Revista Filosofía

Unos días después...

Por Juanferrero
(Este diálogo nunca ocurrió, ni siquiera es verosímil)

Interlocutor desconocido.- ¿A dónde caminas Platón?

Platón.- Exactamente aquí mismo, después veremos donde llego a estar…

Interlocutor.- No se puede decir que se estés especialmente alegre.

Platón.- No es tarea fácil mantener en estos días ánimo para seguir adelante.

Interlocutor.- Cierto, la muerte de Sócrates ha sido muy dura, sin duda, era muy buena persona.

Platón.- Me parece que la muerte de Sócrates, no es la muerte, sin más, de una “buena persona”, de éstas ocurren muchas todos los días. Y aunque nos entristezcan de una manera o de otra seguimos caminando. Pero desde que murió Sócratessiento que no sé si seré capaz de dar un paso más.

Interlocutor.- Sin embargo, parece que el propio Sócrates no hizo mucho por salvarse.

Platón.- ¿Cómo dices?

Interlocutor.- Es de todos bien sabido que si hubiera utilizado otras palabras a las que utilizó, el juicio no habría tenido el desenlace que tanto te apesadumbra.

Platón.- Precisamente son estas palabras las que más me inquietan, las que no dejo de oír a todas horas. Y siento que no pudo decir otras, que era imposible que dijera otras, y sin embargo, como tú, y como otros, me pregunto ¿por qué no habló de otra manera?, y ahora, aunque no estuviera en esta ciudad estaría en algún lugar cercano y podríamos disfrutar de él.

Interlocutor.- ¿Qué hiciste esos días, Platón?

Platón.- No tengo apenas recuerdos claros de esos días, nada más que el martilleo de sus palabras, y una, apenas recién conquistada, certidumbre, no creo que sea capaz que pueda dedicarme a los asuntos de la ciudad… Bueno, en realidad no sé a partir de ahora de lo que seré capaz.

Interlocutor.- Ánimo Platón, hubo otros a los que se les acusó y se les sentenció a muerte y que no parecían especialmente culpables.

Platón.- No entiendo que significa eso de “no parecer especialmente culpables”. Lo que se ha cometido con Sócrates es una injusticia. Y no creo que haya acontecimiento venidero capaz de repararla, ni en este mundo ni en otro. Va siendo hora que nos despidamos.



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