En lo personal soy de quienes prefieren tomar sus decisiones -en cuanto a usos, costumbres y tradiciones- pero dualmente respeto y apoyo la decisión que tienen los padres a instruir de la mejor manera que intuyen posible su moral, costumbres y, por qué no, creencias religiosas. El diario The Guardian reporta un caso particular. James Harrington -periodista freelance del periódico inglés- publicó el catorce de enero del dos mil catorce un artículo, a manera de carta, compartiendo su situación personal. Harrington se autodenomina agnóstico mientras explica cómo tanto él cómo su esposa, a quien llama atea ferviente, reaccionaron cuando su hija de ocho años les anunció que por libre voluntad deseaba bautizarse y, por tal, ser católica. Como dato previo, antes de compartirles las carta, es el hecho de que los hijos de padres ateos regularmente se bautizan cuando reciben formación religiosa en la escuela.
Artículo original: My wife and I are atheists, but our daughter wants to be baptized Catholic traducido libremente como Mi esposa y yo somos ateos, pero nuestra hija quiere bautizarse como católica.Durante décadas, dios y la religión no han tenido importancia en mi vida. Fui bautizado de bebé, pero no pase, como creyente, más allá de la primera comunión. Esto, oficialmente, podría definirme como católico en el sentido amplio, pero aun así soy una persona que, más que no practicar, se detuvo antes de empezar.
Además de las asambleas matutinas y los ensayos semanales de cantos en la escuela primaria, seguido de un par de años de clases de religión en el colegio (que abandoné en cuanto pude elegir materias), apenas he pensado mi alma inmortal, y mucho menos me ocupa la dirección que ésta debe tomar cuando muera.Con los años, cuando me preocupé un poco por ello, llegué a la conclusión de que prefería la teoría científica de la vida y el universo a la teoría espiritual. Lo más probable es que eso me defina más bien como ateo, pero prefiero inclinarme hacia el lado agnóstico del espectro. Sé que soy escéptico en el sentido verdadero del término. O superficial. Una de las dos cosas.Estaba de acuerdo con mi esposa, quien se define como una fervorosa atea, cuando expresó que podría soportar cualquier decisión que tomaran nuestros hijos exceptuando el querer enrolarse en el ejército o en el clero. Por tanto, ¿qué pasó cuando nuestra hija, de ocho años, decidió que no solo creía en Dios (con D mayúscula) sino además nos comunicó su deseo de ser bautizada en la fe católica?Esto no debería haber sido un motivo de gran sorpresa para nosotros. Hace unos cinco años el trabajo nos llevó a mi esposa, también periodista, a nuestra hija, que entonces tenía tres años, y a mí del este de Inglaterra al suroeste de Francia. Inscribimos a nuestra hija en la escuela católica local, elegida únicamente por la recomendación de una colega que nos habló de la calidad de su educación. Y, francamente, la escuela tenía lugar cuando lo necesitábamos. Nuestra hija a lo largo de éstos años ha frecuentado la misma escuela y no teníamos motivo de queja. Todo lo contrario. Teníamos muchos motivos para agradecer a nuestra compañera la sugerencia. Al ser una escuela católica, cada semana había una hora de clase de catequesis. Técnicamente, nuestra hija no debería haber empezado estas clases al no ser (aún) católica, pero nunca pensamos en impedirlo y nunca había sido un problemaUn amigo lleva clase. A menudo nos decía que nuestra hija estaba muy interesada en aprender y que visiblemente se veía emocionada en los días festivos y en las vacaciones, cuando los alumnos iban a la iglesia. Pero una cosa son las catequesis en el colegio, y algo muy distinto es querer todo el paquete y ser bautizado. Y, aparentemente, otra cosa es querer ser bautizado conscientemente.Con el riesgo de disgustar a mis padres, tengo que decir que no tenía elección: fui bautizado antes de que pudiera expresar alguna opinión sobre ello. No es que importe. Fui bautizado. Pero, aparte de hablar sobre ello aquí y ahora, este hecho casi no ha tenido ningún impacto en mi vida. Fin de la historia.Sin embargo, nuestra hija tomó una decisión que define su propia vida. No podría estar más orgulloso de ella. Pero no puedo negar que lo que nos dijo a mi esposa y a mi detuvo nuestro desinterés en la religión, ligeramente engreído, y nuestra trayectoria causa perdida de progresistas.¿De dónde cogió el valor para decirnos lo que quería? Estaba claro que nuestra valiente y dulce hija había reflexionado seriamente y durante mucho tiempo sobre su fe.Mirando atrás, nos dimos cuenta de que habíamos discutido con la pequeña regularmente sobre nuestras distintas creencias. Nuestra hija nos trajo el Génesis. Nosotros le dimos el Big Bang. Ella nos trajo la Natividad, la paz y nos felicitó la Navidad. Nosotros le dimos a su familia, los amigos y buena comida. Ella nos trajo la crucifixión. Nosotros le dimos el Conejo de Pascua. Ella nos trajo el cielo, dios y el paraíso. Nosotros le dimos la vida del siglo veintiuno.Después de todo esto, y a pesar de nuestra apacible antipatía hacia dios y la creación, ella tuvo valor y coraje sobre sus convicciones y nos dijo a ambos, a la cara y ante el sacerdote, que nuestra visión del mundo no era suficiente para ella. Ella cree. Quiere ser bautizada y quiere ser católica.Para mí significa viajes frecuentes a la parroquia para clases extra de religión católica. Significa ir a la iglesia para la misa familiar de los domingos y no saber cuándo tengo que sentarme o estar de pie con la esperanza de que el sacerdote no venga hacia mí con el micrófono cuando esté dando su sermón (no creo-espero que lo haga).Significa un esfuerzo extra por mi parte y una pequeña frustración para mi esposa, que intenta –y a menudo fracasa– entender la atracción que tiene todo esto. Pero lo es todo para mi hija. Ella ha decidido dar el primer paso en un camino que, en última instancia, tendrá que viajar por sí sola. Iré con ella tan lejos como pueda, pero ella sabe, incluso ahora, que este es su viaje. Se dirige hacia donde yo no puedo seguirla.Espero que la próxima vez que se enfrente ante una decisión que defina su vida recuerde el momento cuando nos dijo que tenía fe en algo en lo que nosotros no creemos. Y que creímos en ella.
Impresionante ¿no? ¡Desde luego! El que un niño decida ir a tan temprana edad ir en contra de las creencias de sus padres es admirable -y respetable- y más aún que pese al shock natural de sus padres éstos decidan maduramente respetarla, sobre todo en cosas tan elementales de su vida. Lo curioso, viene, amable lector, al pensar qué pasaría si fuese de manera contraria: si el niño deseara dejar de ser religioso -o cambiar de fe- y sus papás fuesen creyentes fervorosos...¿Serían igual de tolerantes y respetarían la decisión de su pequeño? #ateos, ateísmo, hija de ateos se bautiza, convicción de creencias, the guardian, bautizo de ateos, catolicismo
La imagen que encabeza el post la obtuve del blog de la Pastoral Familiar de la Diócesis de Granada (España) mientras que la carta de James Harrington la leí en The Guardian El
bLog de miguE les desea un feliz dos mil catorce; en el blog, por si gustan, podrán ver el doodle especial de año nuevo.