Revista Opinión

Una vida llena de orgasmos

Publicado el 12 julio 2015 por Miguel García Vega @in_albis68

sindrome_portadaEl orgasmo favorece tu flujo sanguíneo, oxigena las células, libera endorfinas y otras hormonas que disminuyen la depresión y aumentan la sensación de bienestar, ayuda al sueño, oxigena el cerebro, rebaja el estrés, fortalece los músculos, fomenta la autoestima;  incluso ayuda a quemar calorías y mejora el aspecto de tu piel.

Pero todo esto no son más que ‘efectos colaterales’ comparados con lo principal: supone un placer inigualable, una de las mejores sensaciones que puede experimentar de forma natural un ser humano. Cada persona lo vive de manera diferente, con lo que es difícil de definir. Pero, como diría el poeta, el que lo probó lo sabe.

Todo adulto lo busca de una forma u otra, a veces por vías tortuosas y asumiendo riesgos de todo tipo. Es un objetivo, algo valioso, intrínsecamente bueno. Y el camino hacia él, la excitación, es también muy gratificante.

Pero para algunas personas, sobre todo mujeres, puede llegar a ser una pesadilla. Sufren lo que se conoce como Trastorno de Excitación Genital Persistente.

El PGAD (Persistent Genital Arousal Disorder es un problema sexual raro descrito por primera vez en 2001 por la doctora Sandra Leiblum. Al ser tan reciente todavía no está muy documentado y no hay consenso en la comunidad médica sobre sus posibles causas ni el modo de encararlo. Es muy poco frecuente, la última estadística, de 2013, nos da unos 400 casos documentados en todo el mundo, aunque se sospecha que hay muchos más no registrados o reconocidos. Aunque leo en Internet un testimonio de un hombre afectado, hasta el momento todos los casos catalogados se dan en mujeres.

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Estas mujeres experimentan una fuerte excitación genital que les llega de pronto, de la manera más inesperada. No tiene nada que ver con ningún pensamiento, fantasía ni deseo sexual, no está relacionada con ningún tipo de hipersexualidad o ninfomanía. O sea, no tiene ni puñetera gracia. Al principio el nombre que se dio a este desorden fue PSAS (Persistent Sexual Arousal Syndrome) pero se cambió porque éste daba una connotación sexual que en realidad no tiene.

Nada de romanticismo ni morbo, aquí el cerebro, nuestro principal órgano sexual, parece que no interviene de manera consciente. Es una reacción física incontrolable que les viene cuando menos se lo esperan: en medio de una reunión de trabajo, en el dentista, en la iglesia, en el súper o en la fiesta de cumpleaños de su hijo, imaginen el momento que prefieran.

Orgasmos sin sexo

E imaginen la incomodidad, la angustia, la vergüenza y el sentimiento de culpa que sufren las afectadas. La sensación puede durar minutos, horas e incluso días. Provocarse el orgasmo puede calmar temporalmente los síntomas, pero éstos vuelven al cabo de poco tiempo. En su desesperación, algunas de las afectadas han llegado a tener cientos de orgasmos en un solo día, algo tan inimaginable que me cuesta creerlo al leerlo en prensa.

Así que muchas de estas mujeres han visto sus vidas arruinadas. La dolencia les ha costado el trabajo y la relación, depresiones profundas… no se puede llevar una vida normal en esas circunstancias. El PSAS sigue siendo un misterio médico sin solución. No hay cura, solo algún modo de paliar el problema, ya sea enfriando el área o anestesiándola con medicamentos. Y, sobre todo, con mucha ayuda psicológica para sobrellevar el síndrome; algunas de las afectadas han creado grupos de apoyo para poder compartir experiencias. Ya se sabe que en determinadas enfermedades, marcadas con algún tipo de estigma social, la primera incapacidad para paliarlas o superarlas es la de poder hablar abiertamente de ellas.

En El Dormilón (1973) Woody Allen imaginaba un futuro con el Orgasmatrón, una máquina que proporcionaba orgasmos sin necesidad de contacto sexual. Algo limpio, rápido e higiénico, sin ningún tipo de esfuerzo. Placer instantáneo que deshumanizaba el acto y le quitaba la mayor parte  de la gracia. Y en esa seguimos, en la búsqueda de lo más fácil y rápido, mejor si es instantáneo, sea dinero, seguridad, fortaleza o placer.

El cuerpo de esas mujeres es un claro ejemplo de como a veces hasta uno de los mayores placeres de la vida se puede convertir en una pesadilla. Somos seres extraños, desconcertantes, incomprensibles.

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