Muchas, demasiadas, han sido las veces que he escuchado y leído sobre las bandas Solera/C.R.A.G y su relación o semejanza con C.S.N y con otras formaciones americanas de los 70 que jugaban con el Folk y el Rock como forma de infravalorar y menoscabar el talento de los primeros...
Empezaremos diciendo que la grandeza de Crosby, Stills, Nash & Young (cuando se aburría de jugar solo) está evidentemente fuera de toda duda y sospecha, pero también añadimos que el negar y restar la valía de algunos de nuestros mejores artistas es cosa de necios, aunque en un país tan cainita como el nuestro es casi un deporte de masas.
Los álbumes ‘Solera’ y ‘Señora Azul’, ambos editados por Hispavox en 1973 y 1974 respectivamente, son dos hitos clásicos dentro de la música española que bien merecen ser escuchados tranquilamente en casa ¿No creen?.
Agazapados en el imaginario colectivo, en la memoria popular española y en la a veces inoperante nostalgia, si alguien se atreviera a hacer una encuesta abierta sobre los discos o bandas más recordadas y queridas de España, seguro que estos señores estaban entre los primeros puestos junto a otras agrupaciones como Lone Star, Los Pekenikes o Los Módulos (bandas estas dos últimas en las que participaron varios miembros de Solera y C.R.A.G).
Producidos por el italiano Rafael Trabucchelli, uno de los profesionales más punteros y exitosos de la época que se caracterizó por dotar a las bandas y artistas con los que trabajaba de un sonido prácticamente perfecto, muy cálido, de una elegante instrumentación siempre presente y de un cuidadísimo arreglo de vientos y cuerdas que hacía que sus trabajos se acercaran al mismo nivel de las producciones europeas y casi me atrevería decir que también de las americanas.
Para que la gente se haga una idea de la repercusión que tuvo la figura de este productor y como mera curiosidad, diremos que al igual que existe el célebre "muro de sonido" de Phil Spector, el "sonido Motown", “Chess” o “Staxx”, Rafael y su único e intransferible sentido musical propició la aparición del llamado "sonido Torrelaguna" (haciendo referencia al nombre de la calle madrileña en que se encontraban las oficinas y estudios de la compañía Hispavox).
Cuidemos lo que tenemos.
En cuanto a los protagonistas de estas bandas, casi siempre se ha mencionado o destacado a Rodrigo García: poseedor de esa voz tan especial y reconocible, de un peculiar sentido del ritmo y autor de agudas, arriesgadas y políticamente incorrectas composiciones siempre amparadas bajo unas retorcidas letras que escaparon milagrosamente de la obtusa censura como bien se demostró en las canciones “Señora Azul”, “Linda Prima” o “María y Amaranta” (una historia de amor entre dos mujeres, casi nada para la época).
A mi padre le flipa Rodrigo, pero como en algo hay que discrepar, la voz que me atrajo de esta formación desde la primera escucha fue la de José María Guzmán: la delicadeza en su forma de cantar iba acompañada de la mano de unas letras simplemente perfectas. Entre curativas y dolorosas, siempre con un trasfondo grisáceo de dulce melancolía. El estudio psicológico que realiza Guzmán de las criaturas y personajes que habitan en sus letras, nos hace experimentar esos momentos de crisis y de contraposición eterna que todos hemos vivido entre la cruda realidad y la suave y dulce fantasía con un espacio intermedio e indefinido en el que se mueve la magia, que hacen de este cantante algo especial.
Mi canción favorita del único trabajo de Solera es una obra cuya autoría está compartida con Rodrigo y se titula “Juan”, que en mi opinión es una obra maestra de la música española. El protagonista de este tema es un tipo mediocre que no vive, sino transita y deambula, por este mundo de forma triste y anodina, totalmente incapaz de afrontar sus limitaciones y de vivir el presente con un mínimo de dignidad, por lo que se refugia en unos ridículos anhelos y sueños que nunca llegarán a ser realidad.
Toda esta historia está resuelta con un estilo que me recuerda a esa cruel cotidianeidad propia del grisáceo realismo de Benito Pérez Galdós, convirtiéndose en un agrio y margo retrato de la sociedad en que vivían y aún vivimos muchos…
Ni qué decir que la musicalización y producción dirigida por Trabucchelli para este disco y esta canción es absolutamente soberbia:
Ya encarnados como C.R.A.G, mi favorita vuelve de nuevo a ser otra canción de Guzmán, titulada “Si Pudieras Ver”. Aquí la letra nos habla de una Persona (llamémosla X) que prefiere ser limpia, ingenua y crédula en un mundo en el que habita cada vez más libertad la corrupción, los egoísmos, intereses, tejemanejes y las falsedades. Esta Persona X, pese a reconocer que la sociedad está yéndose realmente al garete, prefiere seguir así a su bola y mantener la ilusión y la fe en la gente, aunque de vez en cuando se tenga que llevar más de un palo por ello...
La música que sirve de base a estas letras va progresando in crescendo, de forma sutil e impecable con unas cuerdas de fondo que van meciendo a Guzmán, hasta acabar con un jazzístico teclado tipo Rhodes de forma suprema:
Todos mis respetos a la gente que hizo posible estos álbumes: Rafael Trabuchelli, los hermanos José Antonio y Manolo Martín, Rodrigo García, José María Guzmán, Juan Robles Cánovas y Adolfo Rodríguez, porque su música nos hace montar en un carrusel que evita que la vida a veces sea tan monótona, tan plana.