Revista Decoración

Unas peanas muy puñeteras...

Por Retroyconencanto @retroyconencant
Estas dos peanas bien pudieran ser las protagonistas del cuento de nunca acabar... Aquí donde las veis, tan antiguas y modositas, nos han dado una guerra que para nosotras se queda....
Unas peanas muy puñeteras...
En un principio, las adquirimos para una amiga que las quería en color caoba. "-Sin problema", le dijimos, "las lijamos y las teñimos de ese color". "¡Que os lo habéis creído!" debieron de confabular las dos peanas por lo "bajini"... Lijamos y lijamos, sin conseguir jamás llegar a la madera natural; un interminable polvillo de color rojo nos cubría y lo cubría todo.
Unas peanas muy puñeteras...
"¿Y si probamos con alcohol?" ¡Dicho y hecho!
Unas peanas muy puñeteras...
Pero nada, oye, ni volviéndolas a lijar después, conseguimos nuestro propósito. Así que no nos quedó más remedio que decirle a nuestra amiga que se olvidara del color caoba y de las peanas, claro, pues había que pintarlas, sí o sí, y ella las quería teñidas.
Unas peanas muy puñeteras...
Temiéndonos lo que nos temíamos, optamos por una mano de imprimación previa. ¡Ja! Estas dos estaban dispuestas a seguir en pie de guerra, sangra que te sangra sin parar... En esta foto ya llevaban dos manos de todoterreno blanco.
Unas peanas muy puñeteras...
Así que nos pasamos a la gris.
Unas peanas muy puñeteras...
Tras otras dos manos de imprimación en este color (y ya van cuatro), conseguimos, por fin, vencer al enemigo... Y ahora, pintura a la tiza blanca, dos capas....
Unas peanas muy puñeteras...
Nuestra sorpresa fue que, al dar el blanco..., ¡de nuevo salía a la luz el rojizo barniz! Pero, esta vez (a Dios gracias...), sólo en la parte decorada de nuestras peanas. Solución: daríamos otro color a esa zona para matizar y dar un aire original al conjunto. Y elegimos el gris (de gris y blanco íbamos a acabar hasta el mismísimo moño, pero era la mejor opción).
Unas peanas muy puñeteras...
Una buena mano de lija en esa zona conseguiría aunar el efecto. Barniz y cera para rematar y... ¡este es el resultado!
Unas peanas muy puñeteras...
Unas peanas muy puñeteras...
Unas peanas muy puñeteras...
Unas peanas muy puñeteras...
Unas peanas muy puñeteras...
Como no os guste, os tiramos las peanas a la cabeza, ¡eh! Así que cuidadito con lo que decís, jeje.
Con este trabajo, que finalmente no resultó tan frugal como nos había parecido, nos vamos a casa de Marcela Cavaglieri a ver si nos relajamos un rato después de tanto contratiempo. ¿Nos acompañáis?
Unas peanas muy puñeteras...¡Feliz fin de semana!                                     

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