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Uno de los nuestros VI: Conde de la Corte (Los Condesos)

Por Antoniodiaz

Uno de los nuestros VI: Conde de la Corte (Los Condesos)

Toropinión


ORÍGENES
El encaste creado por el Conde de la Corte deriva de la ganadería fundada por la marquesa viuda de Tamarón, que durante los años 1911 y 1912 compró a Fernando Parladé dos camadas de becerras y tres sementales ("Mochuelo", "Alpargatero" y "Serranito"), poniendo la vacada bajo la dirección de su hijo, Ramón Mora Figueroa, que pasa por ser uno de los mejores ganaderos del siglo XX.

En 1920 la ganadería fue adquirida por Agustín Mendoza y Montero, Conde de la Corte, que incrementó aún más su prestigio y la mantuvo en primera línea durante las cuatro décadas que la disfrutó. Durante este dilatado periodo realizó una selección muy severa merced a la cual cosechó innumerables triunfos en las plazas más importantes y convirtió su divisa en un auténtico vivero de bravura, vendiendo vacas y sementales a numerosos ganaderos de España, Portugal y América, al tiempo que definió un tipo de toro muy característico por su morfología y su comportamiento durante la lidia.

Desde 1964 la ganadería se encuentra en poder de los herederos del Conde de la Corte, que pudieron mantener su prestigio durante la década de los sesenta. Posteriormente la ganadería ha sufrido una serie de problemas, principalmente derivados de una generalizada falta de fuerza en los productos, así como de una mayor desigualdad, que la han apartado de la mayoría de las grandes ferias donde antes era impensable su ausencia.

EL PROTOTIPO DEL ENCASTE DEL CONDE DE LA CORTE
Los toros del Conde de la Corte son ejemplares de talla media, perfiles predominantemente rectos y que por lo común alcanzan pesos superiores a la media de la raza, debidos a la amplitud de su caja y a su tamaño más que a su conformación desde el punto de vista cárnico, que no es la más adecuada.

Presentan espectaculares encornaduras, son finos de cabos y característicamente aleonados como la mayoría de los prototipos entroncados en la línea Parladé, siendo su aspecto un poco basto en conjunto.

La cabeza es generalmente alargada, ancha de sienes y de morro igualmente amplío. Los ojos son grandes y las encornaduras anchas de cuna, muy finas y que alcanzan gran desarrollo (astifinos y cornalones). Predominan los ejemplares astiblancos, mientras que la dirección seguida por las defensas es muy variable predominando los corniveletos y cornidelanteros y dándose también toros cornivueltos, corniabiertos y hasta playeros. De igual forma no son extraños los ejemplares bizcos de cuerna.

El cuello es largo, con el morrillo poco prominente, abundante papada y badana (badanudos). El tronco es considerablemente largo y con mayor desarrollo de su parte anterior (aleonado), que contrasta con un tercio posterior poco desarrollado, anguloso y caído . La línea dorso-lumbar suele aparecer un poco ensillada, la ventral es abultada y las extremidades largas y finas. La cola es larga y de grosor considerable, finalizando en un borlón abundantemente poblado.

Las pintas predominantes en este encaste son las negras. También se dan las castañas y coloradas, mientras que las cárdenas son mucho menos abundantes. Los accidentales más característicos son el salpicado, el burraco y el girón, dándose también el gargantillo, el llorón o zarco, el listón, el bragado, el meano, el rebarbo y el coliblanco. El chorreado en morcillo puede aparecer ocasionalmente, mientras que en los ejemplares colorados abundan el ojo de perdiz y el bocidorado.
LAS VACAS DEL ENCASTE DEL CONDE DE LA CORTE
Las hembras del encaste del Conde de la Corte son por lo común de talla grande, largas y angulosas.

Su cabeza es alargada, con perfil recto, ojos grandes y vivaces, y encornaduras extremadamente finas y muy desarrolladas, que suelen dirigirse hacia arriba (corniveletas y cornivueltas). También se dan cornidelanteras, capachas y playeras.

El cuello y el tronco son largos. La línea dorso-lumbar aparece ensillada con bastante frecuencia y la grupa angulosa, mientras que el vientre suele resultar un poco abultado. Las extremidades son largas, las ubres de tamaño medio y la cola considerablemente larga.
EL COMPORTAMIENTO DEL ENCASTE DEL CONDE DE LA CORTE
Durante décadas la ganadería del Conde de la Corte ha sido considerada como el paradigma de la bravura. Ejemplares de trapío espectacular, muy al gusto de los aficionados y con encornaduras impresionantes, realizaban magníficas peleas durante el tercio de varas y llegaban a la muleta manteniendo su bravura, a la que unían emoción y también nobleza. A estas virtudes se unía otra muy importante, la regularidad, ya que en cada festejo salían al ruedo un porcentaje muy elevado de toros buenos.

De esta forma han propiciado los éxitos de las principales figuras del toreo en las plazas más importantes, contando entre los favoritos de dos diestros tan destacados como fueron "Manolete" y Antonio Ordóñez. Desde los años treinta hasta finales de la década de los sesenta, el hierro del Conde de la Corte ha sido considerado por muchos como el más importante de la ganadería brava española. Luego, la escasez de fuerza instalada en la ganadería ha supuesto un periodo de regresión del que aún no ha logrado salir. 
Además, en estos últimos tiempos han perdido su regularidad característica y ahora el prototipo del toro extraordinario, tan común en los años cincuenta y sesenta, surge de forma esporádica y siempre como individualidad.
No obstante, el caudal genético del encaste del Conde de la Corte sigue manteniéndose y no se puede perder la esperanza de que vuelva a resurgir en cualquier momento. Independientemente de esto la realidad es que la ganadería del Conde de la Corte ha servido de base para la creación del mayor número de ganaderías que existen en la actualidad, propiciando la creación de los dos encastes más difundidos en estos momentos, los de Domecq y Atanasio Fernández.


Info: Prototipos raciales del toro de lidia. Ministerio de Agricultura.
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