Revista Salud y Bienestar
Los reumatólogos disponen de nuevos criterios para diagnosticar precozmente a los pacientes con artritis reumatoide. Esta nueva herramienta de medida –que ha sido consensuada por especialistas de todo el mundo- permite detectar los casos de artritis de reciente comienzo, frente a la clasificación anterior que únicamente servía para pacientes con la enfermedad evolucionada. Por tanto, favorece la instauración temprana del tratamiento y con ello la mejora del pronóstico de la patología. Según el doctor Antonio Gómez Centeno, del Servicio de Reumatología del Hospital de Sabadell (Barcelona), “hasta la fecha existían unos criterios de clasificación (publicados en 1987) que distinguían la artritis reumatoide establecida de otras artropatías inflamatorias. Estaban basados en las características que presentaban pacientes con una duración media de su enfermedad de 8 años y no eran del todo útiles para los pacientes con artritis de comienzo reciente”.
Esta nueva herramienta está diseñada para aplicarse en pacientes que presentan sinovitis (inflamación articular) en, al menos, una articulación; y cuyo origen no se pueda explicar por ninguna otra enfermedad. Si el afectado cumple estas premisas se le aplicará una serie de criterios ponderados clínicos (número y tamaño de las articulaciones afectadas), serológicos (usando dos marcadores: el factor reumatoide y los anticuerpos frente a péptidos citrulinados), analíticos de actividad (mediante la medida de los reactantes de fase aguda velocidad de sedimentación globular –VSG- y proteína C reactiva –PCR-) y de duración (si el cuadro clínico es igual o superior a 6 semanas). “Con estos criterios podremos clasificar mucho más rápidamente a los pacientes y, por tanto, podremos iniciar con más razón el tratamiento con los fármacos moduladores de la enfermedad (FAME), y lograr así mejorar la calidad de vida de los afectados”, indica el doctor Gómez Centeno.
El diagnóstico temprano es muy variableLa historia clínica y la exploración física son las pruebas más útiles y rápidas para el diagnóstico de la artritis reumatoide, mientras que la ecografía y la resonancia magnética son beneficiosas en casos dudosos (cuando con la exploración no se puede determinar de forma segura que exista inflamación) y en el seguimiento de los pacientes para medir su respuesta al tratamiento cuando la respuesta es muy buena y no se detecta inflamación por la exploración clínica o para determinar si la enfermedad está en remisión.Respecto al porcentaje de los casos que se diagnostican de forma precoz, el doctor Gómez Centeno asegura que “es muy variable dependiendo de la accesibilidad de los pacientes a la atención sanitaria y de la interrelación entre los médicos de familia y reumatólogos”. En concreto, “los reumatólogos del Hospital de Sabadell acudimos a los centros de atención primaria semanalmente para pasar consultas, lo que permite una detección precoz de hasta un 90% de los afectados. De este modo, se establece una media de 2,5 meses entre el inicio de los síntomas y el diagnóstico; y de 15 días entre la visita al médico de atención primaria y el especialista”, señala.
-Insuficientes unidades de artritis precoz
No obstante, el experto insiste en que “a pesar de contar con nuevas armas para el diagnóstico, es muy importante que los pacientes no lleguen tardíamente a la consulta del reumatólogo. Por ello –añade- los médicos de familia que tengan la sospecha diagnóstica deberían remitir a los pacientes a las unidades de artritis de reciente comienzo”. En este sentido, advierte de que “no existe un número suficiente de unidades de artritis precoz en España, aunque se están empezando a instalar en los grandes hospitales”. A su juicio, “las administraciones sanitarias deberían considerar una prioridad el establecimiento de este tipo de unidades específicas, ya que actualmente no hay mecanismos preventivos que permitan prever que se va a desarrollar esta enfermedad, por lo que es imprescindible detectarla lo antes posible”.“Vamos por buen camino para mejorar la calidad de vida de los pacientes, pero todavía queda mucho por recorrer. Nuevas iniciativas como la definición de los criterios de remisión, algoritmos terapéuticos, nuevos fármacos y más reumatólogos permitirán, en un futuro, ganarle la batalla a la artritis reumatoide”, sostiene el doctor Gómez Centeno.
-La artritis reumatoide: una gran desconocida
La Artritis Reumatoide (AR) es una enfermedad grave y crónica que causa la inflamación de las articulaciones y tejidos circundantes. Sin embargo, aún suele confundirse con otras patologías reumáticas y sigue siendo bastante desconocida para la mayoría de la población, a pesar de que su incidencia supone el 0,5%. En España se estima que hay 200.000 afectados y que cada año se diagnostican 20.000 nuevos casos.Esta enfermedad puede aparecer a cualquier edad y afecta tanto a hombres como a mujeres, aunque su mayor pico de incidencia es entre las mujeres de 35 a 55 años. Provoca dolor, rigidez, hinchazón y pérdida de la movilidad articular, afectando especialmente a las articulaciones más móviles como las de las manos y los pies, así como a muñecas, hombros, codos, caderas y rodillas. La inflamación mantenida y no controlada puede acabar dañando los huesos, ligamentos y tendones que hay alrededor de la articulación, lo que conduce a una deformidad progresiva. Diferentes investigaciones demuestran que un porcentaje importante de pacientes debe abandonar su trabajo habitual como consecuencia de esta patología. Según el Estudio Psicosocial “Vivir con Artritis Reumatoide”, en el 65% de los casos, el dolor es el aspecto que afecta de forma más negativa a la calidad de vida de los pacientes; seguido del cansancio (62%) y la pérdida de funcionalidad (60%).
Esta nueva herramienta está diseñada para aplicarse en pacientes que presentan sinovitis (inflamación articular) en, al menos, una articulación; y cuyo origen no se pueda explicar por ninguna otra enfermedad. Si el afectado cumple estas premisas se le aplicará una serie de criterios ponderados clínicos (número y tamaño de las articulaciones afectadas), serológicos (usando dos marcadores: el factor reumatoide y los anticuerpos frente a péptidos citrulinados), analíticos de actividad (mediante la medida de los reactantes de fase aguda velocidad de sedimentación globular –VSG- y proteína C reactiva –PCR-) y de duración (si el cuadro clínico es igual o superior a 6 semanas). “Con estos criterios podremos clasificar mucho más rápidamente a los pacientes y, por tanto, podremos iniciar con más razón el tratamiento con los fármacos moduladores de la enfermedad (FAME), y lograr así mejorar la calidad de vida de los afectados”, indica el doctor Gómez Centeno.
El diagnóstico temprano es muy variableLa historia clínica y la exploración física son las pruebas más útiles y rápidas para el diagnóstico de la artritis reumatoide, mientras que la ecografía y la resonancia magnética son beneficiosas en casos dudosos (cuando con la exploración no se puede determinar de forma segura que exista inflamación) y en el seguimiento de los pacientes para medir su respuesta al tratamiento cuando la respuesta es muy buena y no se detecta inflamación por la exploración clínica o para determinar si la enfermedad está en remisión.Respecto al porcentaje de los casos que se diagnostican de forma precoz, el doctor Gómez Centeno asegura que “es muy variable dependiendo de la accesibilidad de los pacientes a la atención sanitaria y de la interrelación entre los médicos de familia y reumatólogos”. En concreto, “los reumatólogos del Hospital de Sabadell acudimos a los centros de atención primaria semanalmente para pasar consultas, lo que permite una detección precoz de hasta un 90% de los afectados. De este modo, se establece una media de 2,5 meses entre el inicio de los síntomas y el diagnóstico; y de 15 días entre la visita al médico de atención primaria y el especialista”, señala.
-Insuficientes unidades de artritis precoz
No obstante, el experto insiste en que “a pesar de contar con nuevas armas para el diagnóstico, es muy importante que los pacientes no lleguen tardíamente a la consulta del reumatólogo. Por ello –añade- los médicos de familia que tengan la sospecha diagnóstica deberían remitir a los pacientes a las unidades de artritis de reciente comienzo”. En este sentido, advierte de que “no existe un número suficiente de unidades de artritis precoz en España, aunque se están empezando a instalar en los grandes hospitales”. A su juicio, “las administraciones sanitarias deberían considerar una prioridad el establecimiento de este tipo de unidades específicas, ya que actualmente no hay mecanismos preventivos que permitan prever que se va a desarrollar esta enfermedad, por lo que es imprescindible detectarla lo antes posible”.“Vamos por buen camino para mejorar la calidad de vida de los pacientes, pero todavía queda mucho por recorrer. Nuevas iniciativas como la definición de los criterios de remisión, algoritmos terapéuticos, nuevos fármacos y más reumatólogos permitirán, en un futuro, ganarle la batalla a la artritis reumatoide”, sostiene el doctor Gómez Centeno.
-La artritis reumatoide: una gran desconocida
La Artritis Reumatoide (AR) es una enfermedad grave y crónica que causa la inflamación de las articulaciones y tejidos circundantes. Sin embargo, aún suele confundirse con otras patologías reumáticas y sigue siendo bastante desconocida para la mayoría de la población, a pesar de que su incidencia supone el 0,5%. En España se estima que hay 200.000 afectados y que cada año se diagnostican 20.000 nuevos casos.Esta enfermedad puede aparecer a cualquier edad y afecta tanto a hombres como a mujeres, aunque su mayor pico de incidencia es entre las mujeres de 35 a 55 años. Provoca dolor, rigidez, hinchazón y pérdida de la movilidad articular, afectando especialmente a las articulaciones más móviles como las de las manos y los pies, así como a muñecas, hombros, codos, caderas y rodillas. La inflamación mantenida y no controlada puede acabar dañando los huesos, ligamentos y tendones que hay alrededor de la articulación, lo que conduce a una deformidad progresiva. Diferentes investigaciones demuestran que un porcentaje importante de pacientes debe abandonar su trabajo habitual como consecuencia de esta patología. Según el Estudio Psicosocial “Vivir con Artritis Reumatoide”, en el 65% de los casos, el dolor es el aspecto que afecta de forma más negativa a la calidad de vida de los pacientes; seguido del cansancio (62%) y la pérdida de funcionalidad (60%).
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