Revista Coaching

Una vida, pura vida (parte 4)

Por Kheldar @KheldarArainai

Me apetece continuar hoy con el escrito autobiográfico. Veréis, quisiera comentaros antes de hacerlo que he observado y analizado una tendencia: cuando los escritos que se publican aquí salen de mi propia mano, las visitas aumentan. Especialmente si es un escrito medianamente extenso y planteado con tiempo y buen ojo.

Esto me hace pensar en agradecer a los lectores su forma silenciosa de demostrarme que mi esfuerzo vale la pena y es recompensado. Por ello, me gustaría pediros a todos y todas que, si veis algún escrito publicado por parte de alguna persona que quisiera colaborar… Se le preste la misma atención, por consideración. Dos razones para ello:

  • Si lo publico es porque, en mi opinión personal, merece la pena compartirlo.
  • Si aparece alguno de otro escritor es porque estoy ocupado o no he desarrollado lo suficiente un tema que me gustaría abarcar y tratar con vosotros/as.

Algunos recordareis alguna de las muchas colaboraciones que hemos recibido. De hecho, seguro que hay quien espera que Mery aporte más escritos al blog, por ejemplo. Le pediré que lo haga, si le resulta posible. Y animo a toda persona que desee aportar algo y no encuentre el lugar adecuado a que me presente su escrito sin miedos.

Ahora, continuemos con el escrito en el punto donde se quedó.

Mientras mi fracaso estudiantil continuaba tuve mas tiempo para enfocar mi atención en aquello que llamaba mi atención. Yo sabia como siempre he sabido que todos nosotros tenemos cualidades de serie para relacionarnos con los demás y hacerlo de una manera placentera y digna de recordar para ambas partes.

Por eso desde bien temprano me dio por investigar sobre filosofía y psicología; concretamente sobre relaciones inter e intrapersonales: asertividad, actitudes, carisma, liderazgo, e incluso seducción. Siempre con fuentes fiables.

Temas relacionados todos entre si y unidos bajo el prisma de las habilidades sociales. Por tanto podían ser desarrollados como habilidades, así lo creía y así lo creo aún.

Ya contaba con una base. Una muy buena base gracias a mi instinto y lo que llevaba dentro… Y también gracias a mis experiencias. Todo esto me aconsejaba evitar las rígidas estructuras y sistemas que por entonces algunos promovían en una autodenominada “comunidad de seducción”. He visto de todo en esa industrialización de lo más natural y elemental que hay en nuestro ser.

Pero como se suele decir, la realidad en muchos casos supera la ficción. No es que superase la ficción de los miles de libros sobre el tema, sino toda ficción conocida sobre el ridículo y la vacuidad. Era un espectáculo que nada tenía que envidiar a las carnicerías de los gladiadores de la tradición romana en truculencia y falta de sentido.

No obstante me decidí a experimentar con ello y tuve un sorprendente hallazgo. Podría conseguir por mi cuenta, y más por mí que por ello en sí, que esas cosas tan estúpidas y alienantes funcionaran. Aunque siempre funcionaron con personas que dejaban bastante que desear en cuanto a su madurez, personalidad y firmeza de carácter. Era yo quien hacia funcionar esas cosas, tenía esa certeza…

Nota del autor: Pero en realidad no es uno quien debe cargarse la responsabilidad de “hacer que las cosas funcionen”. Es un gran peso, y muy limitante y desmotivador si no funcionan. Es un capricho de nuestro ego, una jugarreta más para darnos la sensación de tener el poder, sobre nuestra vida y lo que nos ocurre.

Nunca fueron esas cosas las que me hicieron tener éxito. Eran mis actitudes, mi descaro y picardía. Era el hecho de que nunca me he capado delante de nadie ni he tenido miedo de manifestar mi sexualidad… Sin hacer alardes ni llegar a comportarme como un baboso o un salido desagradable. Incluso se me ha calificado de “salido elegante”, como anécdota que queda para el recuerdo.

Después de miles de vivencias de distintos colores e intensidades, con muy diversos resultados que abarcan desde la separación, la perdida o la continuación de una relación sostenible y cercana; e incluso la “follamistad”… Puedo afirmar que si esto es complicado y hay gente incapaz, es porque ellos mismos se complican y no quieren hacer las cosas bien. Ni más ni menos, ellos se privan.

Porque no es que tropiecen; se autozancadillan.

En un principio no tuve nunca la intención de destacar, de ponerme en el lugar de un preceptor y así poder transmitir lo que yo mismo he aprendido; y acabaré olvidando y reaprendiendo. Fueron los comentarios de varias de mis amistades, de conocidos y algunos contactos hechos a través de Internet quienes me sugirieron que comenzase a contar las cosas bajo mi experiencia…

Continuará.

Kheldar

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