambas verdades, la cultural y la política, deben permanecer separadas, mas no bajo la forma de la división del trabajo: cada uno debería ser capaz de mantener esa separación, de manejarse en dos ámbitos de verdad (...) En eso consistiría saber vivir..
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