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Una posible respuesta para la ausencia de mares en la cara oculta de la Luna

Por Cosmonoticias @Cosmo_Noticias
Luna, cara oculta

Imagen de la cara oculta de la Luna obtenida en 2009 por LRO. Crédito: NASA.

¿Dónde están los “mares” de la cara oculta de la Luna que nos son tan familiares en el hemisferio lunar que es visible desde la Tierra?

Aproximadamente 55 años después que las primeras imágenes soviéticas de la cara oculta de la Luna fueran enviadas a la Tierra, un equipo de investigadores dirigido por el estudiante graduado de astrofísica Arpita Roy (Universidad Estatal de Pensilvania) puede tener una explicación.

El equipo dice que se debe a la manera violenta en que se formó la Luna; es decir, probablemente después que un objeto del tamaño de Marte colisionó con la Tierra, creando un mar de escombros que se unieron gradualmente hasta formar la Luna que vemos hoy. El enorme impacto y la posterior unión del material calentó tanto a nuestro planeta como la Luna, pero esta se enfrió más rápido debido a que era más pequeña.

Dado que la Tierra aún estaba caliente –a más de 2.500 grados Celsius en la superficie- y que la Luna estaba muy cerca del planeta, el calor de la Tierra hizo efecto. La cara lunar oculta se enfrió mientras que el lado que daba a la Tierra seguía estando muy caliente.

“Este gradiente fue importante para la formación de la corteza en la Luna. La corteza de la Luna tiene altas concentraciones de aluminio y calcio, elementos muy difíciles de vaporizar”, dice el comunicado.

Cuando se hubiese enfriado suficiente, calcio y aluminio habrían precipitado en el lado oculto de la Luna. (El lado visible estaba demasiado caliente.)

“Miles a millones de años después, estos elementos se combinaron con silicatos en el manto de la Luna para formar feldespatos de tipo plagioclasa, los que eventualmente se movieron hacia la superficie y formaron la corteza de la Luna”, añadió la universidad. “La corteza de la cara oculta tenía más de estos minerales y era más gruesa”.

Los mares se formaron después que enormes rocas impactaron el lado que vemos desde la Tierra, rasgando la corteza y permitiendo que la lava basáltica aflorara desde el interior. La corteza del otro lado era demasiado gruesa para que los asteroides la penetraran, en el mejor de los casos dejando la superficie accidentada que nos es familiar en la actualidad.

El estudio “Earthshine on a Young Moon: Explaining the Lunar Farside Highlands” fue publicado el 9 de junio en The Astrophysical Journal Letters.

Fuente: Universe Today


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