Yo a Gas Natural y tú a Endesa. Así se podría titular la nueva secuela de la saga que relata la fructífera historia de nuestros humildes ex presidentes. Felipe González y José María Aznar han decidido rentabilizar hasta límites casi insultantes sus años de gobierno, embolsándose cantidades nada despreciables en un retiro dorado que escuece aún más en los peores años de la peor crisis de la historia. Los últimos ‘contratitos’ que han firmado estos señores le han permitido asegurarse anualmente 125.000 y 200.000 euros a ambos.
Muchos aseguran que el desgaste personal y político que acarrea ostentar la presidencia del Gobierno es muy duro. Pero, seguro que uno se recupera muy rápido de ese trance cuando vea tantos ceros en su cuenta bancaria a final de año. Tras sus intensivas clases de inglés, Aznar ha cogido carrerilla y no ha parado durante estos años: profesor en GeorgeTown, asesor del gigante Murdoch… Ello le ha permitido vivir de forma más o menos desahogada en este tiempo. Incluso, en el peor año de la crisis económica logró beneficios récord en su empresa de consultoría. Otra compañía similar creó González en 2001 y a día de hoy le reporta 1,5 millones de euros de beneficios por asesorar a empresas, lo que le ha permitido tener un patrimonio con el que no hay muchos que puedan toserle en España.
Y toda esa fortuna amasada, utilizando las influencias, los contactos y el supuesto prestigio logrado en sus años cobrados de las arcas públicas, se complementa, con un descaro insultante, con esa ‘paguita’ vitalicia de 90.000 euros y con otras prebendas que supondrán para ellos casi la calderilla. ¿Profesionalización de la política? No, no sean ustedes malpensados. Es solo que con esa pensioncilla que paga el Estado no se puede vivir hoy, conforme está la vida de cara. Para mantener tanta vivienda y tantos gastos, uno debe diversificar… Claro que luego darán lecciones de ética o de austeridad en tiempos difíciles, colocándose frente a sus atriles para aleccionarnos cual maestro ejemplar a sus alumnos.
Recuerdo cuando Felipe González decía, casi con pena, hace años que los ex presidentes son como jarrones chinos en pisos pequeños, que estorban los pongan donde los pongan. Está claro que ellos solitos han sabido buscarse un sitio muy cómodo y, sobre todo, muy rentable.