Cuando visité Andra Mari por un cupón de Oferplan, no entendí por qué semejante restaurante, con esas instalaciones, ese personal cualificado y el menú que presentan hacen este tipo de acciones, cuano el universo del marketing y la comunicación es tan amplio. Ahora que les sigo más de cerca, veo el cambio, tienen un buen producto que se merece una buena comunicación, y en este caso, lo están bordando en las redes sociales (Podéis encontrarles en facebook, instagram y twitter como "Cocina Vasca - Gure sukalkintza).
Y todo este rollo viene a cuento de una reciente visita a Ur-Gatza, por unos cupones, que pagó mi querido padre. La verdad es que me muero de la vergüenza cada vez que como en un restaurante con un cupón de estos, quizás porque sé que no pagas todo lo que se merece el restaurante, y menos, cuando veais el menú que comimos.
Llegamos puntuales al restaurante, un local en blanco, lineas rectas, pero cálido. Nos da la bienvenida un camarero super amable, atento, que recuerda perfectamente nuestra reserva, y que venimos por los malditos cupones (#nevermore). Nada más sentarnos nos preguntó qué queriamos tomar, si queriamos la carta de vinos. Mi padre suele tomar alguna copa, pero no mucho, hay que conducir y no es plan de liarla con los vinillos. El camarero le propuso, o bien tomar una copa (o las que quisiera) de vino de la casa, o bien abrir una que él quisiera, y llevarse el resto a casa. Me pareció una diea genial, que si pagas la botella, tengas la opción de llevartela. En este caso, tiramos por las copas, así, según el plato, ibamos cambiando.Primer entrante: gazpacho de remolacha.Un día caluroso, en el que este primer entrante venia perfecto. El camarero nos sugirió que lo tomáramos de la propia taza, sin cuchara, tal y como lo recomienda el chef Igor Aguirre. Un sabor suave, con ese toque especial, algo dulce de la remolacha, que daba un color fantástico en la tacita blanca. Un comienzo perfecto.
Segundo entrante: croquetas de solomillo Tras el gazpacho, nos trajeron las croquetas de solomillo. Según apoyó el plato, me tiré a por una de ellas. Ese primer mordisco, no sabría decir si estaba rica o mala, ¡quemaba! Mal, Carol, mal. Unas croquetas cremosas, con mucho más relleno que bechamel, a decir verdad, el interior de la croqueta era totalmente marrón, de las hebras del solomillo. Fantásticas, me hubiera comido las seis, y tan tranquila.
Tercer entrante: Ensalada de atún cortado a cuchillo.Soy muy muy fan del atún, y más si es cocinado de este modo. Contaba con que a mi padre le diera un poco de repelús y decidiera cederle el plato a su hijita, pero nada, estaba tan bueno, sin ese sabor a pescado rancio, sin nervios, con esa textura que parece mantequilla, que mi querido padre se lo zampó todo. Llegados a este plato, el camarero se interesó por nuestra experiencia, por saber qué tal iba todo. Detallazo.
Cuarto entrante: hongos salteados con emulsión de huevos encebollados.¿Qué decir? Llegados este punto, casi lloro de la emoción. No hay nada que me guste tanto como unos buenos hongos, y este plato, o copa más bien, no hacía sino resaltar su sabor. Al fondo, unos trozos grandes de hongos salteados, recién hechos y calientes, casi quemando, y sobre ellos, una suave capa de una espuma con un sabor a cebolla, a crema, a campo, a maravilla.
Quinto entrante: tosta de pan de cristal con berenjena y roastbeef.En el quinto entrante, mi padre ya se habia hecho colega del camarero (santa paciencia), al cual le habia preguntado por el local, que si la reforma, que si donde está la cocina... Que si cuantas estrellas Michelin tienen ¿¿Qué no tienen estrella Michelin?? Menuda decepción se llevó mi padre. Para él, se merecia un par de ellas. Sobre todo al probar su tosta de cristal, un pan que se deshacían en mil pedazos, que chocaba con la cremosidad de la berenjena hecha con mimo, y el roastbeef que coronaba el entrante. Una tapa como para repetir.
Pescado: Merluza asada con velouté de mar y tomates confitados. Aqui mis padres, estaban ya más que conquistados. Sobre todo mi padre, que era la primera ve que visitaba Ur-gatza, mi madre, ya había pasado en una ocasión anterior, de la cual vino encantadisima. ¿Ahora viene el postre, no? Ingenuo... Papá, ahora viene el pescado. (cara de susto)Mira que no soy muy fan de la merluza, pero debieron leerme el pensamiento, y el camarero me sirvió a mí la cola, vamos minipunto para él, me volvió a preguntar si me estaba gustando el menú. Segundo minipunto. Y se llevó el punto entero cuando probé el pescado, y sobre todo esos tomates que me supieron a poco. Maravillosos.
Carne: carrillera estofada con cremoso de patata.Ni sé la de horas que pudieron estar cocinando esta carrillera. Cuando me lo sirvieron, no me vi capaz de comermelo, estaba ya llena. Hasta que lo probé, y ese sabor concentrado, a carne, con la melosidad y ese punto a gelatina de las carrilleras me conquistaron. Mis padres, no decían ni mú, pero sonreían como nunca, y eso, me lo quedo para siempre, en Ur-Gatza.
Primer postre: surtido de quesos.Sin duda la unión hace la fuerza, y Ur-Gatza además de tener buenos productos y buenos proveedores como el del pan de Lekeitio o el aceite, se sirve de "La petite fromagerie" para ese surtido de quesos. Tres delicias de Francia, Asturias y Cádiz que nos encantaron. Me llamó la atención el segundo, ese color rosado que no se aprecia en la foto viene por el pimentón con el que lo elaboran, y ese toque ahumado, delicioso.
Segundo postre: Espuma de chocolate con helado, migas de galleta y kéfir Se suponía que el postre del menú era a base de fresas, pero tal y como nos explicó el camarero (soy #fan, un tio encantador, atento y muy profesional) no era temporada ya, así que habían decidido cambiarlo. Y oye, todo un acierto, el dulce del helado y el chocolate contrastaba con la acidez el kéfir, y ya lo remataba el crujiente de galleta. Muy rico.
UR-GATZAAlameda recalde, 11. Bilbao
Ni web, ni redes sociales, y apenas tres artículos en algún periódico. No se conoce lo que no se cuenta, por ello, quiero dar este primer pasito, junto con el artículo de "Gastrourdiales" (aquí su post), para que el nombre de Igor Aguirre vaya unido al de Ur-Gatza y resuene en todo Bilbao. ¿La razón? Por el buen trabajo, porque a pesar de ir con vergüenza y tres cupones, nos atendieron como si lo estuviésemos pagando en efectivo, me sentí muy a gusto, y me encantó ver cómo el camarero gastaba bromas sobre dónde podía estar la cocina, o se reía con mi padre cada vez que le pillaba por banda para decirle lo bueno que estaba todo.
Me encantó conocerte Igor, que me hablaras de esos maestros con los que has trabajado y que lo hicieras con tan buenas palabras hacia compañeros de profesión. Sé que no me recordarás, me quedé bloqueada, y ni me moví, ni reaccioné, ni siquiera me acerqué para darte la mano al terminar el servicio y felicitarte como es debido. A tí y a tu equipo. Sólo pude darte mis felicitaciones, así como al chico que nos atendió, y al cual recomendé, con una tarjeta, que os animarais con una web y con muchas cosas más que le conté. Espero que utilicéis esa tarjeta de visita, que trabajo como el vuestro debe verse, oírse y sobre todo, probarse.