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Valencia al mar, sus Poblados Marítimos y el puerto

Por @asturiasvalenci Marian Ramos @asturiasvalenci

Del olvido al éxito y de éste al olvido. El puerto de Valencia y sus Poblados Marítimos son los grandes desconocidos de una ciudad que siempre miró al mar. Valencia al mar, sus Poblados Marítimos y el puertoDe nuevo son los grandes olvidados de las opciones turísticas que ofrece Valencia. Y aunque parezca una exageración, esta ciudad abierta a su mar Mediterráneo solo pudo florecer con gran esplendor gracias a su puerto comercial y sus Poblados Marítimos que dieron alegría, actividad y vida.

En su origen fue la arena y el mar los elementos clave que buscaron los valencianos para entrar en contacto con su naturaleza más cercana. Deseaban un gran balcón al mar Mediterráneo.

Valencia al mar, sus Poblados Marítimos y el puerto


Paseamos por el Puerto de Valencia. Andamos por sus Poblados Marítimos. Y si dejamos volar la imaginación un poco, tan solo un poco…La costa valenciana huele a merenderos antiguos al borde del mar, a lavanda y malvarrosa; a casetas de baño de madera y a brisa marina. Huele a sus platos de arroz elaborados con cariño y a Agua de Valencia. Huele a Vicente Blasco Ibáñez y sus tertulias con sus compañeros. Huele al aroma de azahar que desprendían esas mujeres vestidas de blanco que paseaban a orilla de la playa manejando sus sombrillas coquetamente. Huele a Sorolla.

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Ruge y navega el Puerto de Valencia. Donde se pudo ver como hermosos veleros desaparecían en el horizonte del mar. Donde los grandes privilegiados pudieron escuchar los rugidos de los más importantes bólidos de Fórmula I. Temblaron las voces jaleando a nuestro piloto, Fernando Alonso.

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Huele a jardines, sal y a la piel acariciada por el sol. Nos sentamos en la arena de la playa de la Malvarrosa y contemplamos este paisaje tranquilizador donde una línea separa dos azules muy intensos, el del mar, el del cielo. Su grandeza es su secreto, porque produce calma y sosiego para aquellos que la saben contemplar. Sentados en el paseo marítimo podemos ver como los bueyes arrastraban las barcas hasta la misma orilla para desembarcar la pesca del día. Al atardecer.La costa de la ciudad es un lienzo de colores típicos marineros. De elegantes casas modernistas o casas muy humildes. Pero esta imagen ensoñadora e idílica no fue siempre así.

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Al lado del mar pero algo alejado del casco histórico de Valencia, los Poblados Marítimos y el puerto contribuyeron desde su origen a que fuera una ciudad dinámica y comercial.Fue a través del mar como este territorio fue absorbiendo lo mejor de cada cultura para dar una personalidad propia. Y gracias a su situación geográfica, Valencia, se convirtió en una de las ciudades más importantes del Mediterráneo.Fue el puerto un gran problema para todos aquellos que quisieron construirlo porque la costa arenosa se lo impedía. Pero con mucho trabajo, a lo largo de los siglos, ganaron el pulso a su costa y Valencia fue una continuidad hacia el mar. El Puerto de Valencia comenzó a crecer a partir del siglo XIX creando una salida natural desde el centro de la Península. Conquistada Valencia por Jaime I, su decisión de acampar junto al mar, engendró el origen de un poblado marinero con sus casas y un recinto amurallado, el Grao. Así nacería la ‘Valentia nova maris Valentiae’. Curioso resulta que el casco urbano de la urbe se encontrara a tres kilómetros del mar. Existía un acceso, el canal del río Turia que llegaba hasta las murallas y era navegable solamente para las pequeñas embarcaciones debido a su poco calado. La ciudad de Valencia estaba unida con el mar. Había  una pequeña dársena que estaba situada en la actual calle Pintor Sorolla (centro de la ciudad) y que formaba parte del barrio de pescadores. Desde el momento que el río Turia fue olvidado como canal de acceso para las grandes embarcaciones, el Puerto de Valencia adquirió su emplazamiento definitivo. A partir de este momento comenzó a existir una gran grieta social: la nobleza, en el casco histórico y el pueblo trabajador en los barrios en los Poblados Marítimos.

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En las playas del Grao ya existían varios almacenes de madera para suministrar a los constructores navales. Esta madera procedía de los bosques del interior de Valencia, Castellón y Teruel. Pero el embarcadero que existía fue destruido por una riada que lo dejó inservible. Y aunque se construyó uno nuevo, el avance de la arena de la playa lo dejaba seco. Además, la madera que era almacenada tenía una bacteria que la carcomía. Curioso su nombre, ‘broma’.La situación geográfica del Puerto de Valencia provocaba fuertes corrientes marinas que sorprendían a los grandes buques que se encontraban en el Golfo de Valencia y en El Grao. Algo que podía ser una trampa mortal. Allí, solo existía un embarcadero de madera. Las barcas podían quedarse varadas en la arena pero los grandes buques se veían sorprendidos en el mar y sin ninguna protección.

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El número de naufragios en la costa valenciana durante el invierno era escalofriante mientras que, por ejemplo, la ciudad de Venecia prohibía la navegación entre el 15 de diciembre y el 20 de enero. A pesar de todo, el puerto seguía teniendo un intenso tráfico de productos manufacturados, trigo, sal, vino, cuero, seda y cerámica. Las grandes embarcaciones salían hacia Italia, Francia e Irlanda. Pese a este trasiego comercial y el peligro que existía, ningún proyecto para mejorar la fisonomía del Puerto de Valencia fue aprobado.


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Todos estos problemas terminaron por resolverse, sorprendentemente, durante el siglo pasado. Con la terrible riada del año 1957, se produjo la desviación definitiva del río Turia y la construcción de un nuevo dique, paralelo a la costa y que ofrecía una gran seguridad y la creación de otros muelles. Por fin, se ampliaban sus instalaciones y se creaba una zona protegida y abrigada para la navegación comercial y de cruceros. Consiguieron que el Puerto de Valencia fuera una continuación de la línea costera integrada y mirando al mar.Los edificios modernistas como los tinglados, la antigua estación y el Reloj quedaban como meros espectadores ante una gran remodelación.
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Convirtieron estos tinglados en la sede de los equipos de alta competición. Valencia entraba a formar parte de la esfera deportiva mundial y lo celebraba con la construcción de su edificio más emblemático, Veles y Vents.Así que ya tenemos a Valencia como sede de la America’s Cup los años 2007 y 2010. Deporte que también dio vida a las playas del Cabanyal y la Malvarrosa. Sus Poblados Marítimos fueron visitados por ciento de miles de viajeros de todo el mundo.Pero Valencia quería más y en el año 2008 la ciudad aceptó ser sede del Gran Premio de Europa de Fórmula I. Un gran entramado urbano que discurría entre la dársena interior, El Grao, Nazaret y el puerto. Así, millones de personas en todo el mundo, pudieron contemplar como competían los mejores pilotos de Fórmula I con un horizonte muy especial, el mar.

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Este circuito urbano se convirtió en el segundo de Europa con un trazado de cinco kilómetros y veinticinco curvas.Vamos a subir a la primera planta del edificio Veles y Vents, lo mismo que hicieron los más privilegiados para contemplar estas dos competiciones deportivas. Una construcción lineal y paralela de color blanco y con grandes cristaleras que le dan ligereza. Una evocación que recuerda el ambiente marinero pero en la época moderna.

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Merece la pena…La dársena antigua, el edificio del Reloj, la actividad de los barcos que ofrecen diferentes experiencias por el mar, los yates amarrados balanceándose al ritmo del agua y en el horizonte, el mar. Desde aquí podemos ver el puente giratorio que se construyó para la Fórmula I. Si navegamos por este canal podemos acceder en unos minutos a mar abierto.

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Dejamos el ambiente actual. Vamos a conocer los Poblados Marítimos. Barrios típicos que se encuentran a lo largo de la costa de la ciudad. Barrios como Nazaret con un entramado de calles con casas humildes y al lado del nuevo cauce del río Turia y de las instalaciones deportivas. Su playa fue la gran sacrificada.

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Siguiendo la carretera llegamos a otra barriada muy humilde, La Punta. Dicen que la torre de la iglesia de Santa María del Mar se puede ver… ¡desde el mar!

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Otros Poblados Marítimos como Poble Nou, Cañameral y el Cabanyal fueron en algún tiempo un grupo de barracas abigarradas entre acequias que vertían sus aguas sobrantes al mar. El Cabanyal nos hablaba de cabañas y Canyamelar de cañas de azúcar cultivadas en estos huertos arenososA la izquierda del Puerto de Valencia podemos pasear por la playa de la Malvarrosa y su barriada. Un pintoresco rincón que fue lugar de encuentro de la alta burguesía que la elegía para pasar el verano o para descansar y tratar dolencias en el Balneario de Las Arenas.

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Actualmente, el paseo marítimo, el Paseo de Neptuno, se encuentra paralelo al mar y a las antiguas casas de pescadores

Un paseo lleno de palmeras y con algunos de los típicos restaurantes de Valencia. A la orilla de la misma playa está el Hotel Balneario de Las Arenas de cinco estrellas, uno de los más lujosos de la ciudad. No va a hacer falta que lo busquemos. Es un edificio modernista tan bonito y amplio que lo vamos a identificar fácilmente.

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Alejándonos del puerto y paralelos a la costa, también podemos visitar la Casa Museo de Vicente Blasco Ibáñez.

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El Grao es otro de los barrios donde, antaño, la imagen más común era la de los pescados secándose al sol con la brisa del marina. Casas decoradas con azulejos brillantes que dibujaban jarrones con flores, dameros y pájaros.

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Valencia se dibujaba y se pinta hacia el mar. Algo que siempre le ha dado una personalidad propia. Algo que hace que se funda ese sabor mediterráneo típico de sus casitas soleadas con un modernismo más actual a pie del puerto.

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Algo que te da la opción de elegir entre pasear como lo hicieron las protagonistas de las pinturas de Sorolla o conocer el entramado urbanístico por donde rodó y se jaleó a nuestro gran piloto de Fórmula I, Fernando Alonso…

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