Evidentemente nos referimos a Victoria del Reino Unido y a la época victoriana.
Un 24 de mayo de 1819 nació en el palacio de Kensington Alexandrina Victoria, hija del príncipe Eduardo del Reino Unido, duque de Kent y Strathearn, cuarto hijo del rey Jorge III del Reino Unido. Dada su alcurnia y siguiendo la tradición real, recibió el tratamiento y el título de SAR la princesa Alexandrina Victoria de Kent, que llevaría hasta ser coronada como Su Majestad la reina Victoria del Reino Unido de la Gran Bretaña y de Irlanda, y que a partir del 1 de mayo de 1876 amplió con el de emperatriz de la India. Su reinado se convertiría en el más largo de la historia del Reino Unido, que está a punto de ser superado por el de la tataranieta, la reina Elizabeth II.
Su abuelo, Jorge III, fue el tercer monarca británico de la Casa de Hannover, y el primero que nació en la Gran Bretaña y utilizó el inglés como lengua vehicular. A pesar de que su reinado fue una época de prosperidad -ganó la supremacía en el mar y derrotó a Napoleón Bonaparte-, también vio cómo se perdían las colonias americanas tras la Guerra de Independencia de los Estados Unidos. Padeció de desórdenes mentales ocasionales que acabaron convirtiéndose en una enfermedad mental crónica que lo apartarían del poder. En 1811, cuando ya se le dio por loco de manera permanente y fue confinado en el castillo de Windsor, el Parlamento Británico aprobó un Acta de Regencia a través de la cual se le confirió al príncipe de Gales el título de príncipe-regente, función que desempeñaría hasta la muerte de su padre y convertirse en el rey Jorge IV. Su regencia y posterior reinado coincidieron con un periodo de transición conocido popularmente como Regencia, que experimentó grandes cambios en la moda, la cultura y la etiqueta de la sociedad británica, que tan bien supo plasmar en su obra literaria uno de los iconos de esa época: la escritora Jane Austen.
A Jorge IV le sucedió su hermano, el príncipe Guillermo Enrique del Reino Unido, duque de Clarence y St Andrews, como Guillermo IV, ya que su única hija y heredera, la princesa Carlota Augusta de Gales, murió de parto antes que su padre accediera al trono. Esta princesa se había casado solo un año antes con un príncipe alemán de la casa de Sajonia-Coburgo-Saalfeld (futura casa de Sajona-Coburgo-Gotha que tanto tendría que ver en la vida de la futura reina Victoria), que tras enviudar fue elegido primer rey de los belgas, bajo el nombre de Leopoldo I. Leopoldo era hermano del príncipe Ernesto de Sajonia-Coburgo-Saalfeld, heredero del ducado y padre del príncipe Alberto de Sajonia-Coburgo-Gotha, futuro marido de la reina Victoria y príncipe consorte del Reino Unido, y de la princesa Marie Luise Viktoria de Sajonia-Coburgo-Saalfeld, que se casaría en segundas nupcias con el príncipe Eduardo del Reino Unido, duque de Kent y Strathearn, y sería la madre de Alexandrina Victoria. Al matrimonio, la nueva duquesa de Kent y Strathearn aportó dos niños de su primer matrimonio, el príncipe Carlos de Leiningen y la princesa Feodora de Leiningen (princesa de Hohenlohe-Langerburg, por matrimonio). El rey Guillermo IV, quien también murió sin descendencia legítima, fue el último rey que ostentó conjuntamente la corona del Reino Unido y de Hannover y el penúltimo Hannover que reinó en el Reino Unido.
Imágenes de los padres y los medio-hermanos de la reina Victoria
Los padres de Victoria celebraron dos ceremonias nupciales, una en el palacio de Ehrenburg en Coburgo y la segunda en el palacio de Kew en Londres. Cuando nació la nueva princesa, quisieron bautizarla con los nombres de Victoria Georgina Alexandrina Carlota Augusta pero finalmente, ante la oposición del príncipe-regente, tuvieron que limitarse a ponerle únicamente los de Alexandrina Victoria, el primero en honor al zar Alejandro I (uno de sus padrinos de bautismo) y el segundo en el de su madre.
La infancia y juventud de la princesa Victoria, huérfana de padre desde los ocho meses, se llevó a cabo siguiendo el llamado “sistema Kensington”, un conjunto de estrictas normas diseñado especialmente para ella por parte de su madre y su mayordomo, el baronet John Conroy. Aprendió a hablar francés, italiano y latín, además del alemán materno y el inglés paterno, pero estudió con tutores privados, la mantuvieron alejada de otros niños de su edad y solo jugaba con sus muñecas y su toy spaniel. Esa rígida protección derivaría en un odio abismal hacia su madre.
Victoria cumplió la mayoría de edad el día 24 de mayo de 1837, y el día 20 de junio moría Guillermo IV, por lo que se convirtió en reina del Reino Unido con solo 18 años. Aunque los documentos que se conservan de su primer día de reinado la mencionan como Alexandrina Victoria, en los siguientes el primer nombre fue retirado y nunca más volvió a usarlo. Su coronación se celebró el día 28 de junio de 1838, en la abadía de Westminster, siguiendo todo el ceremonial propio de este evento. Recibió el título de Su Majestad la reina Victoria del Reino Unido de la Gran Bretaña y de Irlanda, y se convirtió en la primera soberana que residió en el palacio de Buckingham de manera habitual. Dado que en Hanover imperaba la Ley Sálica, fue el hermano menor de su padre el príncipe Ernesto Augusto del Reino Unido, duque de Cumberland y Teviotdale, quien heredó el trono como el rey Ernesto Augusto I de Hannover, terminado de esa manera la unión monárquica que había existido entre los dos reinos desde 1714.
Dos años antes de su llegada al trono, su tío Leopoldo, que ya se había convertido en rey de Bélgica, empezó a planear el matrimonio de su sobrina con otro de sus sobrinos, el príncipe Alberto, por lo que preparó un encuentro para que Alberto se presentase a Victoria y que se llevó a cabo en mayo de 1836. Tres años más tarde, en octubre de 1839, el príncipe volvió a viajar de Coburgo a Inglaterra, y tan solo cinco días después de su llegada al castillo de Windsor, la reina le pidió matrimonio. La ceremonia nupcial se celebró el 10 de febrero de 1840 en la capilla real del palacio de St. James. Aunque de hecho fue un matrimonio concertado, se dice que la reina llegó a sentir adoración hacia su esposo, quien se convirtió en su principal asesor y confidente. Del matrimonio nacieron nueve hijos a pesar de que la reina odiaba estar embarazaba, dar el pecho lo consideraba asqueroso y decía que todos los recién nacidos eran feos.
La vida familiar y oficial de Victoria cambió bruscamente a partir del 14 de diciembre de 1861, cuando el príncipe Alberto falleció a causa de una fiebre tifoidea. La muerte del príncipe causó tal impacto en el ánimo de Victoria que desde entonces se mantuvo en estado semipermanente de luto, y empezó a vestir de color negro por el resto de su vida. Aunque siguió cumpliendo con sus deberes oficiales, evitó aparecer en público y cambió su residencia de Londres (ya casi no se le volvería a ver por la capital) por el castillo de Windsor, que combinaba con estancias en el castillo de Balmoral y Osborne House, en la isla de Wight. Su retiro voluntario en el castillo hizo que se le otorgase el apodo de la “viuda de Windsor” y dicen que, en marzo de 1864, un hombre colocó un cartel en las rejas exteriores del palacio de Buckingham, donde se podía leer: “Esta propiedad está en venta, dada la quiebra del negocio de su antiguo ocupante”.
Los lazos familiares de la reina Victoria con las diferentes casas reales europeas se estrecharon a raíz de los matrimonios de sus hijos, y dado que llegó a tener 42 nietos recibió el apodo de “la abuela de Europa”. Su primer nieto, el futuro kaiser Guillermo II de Alemania nació en 1859, y en mayo de 1879 se convirtió en bisabuela por primera vez tras el nacimiento de la princesa Feodora de Sajonia-Meiningen, hija de su nieta la princesa Carlota de Prusia, ambos hijos de su primogénita, la princesa Victoria del Reino Unido.
Durante su largo reinado, el 20 de junio de 1887 celebró su jubileo de oro y el 22 de junio de 1897 celebró el jubileo de diamante. A finales de 1900 se trasladó a Osborne House para pasar la fiestas navideñas, tal y como había venido haciendo desde que se quedó viuda, y fue allí donde el 22 de enero de 1901 falleció, acompañada por su hijo, el príncipe de Gales, y por su nieto mayor, el emperador Guillermo II.
Hasta el momento, el reinado de Victoria ha sido el más largo de la historia británica y, como hemos comentado, marcó toda una era que se bautizó con su nombre: la era victoriana. Un periodo que comenzó en un país primordialmente agrícola y rural, y acabó cuando ya era uno de los más industrializados del planeta.
Una de las principales características de la sociedad victoriana fue una gran rigidez moral, aunque en muchos casos solo en apariencia. Al igual que Jane Austen plasmó en sus obras la sociedad de la Regencia, Charles Dickens fue quien dejó constancia en sus libros de la forma de vida victoriana. Algunas de las costumbres sociales y normas de etiqueta que todavía hoy conservamos se originaron en aquella época, como por ejemplo el uso de manteles que cubran totalmente las patas de la mesa en las comidas de gala, tal y como se hacía en el palacio de Buckingham, para evitar que los comensales masculinos pudiesen ver las piernas de las damas.
De esa época también es originaria la costumbre de vestir las novias de blanco, llevar bouquets de flores de azahar y colocar figuras en los pasteles nupciales. El color blanco, además de ser símbolo de pureza, era una tonalidad difícil de conseguir y mantener en los tejidos, que debían ser blanqueados siguiendo técnicas complicadas y costosas, de ello que las novias de las clases altas empezaren a usar ese color como muestra pública de la prosperidad de su rango. Ese es el color que eligió la reina Victoria en su enlace matrimonial, lo que inmediatamente fue imitado. También a ella se le atribuye la costumbre de llevar un bouquet de flores de azahar, con la finalidad de calmar los nervios gracias a su aroma, y la de colocar figuras en la parte superior de la tarta de boda.
De las navidades victorianas procede la costumbre de adornar las casas con un abeto iluminado, tal y como mandó hacer el príncipe Alberto por primera vez en la Navidad de 1841, idea que copiaron rápidamente las clases altas del país al publicarse diferentes grabados de la familia real alrededor del árbol. Y también fue entonces cuando aparecieron las primeras felicitaciones navideñas impresas, a raiz de que un editor, llamado Sir Henry Cole, encargase en 1843 la primera, idea que adquirió la familia real y fue imitada por el resto de la aristocracia y las clases altas.
Respecto a la moda femenina, si a principios del siglo XIX el estilo que se llevaba era conocido como estilo imperio, con vestidos de diseño sencillo, telas muy finas, cintura muy alta y anudada bajo el pecho, largo hasta los tobillos dejando descubiertos los pies y abrigos de lana fina a modo de torera con mangas abullonadas, hacia 1840 la moda se transformó. Se bajaron las cinturas, las faldas se alargaron y se les dio volumen, primero con enaguas y años más tarde con armazones de círculos metálicos con cintas que ahuecaron todavía más las faldas, y las toreras se transformaron en capas. Unos años más tarde, hacia 1870, se popularizó el conocido como hourglass dress, que estrechando de manera extrema la cintura destacaba el busto y las caderas gracias al uso de apretados corsés y de un polisón (armazón posterior en la parte alta de la falda). Los caballeros simplificaron su vestuario respecto al que había estado de moda durante la Regencia y se volvió mucho más sobrio. Se eliminaron los volantes en las camisas y las chaquetas se alargaron, convirtiéndose en levitas.
Y como no, el luto riguroso que vistió la reina Victoria durante tres años y el medio luto que lució a lo largo del resto de su vida también fue todo un revulsivo social, que motivó que se estableciese toda una serie de reglas al respecto, tanto con relación a la indumentaria como a la manera de comportarse. Cuando alguien fallecía hasta los miembros del servicio debían vestir de negro, y por razones de supersticiones, se cubrían los espejos y se paraban los relojes en la hora del deceso, y de esa época data lo que vino a llamarse arte memorial, donde destacaban las fotografías post-mortem.
La muerte de la reina victoria en 1901 puso fin a la era victoriana y dió comienzo al periodo eduardiano, que acabó con algunos de los estrictos códigos de etiqueta que hasta entonces se habían seguido; pero eso ya es otra historia.
Para saber más:
Queen Victoria
Victoria de Inglaterra, esposa antes que madre
Damas de la era victoriana
Reglas y costumbres del luto en época victoriana