(A Emilio)
¿Deben los ayuntamientos escuchar a los ciudadanos o es mejor que se líen a remodelar las calles y plazas sin hacer caso a nadie? La respuesta es obvia. O sea: la pregunta es completamente innecesaria.
Pues claro que hay que escuchar a los ciudadanos. Estaría bueno. Estamos hartos de que los alcaldes hagan todo tipo de barrabasadas sin contar con nadie, y de que sus arquitectos les secunden diseñando "de espaldas al pueblo" (Doña María dixit).
¿Pero hasta qué punto hay que escuchar a los ciudadanos? ¿Y a cuántos ciudadanos hay que escuchar?
Este es un tema peliagudo y peligroso, porque por ese camino, y en aras de querer diferenciar entre democracia y demagogia, podemos desarmar el tema, anularlo y acabar despreciando a la gente y apoyando los comportamientos autoritarios y dictatoriales de quienes mandan. Cuidado. También decían (antes se decía mucho) que no había que confundir libertad con libertinaje, y se escudaban en eso para no dejar hacer nada a nadie.
Vamos, que yo sí soy partidario de que quienes gobiernan escuchen al pueblo.
Ahora bien:
El Ayuntamiento de Madrid tiene entre sus posibles objetivos la remodelación de la Plaza de España. Pero antes de hacer nada han formulado dieciocho preguntas para que los vecinos respondan.
No me parecen bien ni las preguntas ni la forma de consultar.
Preguntar a bulto y a mogollón es como preguntar a una asamblea, y todos sabemos lo que es un régimen asambleario. (Yo lo conozco de la escuela, de cooperativas de viviendas y de alguna reunión vecinal como la que contaré después). Quien convoca y modera la asamblea tiene toda la capacidad del mundo para manipular, marear la perdiz y hacer que o se decida lo que lleva previsto de antemano o no se decida nada y se aplace el asunto para otra asamblea; y así hasta que salga lo que quiere.
Empezaron planteando sesenta y siete preguntas, que tras "votación consensuada por las organizaciones participantes en el proceso" quedaron reducidas a dieciocho. De entrada no sé por qué esas organizaciones y no otras, ni quiénes las forman, ni quiénes las eligen. Se nos dice también que el once de enero varias de las organizaciones más relevantes decidieron abandonar. Pues vaya.
Puestos a que unas organizaciones entren, otras salgan, unas consensúen y otras se cabreen, pienso que los que sí están elegidos democráticamente por toda la población son los ediles. Las otras "organizaciones" no sé quiénes son ni cómo funcionan. Y no tengo por qué fiarme de su criterio ni de sus intenciones.
El caso es que esas organizaciones han preparado el cuestionario, que queda publicado para que quien quiera se lo descargue, lo conteste y lo presente. Tal vez yo sea muy pesimista o muy derrotista, pero estoy harto de ver que quienes responden a este tipo de llamadas suelen ser los más puntillosos, tocanarices y maniáticos, mientras que la gente "normal" bastante tiene con lo que tiene como para responder el cuestionario.
Por otra parte, el cuestionario tiene -siempre en mi muy personal opinión- algunas preguntas manipuladoras, otras muy técnicas y otras muy caprichosas, y me temo que los encuestados no pueden analizar todos los datos, hacer cálculos, cotejar presupuestos ni plantearse dificultades, sino que responderán a bote pronto y a sentimiento.
En esta web el ayuntamiento lo explica todo muy bien. ¿Pero de verdad nos vamos a estudiar todos los documentos de la columna de la derecha (estudio ambiental, estudio de movilidad, estudio sociodemográfico...). Mejor nos descargamos el cuestionario y vamos al grano. "Venga, venga. Vamos a poner cruces".
El ciudadano debe contestar a sentimiento y decir lo que quiere a base de poner cruces. Ya están los técnicos para calcular y resolver. Sí. Cierto. Pero creo que, por esa misma razón, no se le pueden hacer a los vecinos ciertas preguntas de respuesta rápida y cortante.
La primera sí es buena: Plantea la propia conveniencia de la operación. "¿Crees necesario reformar la Plaza de España?" Si sale que no, asunto terminado.
La 2 es gloriosa: "¿Crees que se deberían mejorar...?" ¡SÍ! ¡NATURALMENTE! ¡CLARO QUE SÍ! Todos queremos que se mejore. Todo lo que sea mejorar es bueno. ¿Quién va a decir que no? "¿Crees que se deberían mejorar las relaciones entre Armenia y Filipinas?" Pues sí. "¿Crees que se deberían mejorar los implantes mecanogástricos del fosfeñojo poliédrico?" Pues claro. Pobres implantes mecanogástricos.
Pues eso: que si crees que se deberían mejorar las conexiones peatonales de la Plaza de España con
Plaza de Oriente
Barrio de Conde Duque
Templo de Debod
Parque del Oeste
Cuesta de San Vicente
Madrid Río
Casa de Campo
Gran Vía
Ninguna
Y, atención, te dicen que ¡puedes elegir varias! ¡Coño, pues todas! (menos la última: "Ninguna"). ¿Hay alguien con tan mal corazón que no quiera mejorar las conexiones peatonales? ¿Que algunas de ellas ya son buenas? Puede ser, pero todo se puede mejorar, y me están preguntando si quiero que se mejoren. Sí, sí. Que se mejoren todas.
Ni siquiera te piden que elijas una, lo cual ayudaría a señalar cuál de las conexiones está ahora peor, cuál necesita más atención. No: Puedes elegir varias. Elegir varias no es elegir. Señalemos todas. Ya que tenemos unos padres que nos malcrían de esa manera, pidámonos para los Reyes Magos todo el cortinglés.
Otras preguntas son muy alambicadas, algunas algo ambiguas, y otras demasiado técnicas.
¿Cuántas plazas de aparcamiento hacen falta? ¿Hay que mantener el paso elevado de Bailén? (Obsérvese que hay apartado "otras" respecto a ese paso elevado, a ver si a algún vecino se le ocurre alguna idea genial y la regala). ¿Hay que soterrar el tráfico en el eje Gran Vía y Princesa, teniendo en cuenta el elevado coste? Ojocuidao: Teniendo en cuenta el elevado coste. Sin más. ¿Qué coste? ¿Cómo se va a pagar? ¿Cuántos años nos va a tocar pagar? ¡Qué narices, yo pongo la cruz!
Ya digo que me parece necesario consultar al pueblo. Pero también me parece que se sigue fomentando la idea de que los técnicos somos una lacra, de que sabe más un ciudadano con mirada limpia y con un solo fogonazo de intuición que un técnico resabiado tras largos y aburridísimos cálculos, y que quienes tenemos por profesión estas cosas estamos usurpando a sus legítimos dueños. Es como si a los médicos les acusáramos de la apropiación indebida de nuestra salud. (Hay quien lo hace: los homeópatas, los santeros, los antivacunas... Pero todos sabemos el respeto que nos merecen).
No: con la medicina no se atreven. Es una profesión que aún se respeta. Pero con la arquitectura y el urbanismo... Hasta les preguntan a los vecinos por las medidas de sostenibilidad ambiental, que supongo que muchos las conocerán muy bien y estarán muy familiarizados con ellas, pero otros...
En un pueblo me encargaron el proyecto de la casa de la cultura. El equipo de gobierno se reunió conmigo un par de veces para explicarme lo que querían. Era todo muy vago, porque el programa lo tenían que concretar los vecinos. Sí me dijeron de cuánto dinero podían disponer, pero en seguida me emplazaron a una reunión asamblearia en la que los ciudadanos iban a concretar el programa.
Bien.
Fui a aquella reunión con muy poco optimismo, la verdad. Llevaba un par de croquis para centrar un poco el tema, para que vieran lo que cabía en el solar y lo que se podía hacer (más o menos) con el dinero disponible.
Lo primero que me llamó la atención fue que después de un par de semanas de difusión intensa del evento por el ayuntamiento, y teniendo el pueblo unos cinco mil habitantes, a esa reunión acudieron unos quince vecinos nada más. Sí: "Esos" vecinos.
El alcalde tomó la palabra poniéndose la medalla de la democracia y de la escucha fiel al pueblo. Luego yo, mucho más prosaico, les expliqué los croquis y les propuse varias alternativas para preparar el debate y tomar nota de las opciones elegidas.
Lo primero que preguntó uno de los asistentes fue:
-¿Cuántas butacas tiene el auditorio de XXXXX [el pueblo de al lado]?
Yo no tenía ni idea, pero el alcalde dijo que se había molestado en recabar ese dato y que eran cuatrocientas sesenta.
-¡Pues nosotros quinientas como mínimo!
En cuanto a la biblioteca: "¿Cuántas mesas, cuantos libros y cuántos metros cuadrados tiene la de XXXXX?" "Pues nosotros más".
En cuanto a si querían sala de exposiciones: "¿La casa de la cultura de XXXXX tiene sala de exposiciones?" Esta pregunta tenía dos posibles respuestas:
a). "Sí". "Pues entonces nosotros también".
b). "No". "Pues entonces nosotros sí".
Tras estas fruslerías se dirigió a mí un vecino muy serio y muy impostado. Me dijo:
-Pero, ante todo, no te olvides de la estética. La estética es muy importante.
Le dije que sí, que naturalmente, que por supuesto. (Y no quise preguntarle cómo era la estética que él propugnaba).
Así que yo le sugiero al Ayuntamiento de Madrid una ligera matización a cada una de sus preguntas. Por ejemplo:
-¿Crees necesario reformar la Plaza de España? (Ten en cuenta que en Barcelona van a cambiar el nombre de Plaça d'Espanya por Plaça dels Països Catalans, y la van a reformar, y les va a quedar preciosa).
-¿Qué actuaciones crees que son necesarias respecto al tráfico en el entorno de la Plaza de España? (Recuerda que en Barcelona han soterrado todo el tráfico por la Plaça de Catalunya, han hecho carril bici y han puesto más paradas de autobús).
-¿Quieres soterrar el eje Gran Vía - Princesa, teniendo en cuenta su elevado coste? (En Barcelona van a soterrar un buen tramo de la Avinguda Diagonal. Les va a costar una pasta, pero han dicho que para chulos ellos, y que los madrileños no tenemos pelotas).
Así sí.
(Si te ha gustado esta entrada tan antipática y tan borde para con los ciudadanos clica el botón g+1 que aparece aquí debajo. Y, en todo caso, tanto si te ha gustado como si no, deja tu comentario, por favor).