Se llama Aziza Rahimzada, tiene 14 años y fue refugiada, en Kabul, con su familia cuando, en 2001, tuvo que huir de la guerra en la provincia de Parwan.
Ahora, ella ayuda a otros niños refugiados afganos a integrarse en el sector educativo y la protección del Estado. Su historia se ha dado a conocer tras ser una de los tres candidatos al Premio Internacional de la Paz para Niños de 2015.
“Puedo sentir el dolor de todos los pobres niños refugiados, porque yo misma soy una refugiada y no tuve acceso a una educación regular durante años”, contó a Efe.
Se encuentra entre los aspirantes a este reconocimiento al conocer que fue capaz de movilizar a las autoridades para que repararan una tubería que daba agua a 170 familias y hacia que, cada día, más de 400 niños tuvieran que caminar largas distancias para conseguirla. Además, utiliza el arte del circo para que los más pequeños puedan ejercer su derecho a la educación y la salud.
“Ayudo a los refugiados a conseguir sus derechos legales en educación, salud, y en la vida diaria a cómo alzar la voz por sus derechos”, explicó.
Desde muy pequeña ayudó a que 26.000 niños desplazados por el conflicto en Afganistán vayan a la escuela y tengan agua potable en los campos en los que viven a las afueras de Kabul.
Desde el final del régimen talibán, en 2001, el acceso a la escuela fue mejorando en el país asiático, donde actualmente unos 8,6 millones de niños van a clase (39 % niñas), pero aún quedan otros 3,5 millones privados de educación por la violencia o porque trabajan pese a su temprana edad, según datos de Unicef.