Revista Ciencia

Una reflexión sobre el tipo de control que ejercemos

Por Davidsaparicio @Psyciencia

Hoy vamos a publicar una entrada en la que hacemos una reflexión un tanto libre, sobre un tema algo polémico, que ya B.F. Skinner abordó en 1971, en Beyond Freedom and Dignity: el diseño de una sociedad y el tipo de control ejercido.

Para esto introduciremos un par de términos: control aversivo y control apetitivo. Cuando hablamos de que nuestro comportamiento “está controlado”, hacemos referencia a las condiciones que afectan a aquello que hacemos. Esas condiciones pueden ser unas que queramos evitar o contra las que queramos luchar, o bien unas que queramos obtener y que queramos repetir en el futuro.

Cuando decimos que el comportamiento de una persona o cualquier otro animal está bajo control aversivo, nos referimos a que esa persona se va a comportar para tratar de evitar algo doloroso o desagradable para él o ella. Pondremos algunos ejemplos de este tipo de control del comportamiento:

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  • Un perro corre hacia adelante con energía porque detrás hay otro perro más grande persiguiéndole. El comportamiento de correr con energía será reforzado y mantenido en la medida en que, de esa manera, el otro perro no le alcance.
  • Una niña deja de correr y prefiere andar lento cuando percibe que ha estado a punto de caerse. El comportamiento andar lento será reforzado y mantenido en la medida en que esa niña no se caiga.

  • Un adolescente llega tarde a casa y algo borracho, y cuando los padres le preguntan si ha bebido, él responde que no. El comportamiento de mentir es reforzado en la medida en que el adolescente se libre de una bronca, o se lleve una bronca menor simplemente por haber llegado tarde a casa pero no por haber bebido.

  • Un adulto bebe más de la cuenta cuando sale con sus amigos porque está muy estresado del trabajo y no puede aguantar más esa preocupación. El comportamiento de beber más de la cuenta será reforzado en la medida en que esas preocupaciones desaparezcan, al menos momentáneamente.

Típicamente, el control aversivo va a conllevar comportamientos relacionados con mentir, esquivar, evitar, luchar, mostrarse agresivo, mostrarse excesivamente complaciente o sumiso. Son comportamientos que a corto plazo sirven, son eficaces, nos dan lo que queremos y que a largo plazo no nos trae una sensación de logro demasiado duradera.

El control aversivo de la sociedad no funciona para tener ciudadanos felices, libres y con coraje, funciona para tener ciudadanos tristes, esclavos y atemorizados

En cambio, cuando decimos que el comportamiento de una persona o cualquier otro animal está bajo control apetitivo, nos referimos a que esa persona se va a comportar para tratar de obtener algo que le apetece o que desea. De nuevo, vamos con algunos ejemplos:

  • Un perro corre hacia adelante con energía porque ha percibido un trozo de carne que se le ha caído a su dueño. El comportamiento de correr con energía será reforzado y mantenido en la medida en que obtenga ese premio tan jugoso.
  • Una niña sonríe y mantiene la mirada con su madre porque su madre le sonríe y se acerca y le acaricia. El comportamiento de sonreír y mantener la mirada será mantenido en la medida en que reciba el calor de su madre.

  • Un adolescente llega a casa tarde y borracho, sus padres le preguntan si ha bebido, y el admite que sí. El comportamiento de decir la verdad es reforzado en la medida en que los padres agradezcan y aprecien que haya dicho la verdad aunque igualmente tenga un castigo por haber llegado tarde.

  • Un adulto bebe cuando sale con sus amigos, porque está disfrutando realmente de la conversación y de ellos. El comportamiento de beber está siendo mantenido por la satisfacción de estar pasando un buen momento con sus amigos.

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De igual manera, cuando hablamos de control apetitivo los comportamientos controlados de esta manera tienen que ver con empatía, unión, honestidad, coraje, amor, participación y lealtad, y nos van a transmitir la mejor de las sensaciones — es algo así como la heroína conductual.

Si pensamos en las reglas y contingencias que rigen nuestra sociedad y nuestro comportamiento como individuos, rápidamente podremos darnos cuenta de que existe una regulación eminentemente aversiva: se nos pide que hagamos cosas o, de lo contrario, cosas horribles pueden pasar y como no queremos que esas cosas horribles pasen, nosotros hacemos lo que se nos pide.

Portarnos bien, no estafar a Hacienda, no engañar, ser sinceros existen castigos — jurídicos y morales — para evitar que todo esto ocurra. Existen reglas muy claras y que todos/as conocemos, y si las cumplimos, no tendremos problemas.

En las relaciones de malos tratos, existe una predominancia de control aversivo: dos o más personas se relacionan de manera coercitiva para evitar que se cumplan las amenazas

Hasta aquí genial. Todo debería funcionar a la perfección. El problema es que no lo hace, y la razón es simple: el control aversivo de la sociedad no funciona para tener ciudadanos felices, libres y con coraje, funciona para tener ciudadanos tristes, esclavos y atemorizados. Si nadie premia a nadie por hacerlo bien, y sin embargo existen siempre mecanismos para escapar de reglas y consecuencias aversivas — porque es nuestra naturaleza como organismos además social – verbales – no podemos esperar que algo cambie.

En las relaciones de malos tratos, existe una predominancia de control aversivo: dos o más personas se relacionan de manera coercitiva para evitar que se cumplan las amenazas — a veces tácitas — que los unos a los otros se profesan. Existe miedo, temor: no hay amor, las personas no están juntas porque quieran — control apetitivo — sino porque no se atreven a estar solas o a separarse — control aversivo.

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Pero no es cierto que sea cuestión de 100% control aversivo o 100% control apetitivo: es una dialéctica, de manera que podemos hablar de que un comportamiento — o la suma de comportamientos de una persona- está en su mayoría regido por control aversivo — para evitar lo que teme — antes que por control apetitivo — para luchar o dirigirse hacia lo que le importa.

Nunca un comportamiento está regido sólo por un tipo de control — yo puedo estar aquí escribiendo este artículo tanto porque me encanta comunicar como porque así evito una bronca de mi compañera por no haber publicado el viernes… pero en la medida en que lo hiciera más por evitar la bronca… sufriría, y a largo plazo seguramente mi comportamiento de escribir artículos no se mantendría.

Creemos que conocer esto, y recordárnoslo, es útil. Existen contingencias muy potentes para que los dirigentes políticos y de otro tipo prefieran un control aversivo de la población… y quizás eso esté fuera de nuestro alcance — no estoy muy convencido de eso realmente.

Pero no es cierto que sea cuestión de 100% control aversivo o 100% control apetitivo: es una dialéctica, de manera que podemos hablar de que un comportamiento

Debemos recordarnos que nuestra manera de comportarnos con las personas que nos rodean es una consecuencia para su comportamiento: premiamos y castigamos.

Cuando nos relacionamos con nuestros amigos, nuestros familiares, nuestros compañeros/as de trabajo o de proyecto, nuestras parejas… vamos a querer que elijan estar cerca de nosotros porque supongamos para ellos una fuente de bienestar, una recompensa, un premio, y no porque al relacionarse de una determinada manera eviten un castigo, una bronca, una mala cara. Vamos a querer ser amados, no ser temidos, nadie quiere ser temido si ha aprendido a amar y ser amado.

Si aplicamos contingencias aversivas — somos desagradables, estamos enfadados, amenazamos — las personas van a querer alejarse de nosotros, y las que se queden se quedarán durante poco tiempo. Si aplicamos contingencias apetitivas — somos amables, utilizamos buenas palabras, permanecemos calmados aunque las cosas estén tensas- aquellas personas que elijan quedarse cerca de nosotros tendremos por seguro que lo harán por amor, y no por miedo.

Quizás, como decíamos, no podamos cambiar las contingencias a las que estamos sometidos, pero sí que podemos cambiar las consecuencias que somos para otros.

Y podemos beneficiarnos muchísimo si somos premios y recompensas, antes que castigos y miedos, para las personas que nos rodean.

Artículo publicado en Terapias Contextuales, institución española especializada en el entrenamiento online y presencial de las terapias de tercera generación.


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