Revista Televisión
No puedo creer lo que voy a escribir. Me dicen esto al comenzar la temporada que está diciéndonos adiós estos días, y no me lo creo. Esta entrada está centrada en esa serie que olía a Crepúsculo por todos lados, y que, sorprendentemente, se convirtió en mi placer culpable nº1 de la temporada.
Hace dos semanas que "The Vampire Diaries" despidió su primera temporada convertida en la serie de más éxito de su cadena. Y no me extraña, porque tiene la receta para ser el éxito que es. Su piloto me gustó más de lo que lo hizo con otros seriéfilos. La trama iba avanazando a muy buen ritmo, y de repente, así, sin quererlo, la serie se había convertido en el primer placer culpable de mi vida. Muchos la tacharon de ñoña, o de repetitiva, pero había que verla libre de prejuicios y disfrutarla por lo que es: una serie sobre vampiros. Puede que influya que me he mantenido bastante alejado del fenómeno Crepúsuculo, por lo que no tenía con qué compararla (porque pensar en Coppola y su Drácula es pasarse).
Empezamos la temporada con los papeles muy definidos. Teníamos al malo de la función, Damon, frente a su hermano Stefan y su novia Elena. También estaba claro que la tensión sexual entre los tres iba a jugar un papel importante en la serie. Y luego teníamos a los secundarios, un abanico muy amplio de personajes: Bonnie la bruja, Caroline la amiga de la protagonista, Jeremy el hermano atormentado de Elena y muchos otros que fueron apareciendo conforme avanzaba la temporada.
En cuanto a las tramas, la principal giraba en torno a Elena y su asombroso parecido con Katherine, el "amor de juventud" de los hermanos Salvatore. Con el tiempo descubrimos que ella no era hija de quien pensaba, sino que su madre resultaba ser Isobel, una vampira a la que se nos presentó como el paradigma de la maldad, y que al final resultó que actuaba simplemente por el bien de su hija. El padre de la criatura es el que ella pensaba que era su tío paterno. Dejando a un lado los problemas de parentesco, hacia la mitad de temporada apareció el verdadero problema. Los vampiros que antaño fueron encerrados y quemados, iban a ser resucitados y sacados de su tumba para sacir su sed de venganza. El cliffhanger de mitad de temporada nos dejó a todos con ganas de más. La lucha por evitar esta situación es la que ha movido a nuestros protagonistas a lo largo de la segunda mitad de la temporada.
Y al final nos hemos plantado ante la masacre vampírica que ha terminado con los vampiros más rencorosos de la tumba. Pero no sólo eso, hemos descubierto que, además de vampiros, hay otros seres increíbles entre los habitantes de Mystic Falls (no me esperaba que el Alcalde y su hijo tuvieran reservada esta sorpresa). También hemos dejado a Jeremy en mitad de su posible transformación y a Bonnie, que consciente de sus poderes, ha terminado por coger el toro por los cuernos, y ha avisado a Stefan que controle a su hermano, o de lo contrario la que no se controlará es ella.
Pero lo más importante ha sido la aparición de la verdadera Katherine. ¿De dónde ha salido? Habrá que esperar a Septiembre para descubrirlo.
Los hermanos Salvatore y Elena me han hecho pasar muy buenos ratos a lo largo de sus 22 episodios, así que sólo me queda decir que el estreno de su segunda temporada lo esperaré con los brazos abiertos.