Lise Meitner nació el 17 de noviembre de 1878 en Viena, entonces capital del Imperio Austrohúngaro en el seno de una familia acomodada. Su padre, un abogado llamado Philipp Meitner, recibía en su casa a importantes personalidades de la cultura y la política de la época, reuniones a las que Lise y sus hermanos acudían con regularidad. Lise tuvo la educación que se esperaba de las niñas de su tiempo pero poco más. Cuando terminó sus estudios oficiales con poco más de catorce años, la pequeña quiso seguir estudiando y lo consiguió gracias a la ayuda de un tutor facilitado por sus padres. Desde bien pequeña sintió una marcada inclinación hacia las ciencias. Su inteligencia y fuerza de voluntad fueron la clave para conseguir su ingreso en la Universidad de Viena, en 1901, algo que en aquel inicio del siglo XX era totalmente inaudito. Seis años después se doctoraba, convirtiéndose en la segunda mujer en alcanzar dicho reconocimiento en la universidad vienesa.
Lise Meitner y Otto Hahn
Poco después, Lise se trasladó a vivir a Berlín donde empezó a trabajar con el físico Max Plack. Fue en su casa donde conocería a otro científico, Otto Hahn. Pronto congeniaron y Lise y Otto iniciaron una amistad y relación profesional que perduró durante muchos años. En 1907 Otto Hahn conseguí ingresar en el Instituto de Química de la Universidad de Berlín, algo que Lise no consiguió por su condición de mujer. A pesar de ello, insistió tanto a los responsables del centro que consiguió un humilde espacio en una antigua carpintería dentro del recinto del instituto donde pudo continuar con sus investigaciones. Cinco años tuvieron que pasar para que Lise demostrara su valía como científica y alcanzara el reconocimiento del Instituto y el permiso para acceder a los laboratorios. Empezó también a cobrar un pequeño sueldo, siempre más bajo que el de su colega Otto Hahn. Pero su inteligencia y profesionalidad no se podía negar y Lise consiguió incluso dar clases en la Universidad de Berlín. Con el ascenso del nazismo en Alemania, Lise Meitner tuvo que abandonar Berlín y, con la ayuda de Otto, logró llegar a Estocolmo donde logró un puesto en el laboratorio del científico Manne Siegbahn. A pesar de la distancia, Lise y Otto continuaron trabajando mediante una fluida y constante relación epistolar. Las investigaciones de ambos darían como resultado el descubrimiento de la fisión nuclear, fenómeno que Lise explicó de manera brillante en un artículo publicado en la revista Nature el 11 de febrero de 1939. El descubrimiento fue sin embargo, motivo de discordia entre ellos pues su aplicación inmediata pasaba por la creación de la bomba atómica, arma a la que Lise se opuso toda su vida. En 1944, Otto Hahn recibía el premio Nobel de física, algo que la comunidad científica aplaudió pero criticó a la vez al pensar que su colega y compañera Lise Meitner también merecía. Su condición femenina, sus orígenes judíos, fueron algunos de los argumentos que sobrevolaban silenciosamente sobre ella. Pero lo cierto es que, a pesar de no recibir el prestigioso galardón, sí tuvo el reconocimiento público del mundo de la ciencia y a lo largo de su carrera recibió otros premios. Establecida en Inglaterra, Lise Meitner pasó buena parte de su vida investigando hasta que falleció en Cambridge con casi noventa años el 27 de octubre de 1968.