Cuando la Sierra Sur jiennense se eleva, aparece entre sus escarpadas y onduladas montañas una bella población con nombre que sabe a vino, a tradición y a solera.
Estamos en Valdepeñas de Jaén. El camino hacia esta villa es curvo y espectacular por sus vistas.
En este escondido lugar, a casi mil metros de altura, con un aire sereno y limpio, se erige la pequeña localidad jiennense que esconde entre sus estrechas calles pedazos de historia. Una historia que se encuentra en la crónica de sus avatares pasados, en las plazas sombreadas por el monte de La Pandera y en sus gentes.
En esta tierra, corazón de la Sierra Sur, se halla una gran ventana tectónica, simas gigantescas, quejigos y encinas centenarias y sobre todo agua. De ahí que se diga que Valdepeñas está rodeada de manantiales. Ha sido el agua la que ha moldeado a esta tierra y a sus gentes ofreciendo estampas de paisajes inimitables.
Uno de estos paisajes que nos deja el agua es el paraje conocido como Las Chorreras. A la falda de La Pandera, el río Vadillo recoge y deriva sus aguas creando paisajes de gran belleza.
Hay un camino conocido como la senda del agua que descubre todos estos encantos creados por el agua. Bajo un tupido manto de vegetación, a la sombra de Las Chorreras, se inicia un recorrido guiado por el agua, que aún joven, forma un magnífico salto de más de quince metros de altura.
(El Mundo)