Revista Cultura y Ocio

Variantes de Litchis (fragmentos paralelos...)

Publicado el 21 febrero 2011 por Aquilescuervo

Magnum como lo viste en TV(Variante del cuento "Manuscrito con vista al Mar" del Libro Litchis de Madagascar)

La acción transcurre en el Hall de un hotel, llamémoslo el “Hotel Místico”, convertido por unos días, en apariencia, en “Hall de autos famosos”. El decorado es simple: el administrador del Hotel Místico, dotado de una panza americana, un par de vendedoras de pechos operados en minifalda, unos curiosos con cámaras fotográficas, el auto de Magnum y Magnum, el visitante ilustre del Hotel Místico, es decir alguien que se parece a Magnum, pues a última hora el actor se excusó y no pudo venir. Una de las huéspedes, una mujer mayor, llamémosla Lucy, lleva varios días en el Hotel y de repente se encuentra de frente con el auto de Magnum. Lo primero que le sorprende es la placa: AJI-007. El juego de letras y números podría llevarnos a una película de cine negro, AJI-007, de “picantes detectives criollos” de los años treinta, pero eso no es lo que ella está pensando.

Pero a todas estas, ¿se acuerdan de Magnum?¿Se acuerdan de Tom Selleck, el actor hiper-bronceado y de “pelo-en-pecho” de Magnum, y de la música de Magnum? ¿se acuerdan de la música semi-funky y el viaje por helicóptero, típico de esos años (presagio de los nuevos-ricos brasileños y mexicanos) y de esos desenfrenadamente frívolos años ochenta?. Es cierto, hay que reconocer que Selleck le daba a la serie un aire altivo a lo 007, a lo James Bond “desempleado” (distante de las “osadías” de un MacGiver y del humor intrépido de un Murdock en “Los magníficos”) que complacía al público. El Ferrari rojo de Magnum acapara nuestra atención, y nos oculta de paso algunas imágenes en off de la serie.  ¿Recuerdan que Magnum era un veterano de Vietnam? ¿Se acuerdan que hablaba francés y vietnamita? ¿Y cómo enfrentaba Magnum lo que los psicólogos llaman “stress post-traumático”? Le hacía frente a esas cosas de “loqueros”, a su manera. A veces, cuando estaba de mal humor, mataba a sangre fría a espías rusos y cuando estaba de buen humor, acariciaba los perros doberman de su patrón, Robin Masters (¿recuerdan que la voz en off del patrón de Magnum, a quien nunca vimos en la serie, era la de un tal Orson Welles?)
Magnum, esa serie semi-policiaca, parece hoy de otro planeta si la comparamos con series de los últimos años, estilo “24”. Aunque nunca se sabe. ¿La mirada, entre ingenua y seductora de Selleck, hacia las mujeres y su Ferrari rojo, atraparía menos televidentes? Pues a juzgar por el escaso público que visita la exposición, ya Magnum no mueve masas. La mayoría de huéspedes del Hotel Místico pasen de largo y no le prestan atención a la exposición. El curador eligió, por falta de presupuesto y/o de imaginación, sólo autos que salieron en películas de series B o que pertenecieron a políticos que ahora están en la cárcel. Nadie quiere saber de esos autos ni de sus pilotos. La gente ha venido a ver a Magnum y a su auto. Esa es la gran atracción de la exposición. Si no, no la hubieran llamado: “Autos de famosos, como los viste en la Televisión…”. La gente, que no es tonta, se molesta al saber que no invitaron a la exposición al auto de Mad Max ni al de los Picapiedra ni al papamóvil. Y ni hablemos del Batimovil o del auto de los cazafantasmas. A Lucy, en cambio, lo que más le ofende es que “…ni siquiera tuvieron la delicadeza de invitar al auto fantástico…”.
A decir verdad la exposición no despierta la atención ni del público ni de los huéspedes. Escasamente algunos meseros y botones se acercan al auto y se sacan una foto. Sin embargo el organizador logra recuperar en parte su inversión, con la venta de llaveros y afiches piratas de Magnum autografiados por el doble de Magnum. Hasta un periodista de un diario local se acerca a último momento para hacer una nota. El evento se hubiera salvado de no haber sido porque Lucy, nuestra Lucy, otrora presidenta del club de fans de Magnum, sigue observando el auto de Magnum. Al final descubre, - unos minutos antes del cierre de la exposición, y justo mientras se venden los últimos souvenirs - que el auto de Magnum es una replica. “…No tiene la línea. Ese Ferrari perdió la línea… y quienes conocemos a Magnum sabemos que nunca estrelló su auto…”. Lucy puede soportar que le traigan al doble de Magnum y no al verdadero Selleck (que a esta hora esta presidiendo un meeting de la asociación del rifle) pero no que le mientan. A esa hora, con el calor y el tedio de la exposición, a nadie le interesa confirmar si lo que dice Lucy es verdad o no. Todos se exasperan un poco y exigen la devolución inmediata  del dinero de la boleta y de los souvenirs. El administrador del Hotel Místico tiene que acceder, para evitar un escándalo mayor. El periodista sonríe con picardía y cambia en su cuaderno el título que le había dado a este relato. En lugar de llamarlo “El auto de magnum”, lo llama: “Magnum como nunca antes lo habías visto…”.

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