"Una vez al año" "Same time, next year" en su título original, fue escrita por Bernard Slade y se estrenó en 1975. Llevada al cine por Robert Mulligan en el 78, con Alan Alda y Ellen Burstyn en sus dos papeles protagonistas. La historia que nos cuenta es la de dos amantes que solo se ven una vez al año en la habitación de un hotel, planteándose la relación entre ellos dos como la excusa para ver la evolución del ser humano durante los 25 años que transcurren en el escenario, y los conflictos existenciales de dos personajes capaces de amarse profundamente, y a la vez adorar a sus respectivas parejas, pero manteniendo una preciosa historia de amor en la clandestinidad, que sirve para suplir todo aquello que en su día a día no está. Slade sirve una historia muy bonita, de gran sensibilidad, en la que una sencilla historia de amor se encuentra plasmada con gran ternura, y de forma cotidiana. La obra original se desarrolla en Estados Unidos en 1951, finalizando en 1975, la versión del Marquina empieza en el 75 en España, y finaliza en el 2000, por tanto todo el trasfondo histórico se ha cambiado por los hechos mas importantes de nuestro país. No resulta del todo satisfactorio el cambio, y algunas situaciones se encuentran forzadas y poco creíbles, del mismo modo que hay algunos errores históricos, no muchos, que nos sacan un poco de situación. No me pareció una traducción redonda, y el uso del lenguaje excesivamente esquemático, y no muy variado, convierte a los personajes en marcadamente simples y bastante inverosímiles en su psicología, da la sensación que se han utilizado algunas frases como fórmulas, que se repiten varias veces durante la función siendo el resultado extraño y de poco interés literario. Algunos parlamentos tal y como están traducidos o versionados, resultan muy difíciles de decir con naturalidad, ya que todo tiene un aire impostado, muy marcado, mostrándose como un ejercicio de falso lenguaje coloquial que consigue el efecto contrario al deseado, viéndose el texto muy lastrado en esta versión, así como la identidad de los personajes.
La obra la interpretan David Janer y Silvia Marty, dos rostros conocidos por la pequeña pantalla, y que en el caso de Janer resulta un error de casting garrafal, no siendo así con Marty, pero que por desgracia se acaba dejando arrastrar por su compañero en escena viéndose su trabajo muy empañado. Janer resulta completamente insuficiente en su creación, no habiendo entidad actoral ninguna. Janer se da de bruces con un texto que le viene grande por todas partes, y en la que su nula implicación emocional consigue que todo su trabajo se resuma en un equivocado uso de la voz y en un exceso continuo buscar la comicidad que no logra sacar ni una sola carcajada. Sus carencias actorales se ven al descubierto en una escena durísima en la que debe contar la muerte de su hijo que roza el bochorno mas estrepitoso, por momentos, y en el que no ocurre absolutamente nada por dentro de nuestro actor. Todo está enfocado hacia afuera, no hay ni el mas mínimo cambio en su forma de entender el personaje en los 25 años que se supone que transcurren en escena, y no vi en ningún momento ni el mas mínimo atisbo de evolución, en un recorrido que debería ser interesantísimo y definitorio del papel hasta sus últimas consecuencias. Janer sale a escena y a los cinco minutos ya nos ha contado absolutamente todo lo que nos tenía que contar, no hay nada más, así de simple y así de duro.Silvia Marty, con más mimbres actorales que su compañero, sirve momentos de altura, y se encuentra más afortunada en líneas generales, más implicada a nivel emocional, y sin ninguna duda con una trabajo más interiorizado, pero que se deja contagiar por la superficialidad de su compañero a ratos, rozando la sobreactuación, algo de lo que no es culpable ella, ya que correctamente dirigida, estoy convencido que podría haber llevado a cabo una interpretación mucho mas interesante, ya que facultades no le faltan. Poca química en escena y unos vínculos poco dibujados entre los dos protagonistas son la tónica en dos interpretaciones que parecen ir por libre y en direcciones y códigos muy distintos, que se tropiezan entre si de forma estrepitosa por momentos y que se van alejando a medida que la función se va tornando mas seria, y con mas complicaciones psicológicas.
Hector Claramunt dirige el espectáculo, y lo hace con grandes problemas de enfoque del texto, en el que algunas escenas aparecen completamente equivocadas, especialmente la última, donde falta cualquier atisbo de peso actoral y dramático. Los diferentes momentos que se plantean en el texto, y el tan difícil equilibrio entre la comedia mas obvia y el drama intimista mas sólido se encuentra completamente desdibujado. Nada parece transcurrir con la necesaria fluidez, los momentos cómicos no tienen gracia, viéndose emborronados y carentes de ritmo. En las partes mas dramáticas todo está tratado de forma superficial, y no ha sabido sacar a sus actores un trabajo mas interiorizado y cargado de emoción resultando todo muy deslavazado y sin tener el espectáculo una línea clara. Las escenas mas románticas se caen hasta el sopor, las más dramáticas se tornan completamente inverosímiles, y en medio de todo esto nos encontramos con un momento vodevilesco completamente fuera de contexto dentro de la función, que si el enfoque del espectáculo hubiese sido distinto no nos chirriaría tanto como lo hace. El problema mas grave estriba en que Claramunt no ha sabido navegar entre el complicado equilibrio de la función, siendo el resultado desangelado y con poca coherencia teatral, moroso por momentos, excesivo a ratos, plano en general y de muy poca intensidad de principio a fin.A esto hay que añadir que ni la caracterización de los personajes, ni los problemas en los cambios de vestuario ayudan a hacer mas verosímil, ni las interpretaciones ni a la función, donde todo parece impostado, y artificial. Uno sale del teatro con la sensación de haber asistido a un espectáculo realizado con prisas, descuidado y mal rematado, en el que se ha apostado por dos nombres populares como reclamo de taquilla, pero que resulta profundamente decepcionante en su acabado artístico y formal. Creo que el proyecto les ha venido grande a los integrantes del equipo, planteando como una comedieta un texto de mas calado, donde debería haber primado la sensibilidad, y el intimismo, mas que el toque de teatro de salón, superficial y con cierto toque "agarbanzado" que diría Don Ramón del Valle-Inclán.