Unos toques Lubitsch
Lubitsch aportó numerosos "toques" tanto dentro como fuera de la pantalla, tenía un carácter especial, sensibilidad y talento, mucho talento.
Hizo de sus "toques" seña de identidad en sus películas variando el sentido y tono de ellos a lo largo de su filmografía, pero siempre estuvieron presentes.
Sus "toques" en muchos casos llegaron a ser una obsesión y un ejemplo a seguir entre muchos y destacados directores. Pero sus películas llevaban su sello, y éste era inimitable.
Sobre las cualidades bromistas de Ernst Lubitsch, Lupita Tovar recordaba,
se acercaba a alguien y decía
- ¿va todo bien entre tu mujer y tú?
- Por supuesto, ¿Por qué?
- Oh, por nada, pura curiosidad.
les hacía preocuparse un poquito sabe.
Y también sufrió, a su manera. Leni, su primera mujer, se lió con el guionista Kräly, provocando numerosas escenas y momentos tensos....
Les enviaré un maravilloso regalo de bodas. Espero que el matrimonio dure cien años, él se lo merece
Durante uno de los rodajes, con Camille Horn, cuando ella y el doble casi caen a un abismo. Camille Horn se sintió aterrorizada. Un rato después seguía temblando de miedo.
Lubitsch dió una chupada a su puro recordaba ella. “el y su camarógrafo habían cubierto la escena, estaban totalmente satisfechos. Lubitsch me guiñó el ojo y me dijo. “El miedo te sienta bien Camilla. Lo tendré en cuenta”.
Lubitsch trabajó con Miriam Hopkins a quién lanzó con Un ladrón en la alcoba y Una mujer para dos. Fué precisamente para esta última pelicula cuando le envió un guión para que lo estudiara, pues quería que ella fuera su primera actriz.
Mientras, Miriam Hopkins y King Vidor mantenían en "ultrasecreto" su relación. En esa época Vidor estaba dirigiéndola para la película The Stranger´s return. Y Hopkins le pidió a King Vidor que si le podía echar un vistazo al guión. El guión parece ser que les gustó mucho .... por lo menos, hasta que llegaron a la última página, donde venía escrito:
King: tendré mucho gusto en hacer cualquier pequeño cambio que se te ocurra. Ernst
Lo del “toque” debía ser algo contagioso, durante una de las fiestas e ncasa de Lubitsch, fue Kräly quie apenas pudiéndose ponerse en pie después de beber en gran cantidad pidió otro copa a Otto, el mayordomo, y éste flemático le contestó:
Por favor quédese ahí tumbado y yo se lo iré echando
Y es que ....
Si se te ocurría una pequeña frase que le daba una idea para uno de sus famosos “toques" … podías realmente ver una pequeña llamita roja encenderse detrás del negro de sus pupilas.
(Vicky Baum)