Revista Ciencia

Una nueva terry schiavo

Publicado el 06 marzo 2011 por Alchavida
"En nuestra cultura no condenamos a nadie a morir de hambre". Así se expresaban con cierto desasosiego los hijos de Rachel, una inmigrante ruandesa, que ha muerte por inanición en un asilo de ancianos en Maryland (Estados Unidos).
Una tutora designada por los jueces ha retirado los tubos de alimentación a una abuela de 58 años de edad, en estado de coma, cuyos hijos no podían permitirse el lujo de pagar los gastos de un asilo. Rachel, su esposo y sus seis hijos en 1994 huyeron de Ruanda al Congo. La familia se dispersó. Ella encontró trabajo en Buffalo, pero cuando su hijo se trasladó a Virginia, ella lo siguió para ayudar en el cuidado de los nietos.
En abril del pasado año, Rachel sufrió un accidente cerebrovascular que la dejó en estado vegetativo permanente. Estaba siendo atendido en Georgetown University Medical Center, un hospital católico, en Washington DC. Después de siete semanas, el hospital trató de darle el alta, porque era muy caro. Según el New York Times, el hospital le dijo a sus hijos que tenían tres opciones: encontrar un asilo de ancianos, llevarla en sus propias casas o enviarla de regreso a Ruanda. Los hijos dijeron que no podían permitirse ninguna de ellas.
En diciembre, un tribunal de Virginia nombró a un tutor, la señora Sloan, que actuó con rapidez.Rachel  fue trasladada a un asilo de ancianos de Maryland y a mediados de febrero, a pesar de las protestas de angustia de sus hijos, sus tubos de alimentación fueron retirados para que ella falleciera de hambre. En un email, la señora Sloan decía: "Los hospitales no pueden darse el lujo de permitir a las familias a permanecer hospitalizados todo el tiempo...No se debe dar a una familia o a una persona los escasos recursos sanitarios, en una situación en la que el pronóstico es malo, y en detrimento de otros que pueden beneficiarse mejor de ellos". El jueves 3 de marzo,Rachel todavía permanecía viva. por cuánto tiempo?
La Señora Nyirahabiyambere no había dejado "testamento vital", pero parece claro que hubiera preferido permanecer conectada a los tubos de alimentación. Sin embargo, la tutora, la señora Sloan, hizo caso omiso de sus preferencias. Según el Times, le dijo a sus hijos que iba a desconectar a su madre a menos que pudieran demostrar que quería vivir su vida "con un tubo de alimentación, en pañales, sin comunicación con nadie y en un asilo de ancianos".
Es el final de una larga y triste historia, en la que el pseudoprogreso del país más rico del mundo impone su lógica utilitarista a los más desfavorecidos del sistema.

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