
Siempre he sido partidario del uso de la violencia saludable y equitativa. Es decir, de aquella que se aplica a modo de desahogo, con la conciencia de que puede volverse en tu contra. Sin embargo, he de decir que estos días de vacaciones en Barcelona, he sido víctima de un tipo de violencia que no conocía hasta ahora y que me ha situado en una posición de indefensión intolerable y vergonozosa: la violencia de opinión.
Resulta que se ha puesto de moda, al menos en la ciudad condal, que los restaurantes soliciten tu opinión en Tripadvisor. Vale, eso es bastante normal, lo que no es tan normal es que lo hagan mediante un cartelito, situado en cada mesa, donde te indican que si les votas y les enseñas tu voto, te realizarán un pequeño obsequio, normalmente una copita, una tapita o similar. Puede que yo sea muy quisquilloso, pero me parece una práctica completamente perversa, que adultera completamente el sentido del voto que puedas dar en Tripadvisor. Intercambiar votos por regalos es algo que, por lo menos, suena bastante chungo. O, bueno, la verdad es que es directamente un soborno cutre para conseguir una buena votación. Un soborno o un chantaje emocional, vamos: salvo que te hayan tratado especialmente mal y estés deseando ver la cara del camarero cuando le enseñes un comentario donde le pones a parir, ¿a quién se le va a apetecer ponerles una mala nota y enseñársela?
Evidentemente nadie te obliga ni a enseñarles el voto ni a aprovecharse de este envenenado ofrecimiento, pero el sólo hecho de plantearlo me parece lamentable. De hecho, está claro que tiene efecto, porque me ha costado horrores encontrar un restaurante estos días por la cantidad de puntuaciones sobrevaloradas que me he encontrado. Con un simple vistazo puedes encontrar más de 600 restaurantes en Barcelona con cuatro estrellas y media o más. Aunque sé que el nivel en la restauración de la ciudad es muy alto, es francamente imposible hacer uso de Tripadvisor en estas condiciones. No sé si estas puntuaciones están motivadas únicamente por esta práctica, pero lo que sí está claro es que forman parte del problema.
A causa de esto, a pesar de que no hemos comido mal, hemos acabado en algún que otro local que poseía cuatro flamantes estrellas y media que no eran merecedores ni en sus mejores sueños de tanta nota.
¿Mi solución? ¿Con o sin violencia? Mi idea primitiva, en todos los sentidos, era entrar con un lanzallamas en los lugares donde tuve que enfrentarme al dichoso y maldito cartelito, pero entendí que tal vez no era demasiado proporcionada con el delito. Tampoco decidí darles un voto negativo, ya que tampoco me parecía justo valorar su comida por una decisión publicitaria poco afortunada. Lo mejor será dejar, supongo, que sea Tripadvisor quien intervenga de alguna forma para evitar este tipo de engaños o contrabando de votos que alteran la calidad del servicio que ofrecen.
