Revista Comunicación
Y del abismo sin fondo surgí para retornar a mis menesteres de articulista. Mi retorno es inexorable como el mismísimo paso del tiempo. Aquellos que se aventuraron incondicionalmente a leerme han habido de padecer, no sin cierto tormento, la ausencia de Jesús. Mas mi segunda venida es ya un hecho fehaciente. Jesús Kuicast ha regresado para jamás marchar. Ego sum hic.
El tema que me atañe en el día presente no es otro sino que la crítica de la miniserie netflixtera que ha cosechado un colosal éxito a lo largo y ancho de nuestro globo terráqueo: “Unorthodox” (heterodoxa) ha enfrentado al netflixespectador del siglo XXI con la cruda realidad del judaísmo jasídico. Muchos, no me cabe resquicio de duda, se hallaban firmemente convencidos de que tales realidades vitales eran agua pasada. Pues no, el judaísmo jasídico está vivito y coleando. Un credo detestable que pone en jaque al espectador posmoderno—ese que solo mora mental y físicamente en la Tecnópolis y su ethos correspondiente.Esta serie de Netflix nos cuenta una historia de subversión y desinhibición. En definitiva, un manifiesto que pone de relieve que soltar el lastre de llevar una vaca en brazos es siempre una liberación. Sin la más mínima pretensión de destripar lo que acaece en la citada serie, me centraré en un análisis somero de algunos aspectos que han llamado poderosamente mi genial atención. En primer lugar, ¡qué ridícula es la vestimenta de estos judíos ultraortodoxos! Es una combinación entre un outfit extraterrestre desfasado y un aburrido frikismo atemporal. Rizos marcianos, mujeres calvas con pelucas low-cost y esos sombreros de piel (shtreimel) típicos de la fashion week 2080-2089 de Andrómeda. Tal percal provocó en mí carcajadas excesivamente traumatizantes. No obstante, me gustaría recordar que cada uno ha de vestirse como se le antoje, aunque nos amargue la existencia al resto de humanos. Ojalá su indumentaria fuera lo único extravagante de este grupo ultraconservador donde la misoginia es a él como la cafeína al café.
Estamos ante una secta de las de verdad. Un grupo controlado por viejos barbudos, con peste a sobaco, que controla de manera sistemática todos y cada uno de los aspectos de la vida de sus reprogramados fieles. El oxígeno es un bien escaso dentro de los dominios judeo-jasídicos. La protagonista de “Unorthodox” se asfixia al respirar el dióxido de carbono sobacal de estos líderes coercitivos que coaccionan de toda manera posible a sus hombres, pero, sobretodo, a sus mujeres. La ideología jasídica ha cosificado a la mujer hasta convertirla en un bien colectivo que tiene una única función existencial: engendrar genuinos judíos y así repoblar las víctimas perdidas en el holocausto nazi. Un propósito un tanto surrealista. Guardo silencio.Francamente, me resulta demencial el maltrato ejercido contra sus mujeres: seres enjaulados en el ámbito doméstico y obligados a mirar la vida pasar mientras paren como conejas. Las consecuencias de esta perniciosa supresión de la voluntad individual en favor de la colectiva, conllevan serios problemas psicológicos, como bien proyecta la protagonista de la serie en cuestión. En definitiva y para concluir, me gustaría remarcar que me declaro abiertamente anti-jasídico, pero nunca antisemita, Dios me libre. Hay tantos tipos de judaísmo como ‘naranjas bordes’ en Murcia. Pero lo que no forma parte de mi agenda ideológica es actuar como un hipócrita de mierda, un hombre políticamente correcto (tibio) que, por miedo a ofender, camine de puntillas. Intolerancia contra la irracionalidad. Desdén contra los viejos con hedor sobacal. Condena a los que humillan impunemente a las mujeres. Destrucción del terrorismo psicológico.
Jesús Kuicast
(@jesuskuicastofficial)