Revista Cultura y Ocio

Va a estar buena la Argentina

Publicado el 09 marzo 2016 por María Bertoni
Mañana se cumplen tres meses de la asunción presidencial de Mauricio Macri. La mitad de los argentinos celebra los primeros resultados del cambio.

A tres meses de la asunción presidencial de Mauricio Macri, todavía es grande el entusiasmo que provoca “la Argentina del cambio”.

Para las grandes agroexportadoras.
Para las importadoras de igual tamaño.
Para las corporaciones multinacionales.
Para empresas y particulares que especulan con la compra-venta de dólares.
Para los tenedores de bonos defaulteados.
Para los administradores del capital golondrina.
Para los bancos lavadores de riquezas non sanctas.

Para los formadores de precios.
Para los que viven de rentas.
Para los patrones gustosos del negreo.
Para los blanquitos que quieren al negrito sin netbook, apenas escolarizado, pala en mano, agradecido y sumiso -si es necesario- a punta de pistola Taser.

Para los periodistas obsecuentes con sus empleadores ahora oficialistas.
Para los lectores, oyentes, televidentes que creen en la hidalguía republicana de las estrellas que brillan en el firmamento mediático.

Para negacionistas y relativizadores de un pasado signado por un plan sistemático de aniquilación de personas.
Para los espíritus solidarios con los verdugos encarcelados.
Para los ciudadanos que creen en la existencia de una Justicia independiente.

Para los que celebran la recuperación de cierto lugar en el mundo, por indicación de los dueños del mundo.
Para los que reivindican el origen europeo por encima de la raíz americana.
Para los que distinguen entre nacionalidades de primera y de segunda (o de cuarta).

Para los que aplauden una reestructuración del Estado funcional a intereses empresarios y de particulares asociados.
Para los que sólo reconocen marcas de ideología y politización en quien piensa distinto.
Para los que le temen al caudillaje provinciano.
Para los integrantes del arco opositor amigable.

Para los ciudadanos sensibles a un solo tipo de inseguridad.
Para los corruptos bien encumbrados y ladrones de guantes blancos.
Para los que aceptan la abolición de derechos en nombre de la lucha contra el narcotráfico y el terrorismo internacional.

Para los que consideran un gasto -o una oportunidad de negocios- la inversión en educación y salud públicas.
Para los flamantes funcionarios que denuncian el nepotismo de la gestión anterior mientras les asignan cargos públicos a socios históricos, amigos, familiares.


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