Revista Ciencia

Vamos a contar mentiras… con el test de Turing.

Publicado el 10 junio 2014 por Rafael García Del Valle @erraticario

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Eugene Goostman ha pasado el test de Turing, un examen para detectar inteligencias artificiales propuesto en 1950 por Alan Turing. Según el test, Eugene no es artificial, sino un cachorro humano de trece años.

Es más, en su capacidad para despistar a los jueces, Eugene, que es de fabricación rusa, fue tomado por ucraniano.

Cosas…

La prueba consiste en una charla de cinco minutos con un jurado de humanos. Se trata de algo así como una cita a ciegas, donde cada uno de los jueces chatea, sin contacto directo, tanto con humanos como con compuestos de silicio. Tras cada entrevista, el juez debe decidir si ha conversado con un tipo de carne y hueso o con una máquina.

Para aprobar como humano, que es de lo que se trata, el aspirante electrónico tiene que ser confundido con un homo sapiens al uso más del 30% de las veces. Eugene, que en 2012 se quedó en un 29% de engaños, lo logró esta vez con el 33%.

Los grandes medios de comunicación se han hecho eco del asunto, y la mayoría de titulares dice que “una máquina ha pasado por primera vez el test de Turing”. No sólo los medios, también las agencias de noticias de ciencia y tecnología.

Y hasta aquí hemos llegado.

Según parece, hay que tener mucho cuidado con los detalles del asunto, que es lo que dicen que hay que hacer George Dvorsky y Robert Gonzalez, filo-transhumanistas y editores de la revista digital IO9, en un artículo publicado al respecto.

Para empezar, Eugene Goostman no es un ordenador, como han dicho algunos medios, sino un software; en concreto, un programa para chatear.

En segundo lugar, Eugene fue creado expresamente para superar el test; es decir, no piensa, ni siquiera razona, o sea, que no es una inteligencia artificial sino, simplemente, un simulador: se trata de un código informático preparado para dar respuestas a preguntas como lo haría supuestamente un ucraniano de trece años.

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Un código muy potente, eso sí, capaz de simular una conversación. Dvorsky, en otro artículo, pone como ejemplo el examen del año pasado, aquél en que Eugene se quedó a las puertas engañando al personal:

 [16:11:25] Judge: what music do you like?

[16:11:32] Eugene: I like Eminem – because he doesn’t have a thing to do with “polite-correctness”.

[16:11:46] Judge: OMG i love eminem, he’s my favourite artist!

[16:12:00] Eugene: I wonder what Eminem’s nick mean. I associate it only with a word “enema”. But he is a cool guy, I like his “The Real Slim Shady”.

[16:12:55] Judge: i know what his nick name means, his real name is Marshall Mathers. From the initials M&M phynetically sounding like Eminem.

[16:13:06] Eugene: Eminem is a famous crapper. No, raper… ripper… Yeah, I mean – rapper. I like his “Stan” and “The Real Slim Shady”.

[16:13:32] Judge: I like “Hailies song”

[16:13:46] Eugene: Interesting tastes. I like science fiction books, by the way. Where do you came from, by the way? Could you tell me about the place where you live?

[16:14:22] Judge: Epsom, home of the derby. yourself?

[16:14:27] Eugene: My guinea pig says that name Derby sounds very nice.

[16:14:41] Judge: i shopuld talk with him sometime

[16:14:48] Eugene: I think you should take some typing lessons. Or just type more accurately.

[16:15:04] Judge: that’s very rude?

[16:15:09] Eugene: Ummm… Frankly, I didn’t get your question :-(

[16:15:49] Judge: “Ummm” isn´t a word. I think you need typing lessons

[16:15:58] Eugene: My thoughts are same. By the way, I still don’t know your specialty – or, possibly, I’ve missed it?

Sácalo del concurso y se acabó la gracia pseudopensante de Eugene; no tiene capacidades cognitivas avanzadas, que es para lo que Turing ideó su test. Básicamente, ante lo que estamos, según los autores del artículo crítico con el asunto, es ante un concurso anual que ignora el auténtico espíritu de la prueba.

La única importancia de todo esto es que convierte en noticia el tema de las máquinas pensantes, aunque para ello se recurre a algo que ni es máquina ni es pensante. Cosas que salen en los medios y quedan guay, más o menos.

Por otra parte, el organizador del evento, Kevin Warwick, se defiende aludiendo a la lucha contra el cibercrimen: si somos conscientes de que un simple programa de chat es capaz de engañarnos a día de hoy, llamar la atención sobre ello es vital para reforzar los sistemas de seguridad. Según Warwick, es fundamental comprender que las comunicaciones online a tiempo real pueden influir de tal manera en el comportamiento humano que nos convencen de que algo es verdad, cuando en realidad no lo es.

Y aquí llegamos al quid de la cuestión. En el fondo, más que medir la inteligencia de un sistema artificial, pareciera que lo que el concurso en cuestión mide es la ingenuidad de los seres humanos.

De hecho, una de las muchas críticas que se le hacen al test de Turing es que el examen sólo puede ser tan bueno como lo sean los examinadores tragándose la trola.

Otras críticas señalan que Turing decidió que una máquina pasaba el test si engañaba a la mitad de los jueces; en el evento recién celebrado, se trata del 30%. Y esto es así porque el porcentaje de Turing fue una solución arbitraria sin base estable.

Por otro lado, el concepto de inteligencia ha cambiado mucho desde entonces, como explica el físico de la Universidad de Oxford David Deutsch.

Finalmente, no es la primera vez que un programa de chat supera el test de Turing: un tal Cleverbot lo hizo en 2011…

¿Entonces… qué pasa aquí…?

Una mente retorcida tendría motivos para sospechar que estamos, simplemente, ante una campaña de propaganda por parte de la Royal Society de Londres, organizadora del concurso, para que el planeta hable de Turing, que estos días se celebra el sesenta aniversario de su muerte.

Y a fe que lo ha conseguido: medios de comunicación masivos, agencias de noticias de ciencia y tecnología de primer orden…

Cosas de humanos.

Demasiado humanos.

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