Los profesionales juegan un rol clave en cuanto a la identificación de niños maltratados. Existen algunas herramientas que ayudan a monitorear el abuso físico en la infancia, una de las más populares es el Child Abuse Potential Inventory que cuenta con validaciones en México, España y Argentina.
El instrumento examina la relación del niño con su cuidador, retrasos para llevarlo al médico, lastimaduras no justificadas, etc. Monitorear a todos los niños y la familia (conocido como monitoreo universal) sería la forma más inclusiva de detectar casos de maltrato, sin embargo el riesgo de falsos positivos que presentan los instrumentos de detección actuales es alto y la OMS pide precaución por esta razón, explican los autores de una investigación reciente.
Factores de riesgo
Según los científicos existen estudios que han explorado la relación entre el divorcio, el consumo de sustancias, el desempleo y el maltrato infantil, encontrando que las adicciones muestran una asociación más fuerte.
Adicionalmente existen datos que sugieren que la violencia doméstica podría ser otro factor de riesgo.
Por último, el equipo nombra ciertos estudios que indican que los chicos con padres diagnosticados con problemas de salud mental están en mayor riesgo de negligencia o abuso. Los niños con un padre diagnosticado con depresión tienen mayor riesgo de experimentar trastornos del estado de ánimo, problemas internalizantes y externalizantes, síntomas depresivos, mayores tasas de consumo de alcohol y otras drogas.
Objetivo del estudio
Basados en los datos antes mencionados, los científicos quisieron conocer si ésta tríada (salud mental de los padres, adicciones de los padres y violencia domestica entre padres) se asociaba al abuso físico infantil. Ellos hipotetizaron que un mayor número de factores de riesgo se asociaría a niveles mas altos de abuso físico.
Metodología
El estudio utilizó información de dos olas de datos: el Brief Risk Factor Surveillance Survey (BRFSS) del 2010 recolectado por el Centro para el Control de Enfermedades (CDC) en cinco estados de EE.UU; y el BRFSS del 2012 recolectado en tres estados. En ambas olas los participantes tenían más de 18 años. En la primera fueron reclutados 9,241 hombres y 13,627 mujeres y en la segunda 11,656 hombres y 18,145 mujeres.
Los datos se combinaron con un modelo acumulativo (considerando solo los casos donde se presentaban los 3 indicadores de riesgo) y un modelo de grupo (considerando combinaciones particulares de algunos de los tres indicadores).
El BRFSS incluía los tres indicadores de riesgo en su exploración. En cuanto al abuso físico, se indagaba de la siguiente manera: “Antes de los 18 años, ¿cuán a menudo uno de tus padres o adultos en la casa de golpeaba, pateaba o lastimaba físicamente de alguna manera? No incluyas las nalgadas.”
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La violencia domestica fue, por lejos, el factor de riesgo más sobresaliente. Era superior a las adicciones y trastornos mentales tanto si se consideraba a estas dos de forma aislada o en conjunto.
Los autores explican que el vínculo entre la violencia domestica y el maltrato infantil puede deberse a que usualmente en esos casos también hay exposición a estresores y adversidades como el desempleo, las ofensas criminales, la pobreza, los problemas de pareja y las enfermedades físicas y mentales.
Los hallazgos en ambos géneros y ambas olas de datos muestran también que un tercio de los que experimentaron dos de los factores de riesgo, reportaron abuso físico en la infancia. El riesgo subía a 2 tercios si estaban presenten los tres factores.
Según los autores, sus análisis sugieren que si dos o más de los factores de riesgo están presentes, se debe realizar un monitoreo para identificar casos de maltrato infantil. Sin embargo, debido a lo observado en relación a la violencia domestica, ellos sugieren que, de estar presente (aún siendo el único indicador de riesgo reportado), también debería hacerse el monitoreo.
Además recomiendan que se expandan el monitoreo y la evaluación incluyendo características familiares (educación de los padres, desempleo, estado civil) y variables contextuales (barrios con niveles altos de pobreza, desempleo y aislamiento de los niños).
Limitaciones del estudio
El grupo de investigadores menciona algunas limitaciones:
- La utilización de autorreportes para determinar abuso físico infantil y de forma retrospectiva, ya que se ha observado que suele ser sub-reportado los casos de abuso.
- Se desconoce si las adversidades sucedieron en un solo momento o en momentos diferentes de la infancia del participante. Al ser difícil de establecer de forma retrospectiva, podría suceder que el abuso físico sucedió antes de presentarse enfermedades mentales, adicciones o violencia domestica en los padres.
- Se debe establecer la sensibilidad del modelo híbrido propuesto en niños asintomáticos antes de adoptarlo.
A pesar de las limitaciones, los autores afirman que existe una correlación fuerte entre las adicciones, los trastornos mentales, la violencia domestica y el abuso físico infantil. Esperan que su contribución mejore el proceso para detectar y prevenir éstos casos de abuso y las consecuencias que suelen traer.
Referencias del estudio original: Esme Fuller-Thomson, Jami-Leigh Sawyer, Senyo Agbeyaka. The Toxic Triad: Childhood Exposure to Parental Domestic Violence, Parental Addictions, and Parental Mental Illness as Factors Associated With Childhood Physical Abuse. Journal of Interpersonal Violence, 2019; 088626051985340 DOI: 10.1177/0886260519853407