Según un estudio desarrollado por expertos de la Universidad de Aberdeen (Escocia), una muerte fetal incrementa en cuatro veces el riesgo de sufrir otra en un próximo embarazo, en comparación con las mujeres que han dado a luz a un recién nacido vivo. Aunque el riesgo de mortinato se ha reducido considerablemente en la mayor parte de Europa, en países como el Reino Unido las estadísticas arrojan un importante número de casos, en el año 2013 en este país se registraron 3.286 nacidos muertos.
Los expertos explican que la muerte fetal es uno de los resultados obstétricos adversos más comunes y una experiencia muy traumática para los padres, éstos necesitan entender qué ha ocurrido y quieren saber qué riesgos sufren para que no se vuelva a producir en un siguiente embarazo. Sin embargo, no ha habido suficiente información para la gestión clínica o para poder mejorar la prevención de este desenlace tan traumático, es por ello que se decidió llevar a cabo una revisión de los casos y un análisis profundo para examinar la relación entre la muerte fetal en un primer embarazo y el riesgo de que se volviera a producir en un próximo embarazo.
En la investigación se analizaron 16 estudios que incluyeron en total 3.412.079 mujeres embarazadas de países con un poder adquisitivo elevado, Escocia, Estados Unidos, Australia, Israel, Países Bajos, Suecia, Noruega y Dinamarca. 3.387.538 mujeres tuvieron un recién nacido vivo anterior, 24.541 tuvieron un mortinato en el primer embarazo. De este grupo, 606 mujeres sufrieron nuevamente la muerte de su futuro bebé, cifra que contrasta con las 13.677 de 3.387.538 mujeres que tuvieron un bebé nacido muerto sin tener antecedentes, lo que representa un 0’4%.
Se evaluó el riesgo de muerte fetal en un segundo embarazo en 12 estudios, los datos mostraron que casi se quintuplicaba el riesgo de que una mujer sufriera la muerte de su futuro bebé si anteriormente había sufrido este problema, este riesgo es más alto que el que se asocia a las condiciones de salud de la madre, como por ejemplo sufrir diabetes o hipertensión. Los investigadores tuvieron en cuenta factores que podían alterar los resultados, como por ejemplo la edad materna o el tabaquismo, eliminando estos factores se constató que el riesgo de sufrir la muerte del futuro bebé era de cuatro veces si se había tenido un mortinato en el primer embarazo. Los expertos apuntan que no saben cuáles son los verdaderos motivos para que se produzca una muerte fetal, sea en un primer o segundo embarazo, comentan que saben muy poco sobre los casos de mortinatos, no suele haber una explicación conocida, apuntando que estos alcanzan el 40%.
Los expertos consideran que cuando existen antecedentes es necesario intensificar la supervisión y control del embarazo, también es importante poder seguir investigando para conocer todas las causas implicadas en la muerte fetal para poder mejorar la prevención y la actuación. Siempre que se produce un fatal desenlace en el que el bebé nace muerto, los padres preguntan cuáles son las posibilidades de que vuelva a ocurrir en un segundo embarazo y aunque a nivel general el riesgo es relativamente bajo, en los casos con antecedentes el riesgo es elevado, lo que obliga a seguir investigando para identificar los posibles problemas antes de que ocurran y así evitar que se produzca un segundo caso de mortinato.
Una mujer que sufre la muerte de su futuro bebé tiene una recuperación complicada y larga, si se logra que en un segundo embarazo el bebé nazca vivo ayudará mucho en la recuperación definitiva. Por último y a fin de poder limitar los riesgos al máximo, los expertos recomiendan preparase para el segundo embarazo, no beber alcohol, no fumar, realizar una dieta saludable y cumplir los objetivos del aumento de peso. Podéis conocer más detalles de esta interesante investigación a través de este artículo publicado en la página web de la Universidad de Aberdeen.
Foto 1 | Lunar Caustic
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Una muerte fetal incrementa en cuatro veces el riesgo de sufrir otra en un próximo embarazo