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Mi sugerencia es transformar el Impuesto sobre Bienes Inmuebles en un medio de fiscalizar estas actividades, de modo que la base imponible del impuesto sea una imaginaria "renta imputada": la estimación del valor de mercado actual de un alquiler de un inmueble con sus características más elementales (superficie, situación y uso normal -vivienda, local comercial, etc.-). La tarifa del impuesto podría ser aproximadamente de un 10 % de la base imponible, que es más o menos lo que resulta actualmente en la declaración del IRPF (y por supuesto, las rentas efectivamente recibidas por razón del inmueble se eliminarían de la base imponible del IRPF). El IBI lo seguirían recaudando los ayuntamientos, y el Estado ajustaría la financiación municipal en función de ese incremento de recaudación..
La principal ventaja de este nuevo IBI sería, obviamente, que haría desaparecer prácticamente el fraude fiscal por los arrendamientos inmobiliarios (o, en los caso en que no, haría mucho más fácil su fiscalización). Además, constituiría un incentivo para que los propietarios de viviendas o locales vacíos los pusieran en alquiler (pues iban a tener que pagar el impuesto tanto si tienen el inmueble alquilado como si no), lo cual tendería a abaratar los precios de los alquileres, y con ello, además, harían bajar la base imponible en los años sucesivos.
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El principal problema, naturalmente, es que los principales propietarios de inmuebles vacíos en estos momentos son los bancos, y no les iba a hacer mucha gracia tener que añadir este impuesto a sus costes. Pero sería una manera de forzarles a "desatascar" el mercado inmobiliario de una vez, sin tanta rigidez como parece que se lo están tomando.Enrólate en el Otto Neurath
