Revista Cultura y Ocio

Una oración

Por Cayetano
Una oración Imagen de uso libre de pixabay
El autócrata aquel, presidente de la nación, padre de la patria, amo de vidas y haciendas ajenas, tirano por la gracia de Dios, tras tomar una opípara cena, al estilo de las del rey Adolfo Federico de Suecia —rey que fue desde mil setecientos cincuenta y uno y fallecido a los sesenta años por su glotonería—, consistente en sopa, langosta, col fermentada en vino (chucrut), caviar y ciervo ahumado, finalizando con un postre formado por varias porciones de “semla”, una especie de bollo dulce de harina cubierto de azúcar glas y relleno de mermelada o crema, acompañado de un tazón de leche caliente, regado todo con una botella de vino tinto de crianza de la mejor añada, y tras dictar a su secretario las órdenes pertinentes para el día siguiente, destacando entre otras: recompensar a Humberto Gutiérrez, marqués del Silo Seco, chivato y correveidile, por su apreciable labor de espía entre los miembros de la alta nobleza, promoviéndolo en su escalafón al grado de generalato; indemnizar a la viuda de don Cosme Garrido Gutiérrez, capitán de infantería fallecido en accidente de tráfico, por los servicios prestados a la patria por el oficial finado; degradar al rango de soldado raso al comandante Luis Menéndez Sansegundo, por indisciplina manifiesta al negarse a cortar el pelo al cero a los reclutas del último reemplazo; castigar al ayudante de cocina, Eustaquio Pereira, con la severa pena de cuatro latigazos, tirón de orejas, colleja en el cogote, amonestación verbal y patada en el culo, por cometer la imprudencia de excederse con la sal en las comidas de palacio, a sabiendas de la hipertensión del padre de la patria; expulsar del país, con carácter indefinido e inapelable, a Eulogio Martín Simón, mozo de cuadra, tras ser sorprendido en las caballerizas robando parte del forraje destinado a la comida de los caballos del excelentísimo presidente de la nación; amonestar públicamente a Carmen, alias "La Macha", por vestir siempre con pantalones; detener a Segismundo Fernández por alta traición a la patria, dadas sus repetidas quejas y lamentos por su precaria situación económica en sitios públicos y concurridos: "ay, mísero de mí; ay, infelice", quejas de este estilo reiteradas en cualquier momento y lugar, un mal ejemplo para el resto de sus compatriotas, una actitud nada ejemplar ni positiva; encarcelar seis meses a Agapito Gutiérrez Sánchez por el hurto de un pan en el mercado; mandar al paro a Mercedes García Mediavilla, fámula de la casa del Presidente, por sisar media docena de huevos para consumo propio; suministrar a Edelmiro Ramírez una tanda de cuarenta azotes con zapatilla de esparto por haber mantenido en el corral relaciones ilícitas y deplorables con una lechona; degradar al rango de monaguillo al cura de la iglesia de san Teófilo por no citar en la santa Misa el nombre del presidente de la nación, como es preceptivo en todos los templos del territorio nacional; llevar a efecto la orden de ejecución de gente indeseable, según listado adjunto: disidentes, manifestantes, sodomitas o mariones, malhechores, truhanes, trileros, tahúres, falsos magos, estafadores, bodegueros aguadores del vino de mesa, gente extranjera de credos poco ordodoxos, etc., se encaminó hacia sus aposentos para disfrutar del sueño reparador de los hombres justos y de conciencia tranquila, no sin antes haber elevado una oración al Sumo Hacedor allá en los cielos.

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