Hace ya demasiado tiempo que estamos inmersos en una feroz crisis económica que está destruyendo empleo de una forma devastadora. Es por ella que los minutos iniciales de “Up in the air” (2009) en los que contemplamos los rostros de personas (algunas de ellas testimonios reales) a los que están despidiendo de sus trabajos, nos resultan tremendamente cercanos y familiares.
La empatía que uno puede sentir ante dichos testimonios se borra casi de un plumazo cuando constatamos que la mano ejecutora de esos despidos no es otra que la de Ryan Bingham. Y es que, claro, el arrollador atractivo de George Clooney casi te impide sentir odio hacia un tipo que pertenece a una empresa contratada por otras empresas para realizarles el trabajo sucio.
Ryan Bingham es un yuppie que vive casi permanentemente en el aire, que pasa 322 días al año sobrevolando distintas ciudades norteamericanas y siempre con el mismo frío e inhumano cometido. Ryan es incapaz de inmutarse ante el dolor ajeno y realiza su trabajo de forma profesional y objetiva. Obsesionado con lograr el récord de 10 millones de millas en vuelos que le convertirán en un cliente de lujo de la American Airlines, es un espíritu libre que no quiere oír hablar de ataduras sentimentales, que ha decidido no echar raíces en ningún sitio y que considera que las relaciones personales entorpecen el desarrollo vital y profesional de una persona. En este sentido, Ryan compagina su trabajo habitual con conferencias en las que, a través de la imagen de una mochila vacía, argumenta por qué es mejor recorrer el camino de la vida ligero de equipaje (véase familia y la relación casi nula que mantiene con sus dos hermanas).

Este yuppie madurito y de buen ver, parece ser feliz con lo que hace y la repetitiva rutina de sus días (perfectamente narrada en la película) le procura una estabilidad que está dispuesto a defender con uñas y dientes hasta que aparecen en escena dos mujeres que desequilibrarán su mundo perfectamente organizado.
Por un lado encontraremos a Alex, una madura ejecutiva con la que Ryan iniciará una aventura (siempre que sus respectivas agendas se lo permitan) de encuentros esporádicos. Esta relación, en un principio, une a dos personas de ideas prácticamente iguales y, por tanto, en ella primará por encima de todo el sexo antes que los sentimientos.
Por otro lado aparece Natalie Keener, una joven que acaba de ser contratada por la empresa a la que Ryan pertenece y que pretende dar un giro en los métodos tradicionales que ésta utiliza: ¿por qué gastar una ingente cantidad de dinero en vuelos si se puede despedir a la gente mediante videoconferencia? Natalie, la nueva generación, y Ryan, zorro viejo que no acepta perder su estatus, protagonizarán algunas de las mejores escenas de toda la película en las que podremos observar qué es lo que subyace bajo la coraza de ambos personajes: dos lobos con piel de cordero.
Jason Reitman que tiene un don especial para rodar películas de corte indie, pero sin alejarse (demasiado) de los parámetros del cine más hollywoodiense, vuelve a demostrar con “Up in the air” que sigue en forma y que es capaz de presentarnos una historia con un trasfondo tan duro (en algún momento durísimo) como el de las consecuencias de la crisis económica y, al mismo tiempo, no perder ese fino humor que suele caracterizar sus cintas. Es innegable que a ello contribuye un más que destacable guión, que adapta la novela homónima de Walter Kirn (y que se alzó con el Globo de Oro 2010 al Mejor Guión y se ha ganado una nominación al Oscar 2010) y el buen hacer de sus protagonistas.


George Clooney, Vera Farmiga y Anna Kendrick dan vida a Ryan Bingham, Alex y Natalie respectivamente. Sus sólidas interpretaciones se ha visto recompensadas con sendas nominaciones a los Oscar: al Mejor Actor en el caso del primero y a Mejor Actriz Secundaria para las dos últimas. Sin embargo, aun reconociendo la valía del trabajo de las féminas, me quedo con el de Clooney que da vida de forma soberbia a esa especie de niño grande que huye de las responsabilidades y que, prácticamente, acaba viéndose superado por todo aquello de lo que renegaba.
Junto a ellos aparece Jason Bateman como el jefazo de la compañía para la que trabaja Ryan y los sobresalientes cameos de Zach Galifianakis (“Reacón en Las Vegas”, 2009), J.K. Simmons (el padre de Juno y el editor del Daily Bugle) o Sam Elliot (“Dos hombres y un destino” -1969-, “De profesión: duro” -1989, “Tombstone, la leyenda de Wyatt Earp” -1993-, “Hulk” -2002-, “Cuando éramos soldados” -2002-, “Gracias por fumar” -2005- o “¿Qué fue de los Morgan?” -2009-)
Jason Reitman (“Gracias por fumar”, 2006 y “Juno”, 2008) firma una película más que digna en la que sólo le reprocharía esa trampa (de la que no voy a desvelar nada) que nos “regala” casi hacia el final de la cinta. De una manera u otra el director canadiense vuelve a colarse entre los grandes luchando por llevarse un Oscar a la Mejor Película y otro al de Mejor Director. Sinceramente no puedo opinar sobre sus posibilidades hasta que no haya visto sus más cercanas competidoras, lo que sí tengo claro es que vale la pena acercarse a un cine para volar junto a George Clooney.

Para ver la ficha de la película, pincha aquí.
Briony
