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Vacunas

Por Lasnuevemusas @semanario9musas
Fiebre, tos, dolor de garganta, ojos inflamados e irritación en la piel, acompañada de una picazón terrible y enrojecimiento.

Fiebre, escalofríos, malestar general, dolor de garganta que aumenta al tragar por la apariciòn de unas membranas grisáceas en esta. Tos, ronquera, dificultad para respirar.

Vacunas

Fiebre, dolor de garganta y de cabeza, vómitos, fatiga, dolor en la espalda, brazos y piernas, debilidad muscular... ¡y parálisis para el resto de la vida!

Imaginar a un niño en cama, impedido de ir al colegio, de salir a jugar, o peor aún, en peligro de muerte, agobiado por las dolencias descritas arriba, que no son otra cosa que los síntomas del sarampión, la difteria y la poliomielitis, en ese orden, es terrible.

Afortunadamente, no tiene que ser así. Esa es una realidad que está a nuestro alcance cambiar con la simple aplicación de una vacuna. No es necesario que los niños sufran, pierdan la movilidad o incluso mueran; las vacunas pueden evitar todas estas calamidades.

Las vacunas son preparaciones sintetizadas a partir de toxinas, virus muertos o debilitados, que se administran a una persona con la finalidad de que su organismo desarrolle defensas naturales contra determinada enfermedad. Estimulan al sistema inmunológico para que genere los anticuerpos necesarios para combatir las amenazas y, por otra parte, guarde un registro de estas, lo que le permitirá reconocerlas y eliminarlas más adelante, haciéndolo inmune.

Evitan tres millones de muertes al año, tantas como 60 por hora, una por minuto, y son, después de la potabilización del agua, las estrategias de prevención que más han beneficiado a la humanidad.

El nombre vacuna proviene de vaca y hace referencia a la viruela de la vaca o variolae vaccinae. Llega hasta nuestros días arrastrando las trazas de una batalla bastante particular, la que libró el médico inglés Edward Jenner en el año 1796 contra la viruela, enfermedad mortal responsable del fallecimiento de 300 millones de personas. En el proceso de lucha contra la viruela se desarrollaron las vacunas y fue la primera enfermedad en ser completamente erradicada mediante la vacunación.

El doctor Jenner notó que las mujeres que recolectaban leche con frecuencia contraían la viruela bovina, o viruela de la vaca, una variante bastante leve de la viruela humana y, que después de haberla padecido, no sufrían la variedad humana; quedaban inmunizadas. Jenner tomó el virus de la mano de una granjera enferma, Sarah Nelmes, y se lo inyectó a un niño de ocho años, llamado James Phillips, quien se contagió de este mal. Esperó 48 días y entonces inyectó al niño con la variante humana de la enfermedad. Pero el niño no enfermó. Era inmune. Desarrolló esa protección contra la viruela gracias a la vacuna que le procuró el doctor Jenner. Más tarde, el científico Louis Pasteur propuso que el término se extendiera para designar al proceso de inmunización en general.

Desde entonces, se ha desarrollado una gran cantidad de vacunas contra un número igual de enfermedades. Hay vacunas contra enfermedades infantiles, tales como: cólera, tifus, poliomielitis, difteria, tos ferina, tétanos, sarampión, hepatitis, meningitis, rubeola, parotiditis (paperas) y así, sino hasta el infinito, al menos hasta ocupar los 1800 caracteres que no debe sobrepasar este artículo. También es importante mencionar en este momento las promesas de vacunas cuya aparición en el mercado es inminente, tales como la vacuna contra el alzhéimer, el mal de Parkinson, una vacuna universal contra la gripe, contra la diabetes, el cáncer, meningitis y en el futuro la lista podría extenderse hasta abarcar todas y cada una de las enfermedades existentes.

Entonces, si estamos en capacidad de prevenir enfermedades potencialmente mortales o que puedan dejar secuelas físicas de por vida a quien las padezca, ¿por qué no se han erradicado todas aquellas para las cuales existen vacunas, como ocurrió con la viruela?

Según el doctor José Vicente Tuells Hernández, profesor e investigador de la Universidad de Alicante y especialista en Medicina Preventiva y Salud Pública, el comportamiento de la sociedad en lo concerniente a las vacunas es cíclico y existen estudios que explican la secuencia de hechos asociados a los procesos de vacunación. Primero, se incrementa la cobertura de los programas de vacunación. Como consecuencia de estas acciones, las cifras de morbilidad disminuyen. Segundo, se pierde el temor a la enfermedad, se considera que las vacunas son innecesarias y la gente deja de vacunarse. Y tercero, ante el repunte de los brotes de enfermedades, la confianza en las vacunas regresa.

Por otra parte, este círculo vicioso se ha visto reforzado por campañas de información maliciosa que causan pánico entre los padres. A través de ellas se han difundido ideas que espantan a progenitores desinformados que, a pesar de querer sólo lo mejor para sus hijos, logran lo contrario al negarse a protegerlos de enfermedades mediante la vacunación.

En el año 1998 el médico británico Andrew Wakefield publicó en la prestigiosa revista The Lancet un estudio donde afirmaba que la vacuna triple (rubéola, varicela y sarampión) provoca autismo y, por increíble que parezca, hoy, dos décadas después, aún hay quien se hace eco de semejante barbaridad, a pesar de que una investigación demostró que las investigaciones de Wakefield carecían de rigor científico, habían falseado datos e incluso él se retractó públicamente en la misma revista y el Consejo General de Médicos del Reino Unido le retiró la licencia. Como consecuencia, tras la publicación del artículo se desató el pánico, las cifras de vacunación disminuyeron y las del sarampión se dispararon.

Este es el bulo más documentado, pero existen otros. Entre los más difundidos encontramos la falsa creencia de que si una enfermedad ha sido controlada y es menos frecuente no es necesario vacunarse, cosa totalmente falsa, porque de hacer esto, la misma repuntaría. También se ha planteado que es mejor vacunar a los niños cundo sean mayores, pero en ese caso la vacunación sería menos eficaz, porque el objetivo de la vacunación temprana es protegerlos cuando son más vulnerables. Otro mito sostiene que las vacunas tienen efectos secundarios peligrosos que no son revelados al público, lo cual no es cierto, puesto que las reacciones son leves, temporales y localizadas, salvo en casos extremadamente raros. Se dice que sobrecargan y agotan el sistema inmunológico de los niños, esto es falso y existen estudios que demuestran que las vacunas combinadas no debilitan el sistema inmunológico. Se ha intentado relacionar las alergias, la diabetes y el asma con las vacunas. Falso, de nuevo.

Los creadores y replicadores de estos bulos se agrupan bajo el estandarte de movimientos antivacunas. Son colectivos cuya presencia ha aumentado en países desarrollados, tales como Estados Unidos, Francia, el Reino Unido, Alemania e Italia. Sus acciones han logrado sabotear las campañas de vacunación, mediante el terror que han inducido en los padres, con el consecuente aumento de casos de enfermedades que estaban prácticamente erradicadas, como el sarampión, la cual se ha cuadruplicado en el mundo. Hasta el 2016 venía en declive, pero desde entonces ha experimentado un repunte bastante peligroso, motivado en los países ricos por la desconfianza generada maliciosamente por los movimientos antivacunas y en los países pobres por la imposibilidad de acceso al tratamiento. En Europa el incremento de los casos de sarampión es de 300%, con respecto a años anteriores.

La Organización Mundial de la Salud (OMS) ha alertado sobre las nefastas consecuencias de apartarse de los cronogramas de vacunación y de los graves problemas de salud pública que podrían surgir. Según la entidad, y cito, "Hasta la fecha, en 2019, 170 países han informado de 112.163 casos de sarampión a la OMS. El año pasado en el mismo período, se habían contabilizado 28.124 enfermos en 163 países. Esto representa un aumento de casi el 400% a escala mundial. "Aunque estos datos son provisionales (...), indican una tendencia. Numerosos países son víctimas de importantes picos de sarampión, y todas las regiones del mundo sufren un aumento sostenido del número de casos".

Pero donde el tema de los antivacunas ha adquirido rasgos surrealistas es en India, uno de los mayores productores y exportadores de vacunas del mundo, donde, paradójicamente, habita una tercera parte del total mundial de la población infantil no vacunada. Según cifras suministradas por Forbes, el 44% de los niños no recibe una vacunación completa, lo que se traduce anualmente en la muerte a un millón de menores de 5 años. Unicef puntualiza que casi 3 millones de niños en este país no han recibido ni siquiera la primera dosis de la vacuna contra el sarampión, lo que le prodiga el dudoso honor de ser el segundo país con menor número de niños inmunizados y donde nace anualmente el mayor número de bebés con deformidades producidas por la rubeola que padecieron sus madres durante el período de gestación.

El programa de vacunación de India debe abarcar cifras tan enormes como su geografía, las cuales incluyen 440 millones de menores, el más amplio del mundo, y el gobierno no solo tiene en su contra los problemas de infraestructura, los cuales hacen realmente cuesta arriba interconectar las diferentes regiones que conforman el país de dimensiones enormes, sino que además enfrentan un obstáculo aún mayor que su vasta geografía: deben luchar contra la circulación de noticias falsas sobre efectos negativos de las vacunas. Para muestra un botón: en Bombay, capital financiera del país, una campaña de desinformación sobre los posibles peligros de las vacunas difundida por wasap logró que se impidieran las jornadas de vacunación en decenas de colegios.

Afortunadamente, los gobiernos de los países desarrollados han comenzado a tomar acciones destinadas a enfrentar las políticas de los antivacunas y retomar los programas de vacunación. En Estados Unidos, concretamente en California, no se permitirá a ningún niño iniciar el año escolar si no está vacunado y en Europa se están reforzando las leyes de vacunación. En Italia ahora es obligatorio vacunar a los niños entre los 0 y los 6 años, so pena de sanciones a los padres que incumplan esta ley. En Alemania, donde han sufrido desde 2015 importantes brotes de sarampión, a pesar de ser voluntaria la inmunización de menores, es obligatorio demostrar que se ha recibido información sobre los planes de vacunación, para inscribir a los niños en las guarderías.

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Pero, a pesar de todo, hay esperanza, y es que los milagros ocurren donde menos se espera. Ruanda perdió al menos 800.000 en el genocidio de 1994 y la destrucción generalizada que este trajo consigo lo colocó entre los primeros lugares de los países más pobres del mundo. Además, según la OMS el alcance de las vacunas infantiles recomendadas por esta organización cayó a niveles inferiores al 25%.

Quizás tan penosas experiencias les hicieron valorar la vida de una forma diferente, pero lo cierto del caso es que 20 años después el 95% de los niños ruandeses reciben todas las vacunas recomendadas, entre las cuales se encuentran las del polio, el sarampión y la rubeola y su esperanza de vida se ha duplicado.

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Si esto parece extraordinario, más aún es el hecho de que Ruanda podría ser declarado en breve el primer país del mundo libre de cáncer de cuello uterino. Cuando en 2006 estuvo disponible la primera vacuna contra el VPH, dos sentimientos encontrados se apoderaron de la sociedad: el entusiasmo por la posibilidad cierta de reducir la cantidad de mujeres afectadas por este mal por un lado y, por otra parte, la intuición de que la misma no estaría al alcance de todas las niñas al mismo tiempo. Se estimaba una diferencia de una década entre la introducción de la vacuna en los países de altos ingresos y los pobres.

Sin embargo, aun cuando países desarrollados como Francia y Estados Unidos sólo han alcanzado niveles medios de vacunación, en Ruanda, gracias a un exhaustivo programa de vacunación contra el VIH emprendido por el gobierno, el 93% de las niñas reciben la vacuna contra esta enfermedad.

No es necesario que los niños sufran. No tienen que padecer los suplicios y las secuelas de las enfermedades para las cuales existen vacunas y las carencias económicas no son un impedimento a la hora de tener acceso a programas de vacunación amplios, de los cuales se beneficie la población más vulnerable. Ruanda es prueba de ello.

En 2017 pudieron evitarse las muertes de un millón y medio de niños, causadas por enfermedades contra las cuales existen vacunas. No era necesario que murieran.

Contrariamente a lo que se piensa, la vacunación no es una cuestión personal, que sólo afecta a quien recibe o no la vacuna, es un problema de todos, porque afecta la salud de todos. La inmunización beneficia indirectamente a aquellas personas que no pueden vacunarse, como los ancianos, los niños trasplantados, inmunodeprimidos o los pacientes oncológicos.

Inmunidad colectiva, la llaman. Sinónimo de solidaridad.


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