Actuando para sus respectivos equipos en el cierre de la liga española e italiana, Ruud Van Nistelrooy y Filippo Inzaghi disfrutaron del reconocimiento y la gratitud del público y tras años hermanados por esa capacidad para convertir goles que tan bien supieron usufructuar en beneficio de los clubes que representaron le dijeron adiós al fútbol.
En La Rosaleda y en San Siro, ambos lo hicieron de forma activa. Ruud trazando sus últimos movimientos ofensivos y colaborando para que el Málaga conserve la ventaja de un gol que finalmente le permitió derrotar al Sporting Gijón y acceder a la Uefa Champions Leaguue. Y Pippo haciendo lo propio pero además dandose el inmenso gusto de convertir el gol con el que el Milan superó con lo justo al débil y descendido Novara.
Ayer jugué mi último partido como profesional. Mi gran sueño era jugar la Champions con el Málaga, pero para mi ha llegado el momento del adiós. Jugar al máximo nivel me obliga a reconocer que he llegado a mi limite físico. No podía ser mejor para mi despedirme de esta manera, estoy feliz, sobre todo de que yo haya podido tomar esa decisión”.
Van Nistelrooy de despide habiendo firmado una trayectoria ejemplar, en la que a lo largo de veinte temporadas representando a distintos clubes y a la selección holandesa, con la que participó de las Eurocopas 2004 y 2008 y el Mundial 2006, disputó un total de 653 encuentros oficiales y convirtió nada más ni nada menos que 380 goles.
Sus primeros pasos los dio en el modesto Den Bosch, club en el que debutó como profesional jugando en la Segunda División el 3 de mayo de 1994 ante el ADO Den Haag, pasó de ser defensa central a centrodelantero y permeneció durante cuatro años antes de ser fichado por el Heerenveen, en el que jugó durante una temporada y despertó el interés del PSV Eindhoven.
Dicho club pagó 6,3 millones de euros por Ruud, quien siendo nombrado dos veces “Futbolista holandés del año” y ganando cuatro títulos marcó tantos de todas las formas posibles y terminó como máximo goleador del certamen en dos de las tres campañas en las que estuvo en el equipo.
Estoy orgulloso de haber ganado títulos colectivos e individuales gracias a mis compañeros. Pero para mí la satisfacción más grande fue el trabajo que hice año tras año, preparándome para llegar al nivel más alto posible. Hasta el último minuto jugué como profesional. Ahora voy a disfrutar y compartir del tiempo con mi familia y mis amigos”.
Semejante desempeño sirvió de trampolín para lo que luego fueron sus cinco extraordinarias temporadas en el Manchester United, club al que llegó en el verano del 2001 tras recuperarse de una lesión de ligamento cruzado que le llevó un año de rehabilitación.
En el United exhibió un nivel superlativo, conquistó prácticamente todo y se transformó en uno de los delanteros más prolíficos del planeta gracias a la inusual constancia con que la logró anotar goles, la cual le permitió ser goleador de la Premier League en la temporada 2002/03 y de la Uefa Champions League, competición que nunca pudo alzar, en la 2001/02, 2002/03 y 2004/05.
A esos años de excepción le siguieron otros tres en el Real Madrid, al que arribó en julio de 2006 y en el que a pesar de sufrir nuevas lesiones que conspiraron contra su continuidad dio muestras de su enorme jerarquía adjudicándose el Pichichi en su primer año (25 goles) y conquistando dos Ligas y una Supercopa.
Posteriormente vino su fugaz paso por el Hamburgo, equipo en el que anotó 17 goles y permaneció un año y medio antes de ser seducido por el ambicioso proyecto del Málaga, en el que aunque solo marcó 4 goles en la presente temporada colaboró en hacer realidad la clasificación a la Uefa Champions League.
Querido Milan, te dejo únicamente porque así es la vida, porque ha llegado el momento. Lo único que quiero que sepan los hinchas es que siempre jugué y gané para nosotros. Las primeras semanas, los primeros meses, nos estudiamos, nos miramos y luego nos enamoramos”.
Extraordinaria y envidiable también ha resultado la carrera de Inzaghi, quien valiéndose de su enorme sacrificio y amor a la profesión se mantuvo en activo durante veinte temporadas en las contando sus participaciones en la seleccción italiana, la cual lo llevó a alcanzar la cúspide en el Mundial de Alemania 2006, disputó 696 encuentros y anotó 330 tantos.
El club que lo vio nacer fue el de su ciudad natal, el Piacenza, en el que debutó y jugó durante dos años para luego pasar fugazmente por el Leffe, el Hellas Verona, el Parma y el Atalanta, en el que encontrándose muy a gusto dio muestras de sus dotes de goleador y culminó la temporada 19996/97 como Capocannoniere (24 tantos).
Ese extraordinario año en Bérgamo le valió su estadía nada más ni nada menos que en la Juventus, equipo al que llegó a cambio de 20 millones de liras y en el que alzando la Liga, la Supercopa italiana y la Copa Intertoto convirtió 111 goles en 184 encuentros.
Quiero también dirigir mi pensamiento a todos los equipos maravillosos en los que he jugado en mi carrera y que me ayudaron a convertirme en el hombre y el jugador que soy hoy”.
Transcurridos esos cuatro años en Turin dio el paso más importante de su carrera llegando, en el 2001, al Milan, en el que a pesar de sufrir muchas lesiones se convirtió en ídolo y referente gracias a sus goles y su encomiable esfuerzo, se transformó en el segundo máximo goleador de la historia en competiciones europeas (72) y además obtuvo absolutamente todos los titulos habidos y por haber, siendo uno de los más significativos el de la Uefa Champions League 2007, que lo tuvo como gran protagonista en la final de Atenas ante el Liverpool.
En total fueron 11 temporadas en el cuadro rossonero, las cuales completó disputando 300 encuentros y marcando 126 goles que aunque nunca se caracterizaron por ser estéticamente lindos tuvieron su sello particular y estuvieron siempre seguidos por su característicos, alocados y movilizantes festejos posteriores.
Ruud a los 35, Pippo a los 38. Se retiraron dos de los más grandes goleadores de los últimos tiempos. El fútbol y las redes los extrañarán.