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Una rosa que nunca tuvo jardín

Publicado el 29 julio 2012 por Cosechadel66

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Era un rosa, era de Tokio. Y sin embargo, nació en Los Ángeles. Y lo hizo un 4 de julio de 1916. Un 4 de julio. Como el soldado de la peli de Tom Cruise. El día de la independencia. Ella que nunca terminó de ser libre. Ella que ni siquiera eligió ser una rosa ni permanecer en Tokyo.

Iva Toguri era una ciudadana norteamericana de 25 años que inició un viaje el 5 de julio de 1941. Un viaje que en principio tenia un motivo familiar: visitar a una tía enferma. Y en realidad lo que enfermó fue el mundo. No había podido resolver la vuelta a su hogar cuando estalló la Segunda Guerra Mundial en el Pacífico con el ataque japonés a Pearl Harbor. Y su vida se convirtió en un infierno. Fue considerada una enemiga potencial por las autoridades niponas, pero no la permitieron internarse en un campo como otros ciudadanos extranjeros, porque a su vez la consideraban japonesa. Malvivió durante un tiempo en diversos trabajos y bajo el acoso constante de la policía. Se negó a convertirse en ciudadana imperial. Hasta que no tuvo otro remedio que colaborar en un programa de radio. La emisora era Radio Tokyo.

El programa donde debía participar Iva era “Hora Cero”, y se había comenzado a emitir en 1943, durante la invasión de Guadalcanal. Se trataba de intentar desmoralizar a las tropas aliadas en aquella parte del mundo mediante mensajes de los prisioneros de guerra a sus familias, combinándolo con música norteamericana. “Hora Cero” estaba elaborado asi mismo por prisioneros con experiencia en el medio, todos ellos más o menos forzados a realizar dicha función. Las voces femeninas que lanzaban los mensajes se agrupaban bajo el nombre genérico de “Orphan Ann” (Ana la huérfana), y ern realidad eran unas 24, casi todas ellas, como Iva Toguri, norteamericanas de ascendencia japonesa. Para los americanos, para los soldados en las islas del Pacífico y los tripulantes de la Marina estadounidense, aquella voz era Rosa de Tokyo, el nombre que surgió de la Contrainteligencia, la voz más odiada, la encarnación del enemigo en un atributo físico.

Y al final de la guerra, el odio y la venganza se aliaron con la necesidad. Alguien sugirió el nombre de Iva Toguri como la personalización única de aquella “Rosa”. E Iva Toguri acepto el relativo engaño, acuciada por la grave situación económica por la que pasaba su familia, incitada por el dinero que ofrecian aquellos periodistas en busca de la voz que tanto habia sido odiada por el pueblo americano. Y aquella mujer nacida el 4 de julio, aquella chica de Los Angeles, la misma que nunca habia querido dejar de ser norteamericana, fue acusada de traidora, arrestada e investigada por el FBI. De poco valió que no se pudieran encontrar pruebas contra ella en esa primera ocasión y pudiera volver a su país, porque en 1949 de nuevo un periódico sensacionalista la descubrió y consiguió que la juzgaran para que, esta vez si, fuera condenada a 10 años de cárcel y a pagar 10.000 dólares de multa por cargos de traición a la patria. Patria a la que, por añadidura, dejaba de pertenecer. Lo que no habian conseguido los japoneses, lo hacian a la fuerza los mismos americanos. Era una Rosa obligada a serlo, una flor traidora que ya nunca tendría jardín.

Paso en la cárcel 6 años. Y en la vergúenza de sentirse señalada 27 años más, hasta que en 1976 un periodista, en este caso el único periodista honrado de toda esta historia, se intereso por ella y destapó como habian sido dos ciudadanos japoneses quienes habian urdido la trama, empujados a ello por el FBI y la Inteligencia militar.

Y asi fue como en enero de 1977, 36 años después de que zarpara como americana hacia Japón, volvia de un viaje que nunca quiso realizar. Gerald Ford, el presidente, la restituia su nacionalidad y la declaraba inocente de todos los cargos. Rosa de Tokyo dejaba de existir, salvo en las leyendas y en las películas de submarinos de los 50. Iva Toguri la sobreviviría casi 30 años más, hasta 2006, cuando murió  a los 90 años de edad, en Chicago. Quien sabe si se permitió el lujo de cultivar alguna vez una rosa en su jardín. Podría haber sido justicia poética.

Información sacada de Exordio.com y Wikipedia

Entrada originalmente publicada en Mayo 2010


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