“Este frío es normal –me comentaba ayer una vecina–. Es el que hacía cuando yo era jovencita. Y es normal”, repetía. Y así todo el trayecto desde la entrada del vestíbulo y parte del rellano, hablamos del tiempo en el ascensor, que para eso están uno y otro. El pasado climático, y también el social y político, se abre camino y vuelve como las almas en pena de A Santa Compaña. Luchemos de nuevo contra el francés, que siglos más tarde sigue sin respetar nuestro coraje y valía, y permanezcamos aislados en nuestro absolutismo, “una forma de gobierno en la cual el poder del dirigente no está sujeto a ninguna limitación institucional que no sea la ley divina.” (Wikipedia). Vamos, lo que viene a ser como Dios manda.
Dicho esto, feliz fin de semana (a pesar de todo). Y una sonrisa para molestar.