Una de las cosas que más me gusta hacer cuando estoy en el rol de game designer es tomar mecánicas de juego asentadas, antiguas, sobreexplotadas o casi olvidadas y darles alguna vuelta de tuerca para convertirlas en algo nuevo y original, cosa que el juego que voy a diseccionar, Pix The Cat para PsVita (PS4 y PC próximamente), hace de forma brillante.
No hace mucho he pasado mi primera gripe y durante las bajadas de fiebre he podido disfrutar de este juego, que ha resultado ser una propuesta bastante sorprende, divertida y adictiva. Un juego de colores bonitos y gráficos simpáticos que esconde bajo su fachada el clásico Snake, supervitaminado y supermineralizado, mezclado sutilmente con Pac-Man y añadiendo el factor puzle para rematar el cóctel, consiguiendo que algo tan simple y añejo como el juego de la serpiente se convierta en una experiencia fresca, frenética e inteligente.
Pix The Cat toma su base de la jugabilidad de Snake, un clásico de los años 70 en el que el jugador controla una serpiente representada por una línea que se va quebrando cuando cambia de dirección, y cuyo objetivo es el de conseguir comida para aumentar la puntuación, con la consecuencia de que tras capturar cada pieza de alimento, la velocidad del reptil y longitud de su cola aumentarán, teniendo, además, la restricción de que si choca con alguno de los bordes del escenario o con su propia cola, que sigue el mismo camino trazado por la cabeza, la partida termina. Todo esto hace que conforme se incremente la puntuación el juego crezca en dificultad. Posiblemente muchos lo recordéis porque, antes de la llegada de los smartphones, se encontraba preinstalado en los omnipresentes teléfonos Nokia y era casi lo único a lo que se podía jugar en aquellas pequeñas pantallas de pixeles monocromos.
Pix The Cat no va de una serpiente, sino de un adorable gatito que adopta patitos que le siguen allá por donde va, moviéndose exactamente por la misma ruta tomada por el felino, creando una simpática serpiente con cabeza de gato y cuerpo plumífero.
Su aspecto visual lo hace mucho más atrayente que el concepto original, pero lo más interesante es cómo toma las bases del juego de los 70 y las trastoca para convertirlas en algo que a simple vista parece ser totalmente diferente.
Remodelando el arcade
Cuando apareció Snake, debido a las limitaciones de la época, prácticamente el único tipo de experiencia que se podía disfrutar en videojuegos era la arcade, tanto en recreativos como en los antiguos ordenadores y consolas existentes. Juegos difíciles de partidas rápidas en los que el jugador tenía una o varias oportunidades para conseguir colocarse en los primeros puestos del ranking, en caso de que éste existiese.
Pix The Cat cuenta con tres modos diferentes de juego, siendo el Arcade el principal y más frenético de los tres. No solamente hemos de conseguir la mayor puntuación, sino que hemos de pelear contra el cronómetro para conseguirlo dentro del tiempo que nos da cada uno de los diferentes niveles de dificultad, lo que añade un nuevo nivel de desafío a la propuesta original.
En Snake el límite de la partida lo ponía la única vida que teníamos para conseguir la máxima puntuación, mientras que en Pix the Cat lo hace el tiempo, eliminando la restricción de la vida, pero a su vez manteniendo las penalizaciones por chocar con las paredes o con nuestra cola de patitos, lo que hace que aparezca una nueva serie de reglas que permiten compatibilizar la jugabilidad antigua y la nueva de forma brillante.
Supervitaminando el arcade
No tener vidas y a la vez ser penalizado por chocar se consigue de una forma bastante elegante y sencilla. Si chocamos, nuestra cola de patitos desaparecerá, impidiendo que no podamos completar a la perfección el nivel, y penalizándonos en nuestro contador de combo. Lo interesante está en que al chocar no nos penalizan de forma inmediata como en el juego en el que se inspira, sino que nos dan unos segundos para corregir nuestro rumbo y evitar la catástrofe, incluso premiándonos si hacemos los giros en el momento justo para conseguir un aumento extra en nuestra velocidad y el multiplicador de combo.
Este multiplicador consigue que estemos pendientes de la pantalla en cada momento, haciendo que nunca bajemos la guardia si queremos entrar en los rankings de cada nivel, pero en vez de ser el tradicional contador que se incrementa únicamente con la consecución continua de objetivos, también se incrementa con el tiempo mientras no cometamos errores, con la dificultad añadida de que, conforme el contador aumenta, también lo hace la velocidad a la que se mueve el felino, incrementando la dificultad y los reflejos necesarios a la hora de movernos por los diferentes niveles.
He mencionado ya un par de veces la palabra “nivel” describiendo un modo arcade por tiempo que a la vez se convierte en algo frenético conforme nuestra velocidad aumenta, y esto se debe fundamentalmente a que este juego tiene un importante factor puzle. Esta mezcla de conceptos parece algo difícil de concebir, pero allí donde muchos ni siquiera se atreverían a intentar diseñarla, Pix The Cat la resuelve de una manera inteligente y elegante a su vez, siendo tal vez una de las principales señas de identidad que dan personalidad propia a este juego.
Un juego con una jugabilidad como la de Snake es difícil de concebir de tal manera que la continuidad del juego se pueda separar en diferentes niveles, sin embargo en Pix The Cat el modo arcade está dividido en habitaciones. En cada una de ellas hemos de conseguir nuestra cola de patitos liberándolos de los huevos que hay repartidos por la sala y, a su vez, existen unas marcas de objetivo que nos indicarán dónde hemos de depositarlos para completar el nivel. La manera de obtener una mayor puntuación es haciendo un nivel perfecto, cosa que se consigue si primero se liberan a todos los patitos sin pasar por ninguna de estas marcas mientras ellos nos acompañen y luego depositarlos uno a uno sobre ellas, convirtiendo cada una de las habitaciones en un puzle en el que hemos de calcular la ruta adecuada para completarla sin fallar, sin romper nuestra cola al chocar, y en el menor tiempo posible, añadiendo, en los niveles de dificultad superior, un factor de aleatoriedad que nos coloca los huevos y las marcas en diferentes posiciones cada vez, haciendo que cada partida sea diferente a la anterior.
Esto no acaba de explicar cómo encaja la continuidad dentro del modo arcade sin haber una sola pausa, pero es que no sólo es la forma en la que los niveles están diseñados lo que da personalidad a este juego, sino en cómo están conectados entre ellos. Lo más común en estos casos sería pensar que los niveles están distribuidos como una especie de mazmorra lineal y que cada vez que completamos uno se abren las puertas hacia el siguiente. Pix The Cat abre las puertas para el siguiente nivel, pero la posición relativa entre ellos es muy diferente a como podríamos pensar. Para poneros en situación, imaginad la clásica fotografía donde alguien sostiene la misma fotografía que estás viendo y dentro de ésta también, creando un efecto de recursividad infinita. Así es como lo hace Pix The Cat con los niveles.
A simple vista parece que solo existe un único nivel, pero un trozo del espacio está reservado para el siguiente, salvo que su escala será menor que la del nivel que lo contiene. Estos niveles se conectan con puertas que, cada vez que atravesemos harán que nuestro gato y su cola cambien de escala para adaptarse a la del nuevo nivel, siendo las transiciones entre niveles rápidas y fluidas, permitiéndonos también volver a niveles anteriores para conseguir, sobre todo en los niveles más avanzados, no romper nuestra cola.
Fever Time: el toque de Pac-Man
Con todo lo que he contado el título se convierte ya en un gran título y en un golpe aire fresco para un juego clásico, pero para aquellos que consigan dominar sus bases aguarda una sorpresa más.
Ya se ha hecho mención a la barra de multiplicador de combo, que se va incrementando poco a poco, pero cuando éste llega a su puntuación máxima todo se torna jolgorio, algarabía, música electrónica y la paleta de colores se convierte en una versión psicodélica de una pantalla de cristal líquido: es el “Fever Time”.
No lo he dicho hasta ahora, pero conforme avanzamos por los niveles aparecerán enemigos, unas simpáticas calaveras rosas y enemigos puntiagudos que romperán nuestra cola y bajarán nuestro marcador de combo en cuanto los toquemos. Los enemigos están maquiavélicamente colocados para que el inicio del Modo Fiebre, siempre que lo hagamos todo a la perfección, coincida o quede próximo al nivel donde comienzan a aparecer. En este momento el juego nos desvela que bajo su piel de serpiente reside también un hambriento comecocos, pues durante este modo tendremos completa inmunidad y podremos destruir a las calaveras, aunque no así los pinchos.
¿Lo mejor de todo? Al contrario que Pac-Man y su píldora gigante, el modo fiebre parece no tener fin mientras no rompamos el contador de combo. Tal vez no hubiese sido necesario, pero este detalle convierte el modo arcade de Pix the Cat en una de las experiencias más refrescantes del momento, dando un plus de jugabilidad y recompensa a aquellos para los que navegar por los laberintos del juego se ha convertido en rutina, animando no sólo a completar los puzles, sino a esquivar a los enemigos y volver a por ellos en modo fiebre, creando una nueva dinámica que rompe con la rutina buscapatitos y de completar el puzle.
Retorciendo las reglas
Aparte del modo arcade el juego cuenta con dos modos adicionales donde se da un toque de tuerca más a las reglas jugables de la serpiente: Nostalgia y Laboratorio, donde al contrario que en el modo arcade los niveles estarán separados entre sí.
El modo Nostalgia nos trae de vuelta a los primeros años de la animación, con sus gráficos en blanco y negro y diseños vintage, planteándonos diferentes desafíos según el nivel, rompiendo a veces las reglas establecidas, lo que nos hará ver el juego con nuevos ojos y encontrándonos, por ejemplo, niveles donde manejaremos a tres gatos en tres perspectivas diferentes simultáneamente.
El modo Laboratorio, por su parte, nos lleva a un mundo protagonizado por un gato microscópico, y al igual que en el modo arcade, deberemos llevar a nuestros seguidores a sus posiciones de destino, siendo estos una serie de burbujas que hemos de recolectar antes de pasar por cualquier objetivo bajo pena de fallar el nivel. En este modo el factor puzle cobra mucha más importancia, al no tener límite de tiempo y ser los movimientos del gato completamente lineales, moviéndose siempre en línea recta hasta encontrar un obstáculo, suceso que esta vez no nos penalizará, siendo el número de movimientos totales realizados lo que nos indique cómo ha sido nuestro desempeño en el nivel, demostrando que este modo de juego ha sido pensado para el jugador que solamente desea quebrarse la cabeza un rato con un buen puzle.
Pensamientos finales
He de reconocer que aunque de primeras me pareciese un juego simplemente curioso me enganchó definitivamente cuando conseguí alcanzar el Fever Time por primera vez en el modo arcade, con su música maquinera absolutamente pegadiza y su estética de cristal líquido. Le he acabado dedicando bastante horas, en parte por el pique por conseguir el Hi-Score necesario para desbloquear ciertos logros y extras bastante difíciles, por los retos de los modos Puzle y Nostalgia, y porque el modo arcade es prácticamente infinito, al incluir retos diarios a través de internet para que el juego nunca decaiga.
Así que después de destripar el título y analizar cómo se ha traído la jugabilidad de un clásico hasta los tiempos actuales no tengo más que quitarme el sombrero ante PastaGames por tal hazaña y su gran Pix The Cat, que aunque no sea un AAA destinado a las grandes masas, sí que está hecho con mimo y cariño y se nota en el encanto que desprende.
La entrada Una serpiente en el siglo XXI es 100% producto Deus Ex Machina.