Una de nuestras Julias ha recibido una sorpresa. Se fue a la playa durante unos días, después de acabar favorablemente sus exámenes, y merecía una satisfacción en este año tan inusual... Hemos aprendido a disfrutar de nuestros hogares, y ella también. Por eso, una de nosotras decidió alegrarle el dormitorio a su hija, quien ya había expresado su interés por otros estilos decorativas menos infantiles...
Y así, esa de nosotras madre de la interfecta, se pidió unos días de vacaciones "para meter mano" al cuarto en cuestión. Tras sacar todo el mobiliario y posicionarlo en modo "tetris" en la habitación de Quique, hermano de la joven, se procedió a limpiar paredes, usar cinta de carretero para delimitar y comenzar a pintar en color gris industrial. ¡Qué ganas de hacer desaparecer ese rosa tan infantil!
Dos manos de pintura (qué trabajera para una sola...) y el resultado no pudo ser más grato a la vista.
Conseguimos vender su cama nido, inutilizada porque, por la distribución del mobiliario, no se podía sacar la cama de abajo. Además, había que renovar el colchón... Los años habían hecho mella en él y los muelles parecían nadar a sus anchas fuera de su lugar. Y ahora viene lo que, sabíamos, a nuestra Julia más iba a agradar. Una base tapizada de 135 cm y colchón nuevos harían chirivitas los ojos de la vástaga, de eso estábamos seguras.
La otra de nosotras había visto en un hiper asiático unos cabeceros de forja que la enamoraron tanto estética como económicamente, que todo hay que decirlo. Así que allí nos fuimos ambas a elegir un par de ellos (la otra de nosotras necesitaba uno de 90 cm para otro proyecto en curso que ya contaremos algún día).
La "reforma" iba tomando forma y apremiaban las horas. La chiquilla volvía de sus vacaciones y todo debía estar colocado. Habia que tirar de lo que habia por casa, así que vestimos la cama con lo que pudimos... Sábanas de 150 cm más remetidas de lo normal, colcha de 90 corta por el lado de la pared... Pero ya no había tiempo (ni dinero) para más...
Pintamos el perchero mint (qué lástima, pero ya no cuadraba con el color de los muros) en blanco y colgamos los bolsos. Los detalles ya irán poniéndose a gusto de la interfecta.
¡Cómo nos gusta el resultado! ¿A vosotros qué os parece?
El día del regreso de Julita fue emocionante. Se le saltaron las lágrimas al ver su habitación. No paraba de agradecer el doble esfuerzo realizado por su madre, ni de mandar fotos a todas sus amigas. La verdad es que ha merecido la pena, en todos los sentidos....
¡FELIZ FIN DE SEMANA!